¿Y el bienestar dónde queda?

Agradezco a mis lectores las muestras de interés en mi última columna relacionada con el imperativo que se presenta a Pepe Meade (o a cualquier candidato) para llevar adelante una sólida alianza con la ciudadanía con miras a desmantelar los arreglos feudales que prevalecen en México y poner en marcha un programa de gobierno sin precedentes que, de una vez por todas, nos ponga en la senda del crecimiento sostenido hacia el desarrollo. Un programa que, como ha venido sosteniendo Enrique de la Madrid, permita a México ser un país desarrollado en esta generación.

El espacio semanal que generosamente me conceden La Crónica y otros medios en los que se publica mi columna,  permite, semana a semana, enriquecer la información disponible con análisis, estudios, encuestas o reportes que arrojen luz sobre lo que estamos viviendo y sintiendo y coadyuven a dar un mejor contexto a las proposiciones que vengo haciendo en materia de estrategias y acciones de gobierno.

Eso es lo que me propongo con el repaso que hago en esta ocasión del reporte How´s Life?, que publica la OCDE, con cuyas revelaciones nos podemos dar una mejor idea de cómo está el bienestar en el mundo desarrollado y en particular el de los mexicanos que se disponen a elegir un nuevo presidente dentro de aproximadamente seis meses.

Dicho informe, mismo que publica un índice, analiza el bienestar en 35 países miembros de La OCDE y 6 países socios. Para medir el bienestar de las personas, observa 11 dimensiones de la vida: ingresos y riqueza; empleos y ganancias; conexiones sociales; educación y habilidades; medio ambiente; participación cívica y gobernanza; salud; bienestar subjetivo; seguridad personal, y equilibrio trabajo y vida.

En general, entre los países miembros, los ingresos aumentaron acumulativamente en un 8% y la tasa de empleo aumentó a 9.3%. Sin embargo, el patrimonio financiero de los gobiernos de la OCDE se redujo en 30 puntos porcentuales, y los hogares experimentaron un aumento de su deuda en más de la mitad de los países de la OCDE.

Las emisiones promedio de gases de efecto invernadero per cápita de la OCDE cayeron cerca de 14% desde 2005. En cambio, el área forestal per cápita también disminuyó en alrededor del 5%. En la dimensión de salud, desde 2005, la proporción de personas que fuman ha disminuido del 22% al 18%. Sin embargo, la proporción de personas obesas aumentó del 22% al 24%. En la agenda de seguridad, el número de personas que se sienten seguras aumentó del 66% al 69%.

Sin embargo, este índice empeoró en las siguientes dimensiones: la participación electoral, como medida de la confianza en las instituciones, disminuyó del 72% al 69%; la confianza interpersonal, medida como la proporción de personas con amigos o familiares con los que pueden contar cayó del 92% al 89%, y la satisfacción subjetiva también se redujo de 6.7 (de 10) a 6.5.

Sólo 1 de cada 3 personas en países de la OCDE sienten que tienen voz en lo que hace el gobierno, y más de la mitad cree que la corrupción está generalizada entre quienes gobiernan. Tan solo el 38% de las personas dicen tener confianza en su gobierno nacional. En comparación con aquellos con educación universitaria, las personas con educación básica tienen un 40% menos de probabilidad de sentirse representados.

Asimismo, la OCDE mide la seguridad en los ahorros personales y la desigualdad. Más del 30% de la población en los países de la OCDE caerían en la pobreza si tuvieran que renunciar a 3 meses de sus ingresos, y el 10% más rico de los hogares posee más de la mitad de la riqueza promedio.

Analizando el caso de México, éste tiene un desempeño estable en las dimensiones económicas. Desde la caída en los ingresos de los hogares en 2009, existe una recuperación de los hogares con una ganancia acumulada del 11% en la década, en comparación con el 8% del promedio de la OCDE. Sin embargo, el país tiene un bajo desempeño en seguridad y calidad de vida. México tiene la tasa más alta de homicidios en la OCDE, con 18 homicidios por cada 100 000 habitantes en 2014. La tasa de muertes por asalto ha aumentado en casi dos tercios en los últimos 10 años, y es por mucho el mayor aumento en la OCDE. El porcentaje de la población que reporta sentirse seguro ha caído en consecuencia al 46%, del 57% hace una década. Así mismo, la tasa de empleo se encuentra por debajo del promedio de la OCDE, y ha aumentado en tan solo 1% en los últimos 10 años.

En educación media superior, aunque existe una mejora entre 2014 y 2016 de 1.5% en el logro académico, esta sigue siendo una variable que sitúa a México en el último lugar entre los países del grupo. Un 34% de los alumnos que toman la prueba PISA obtienen puntajes bajos en habilidades cognitivas.

En el aspecto político, existe una combinación de pérdida de confianza en el gobierno y aumento en la participación electoral, situándolo por encima del promedio de la Organización en ambas dimensiones.  A la pregunta sobre si la corrupción está generalizada en todo el gobierno, 83% de los ciudadanos respondió «sí», por encima del 56% en promedio de la OCDE.

Y aunque México tiene un nivel superior al promedio de la OCDE en términos de satisfacción con la vida, la confianza interpersonal es uno de los indicadores con mayor deterioro, ya que sólo 80% de los mexicanos informan tener amigos o parientes con los que pueden contar en momentos de necesidad, en comparación con el 89% en promedio de la OCDE.

No debemos ignorar que hay aspectos en los que estamos progresando, pero creo que mis queridos lectores coincidirán conmigo en la urgente necesidad de dar forma a esa alianza inédita que nos permita recuperar la confianza entre gobierno y gobernados, y en priorizar la atención a temas de corrupción, inseguridad y educación.