Varias cadenas regionales de la radiotelevisión pública alemana ARD han decidido no retransmitir los conciertos en Alemania del exlíder de Pink Floyd, Roger Waters, por su polémica llamada a no actuar en Israel mientras continúe la ocupación de los territorios palestinos.
La cancelación de esas transmisiones es «absolutamente ridícula», indicó hoy el organizador de los conciertos, Marek Lieberberg, en declaraciones al diario Mannheimer Morgen, en medio del revuelo causado en el Alemania por la decisión del ente público.
Para Lieberberg, de origen judío e hijo de un superviviente del Holocausto, la postura de Waters respecto a Israel entra en la órbita de lo «privado» y sus críticas se dirigen contra la política de asentamientos de su gobierno.
La dirección de la ARD, junto con las de diversos canales regionales de radio, como el berlinés rbb, han decidido no colaborar con los conciertos que Water tiene previsto realizar en Alemania el próximo mes de junio, en Berlín, Mannheim, Colonia y Múnich.
Waters es el abanderado de la campaña «Boicot, Desinversiones y Sanciones» a Israel, que llama a sus colegas de profesión a no actuar en ese país mientras continúe la ocupación palestina.
Desde rbb se ha explicado que la suspensión de esas transmisiones se hace en atención a los sentimientos de la comunidad judía en Berlín y Brandeburgo, elLand que envuelve la capital alemana.
La primera entre las cadenas regionales que decidió, el pasado fin de semana, suspender las transmisiones fue la WDR, del populoso Land de Renania del Norte-Westfalia, después de que una ciudadana de Colonia de origen judío, Malca Goldstein-Wolf, iniciara una campaña de recogida de firmas en contra del fundador de Pink Floyd, de 74 años.
Los conciertos de Waters tenían un carácter especial para Berlín, en cuya memoria colectiva sigue presente la escenificación del álbum The Wall, en julio de 1990, ocho meses después de la caída del muro, cuyo punto culminante era la caída de una pared de 2 mil 500 bloques de plástico.
Alemania, por otro lado, guarda la norma de la cautela ante cualquier crítica a la política actual de Israel, por razones de responsabilidad histórica frente a las víctimas del Holocausto.