¡Yo ya tengo candidat@!

Aunque, para decepción de mis lectores más curiosos, aun no sé cómo se llama. De hecho, sería imposible pronunciarse por alguno, ya que los partidos aún no seleccionan a quienes serán sus abanderados. No obstante, me interesa elaborar acerca de aquel (o aquella) quien me gustaría que gobierne a México durante el próximo sexenio. No abordaré, por ahora, aquello relacionado con su perfil, popularidad, carisma o experiencia sino, mucho más importante -creo yo-, aquellas propuestas o posturas que, como mínimo, debe hacer o tener dicho personaje, para que yo, desde ya y sin saber quién será, le entregue mi voto.

Yo sé que, como se dice comúnmente, ésta podría resultar una carta a Santa Claus. Pero creo que las condiciones prevalecientes y los retos a futuro exigen de políticas, estrategias y acciones de fondo para emprender una nueva ruta hacia un desarrollo sostenible, el cual, hasta ahora, por una razón u otra, con todo y alternancia, no hemos alcanzado. Para mí, estos temas se han vuelto verdaderas obsesiones, pues creo que son determinantes para alcanzar ese país soñado que se nos viene negando cada seis años. Seguramente mis lectores más asiduos reconocerán algunos de ellos que ya han ocupado este mismo espacio editorial y quienes quieran conocer más detalles sobre mis ideas en torno a alguno de los temas, podrán dirigirse a mi sitio en internet y revisar las columnas que les interesen ( www.oev.mx ).

El primer tema tiene que ver con el imperio de la ley o la vigencia plena del estado de derecho, eso que en otras latitudes se conoce como “The rule of law”.  Estoy convencido que un entorno en el que prevalezca el Estado de Derecho, es condición para el logro de muchos otros propósitos fundamentales, como son la seguridad, el combate a la corrupción o el fomento a las inversiones, entre otros. En particular, me gustaría que mi candidat@ aceptara comprometerse con alguna organización no gubernamental internacional, como podría ser el World Justice Project, para echar a andar un programa multi factorial y multisectorial con el objetivo de que en nuestro país impere la ley.

Otro tema ineludible lo constituye el combate a la corrupción, que quizás sea el mayor cáncer que aqueja a nuestra sociedad. Y me parece que para enfrentarla no hay otra alternativa que retomar, prácticamente en los términos propuestos inicialmente, el Sistema Nacional Anticorrupción. Pero esta vez, comprometiéndose con tiempos de implementación y acciones de seguimiento y rendición de cuentas. El SNA es un concepto que permite la incorporación de ciudadanos y organizaciones civiles, pero de manera institucional. Así, sus aportaciones se harían a través de instancias políticas del estado mexicano. La experiencia nos enseña que este vicio alcanza a autoridades de todos los partidos y que no se trata de un problema de “personas” sino más bien de instituciones: de instancias independientes, con gran fuerza y poder, que combatan la impunidad de que gozan los corruptos y los corruptores.

Un tercer tema tiene que ver con el combate frontal y definitivo a la pobreza extrema. Es imposible alcanzar un país desarrollado y más equitativo, si no nos decidimos, de una vez por todas, a abatir esa vergüenza nacional que es la pobreza extrema. En ese sentido, mi voto estará con aquel (lla) candidat@ que se comprometa a explorar soluciones como la implantación de una Renta Básica, no universal al inicio, sino dirigida a las familias en pobreza extrema, en sustitución de todo ese entramado perverso de “programas sociales” clientelares y de administración costosísima que, a final de cuentas, no han resuelto el problema.

En materia de crecimiento económico, me gustaría inclinarme por un(a) candidat@ que se atreva a mirar más allá de sus narices y que acepte un verdadero compromiso con la inversión en Investigación y el Desarrollo, multiplicando los recursos destinados a la innovación tecnológica.

Alguien que sepa leer lo que significan las tecnologías exponenciales y que entienda cabalmente lo que implican cuestiones tales como la Inteligencia Artificial, la Realidad Aumentada, la Robótica, la Genética Médica o la Neurociencia, entre otras. Un(a) candidat@ que piense diariamente que a través de incorporar estos conocimientos y habilidades a la educación y a las empresas de todos tamaños se incrementará la productividad y en consecuencia, la competitividad de nuestra economía.

Desde hoy comprometería mi preferencia electoral con aquel (lla) candidat@ que asuma seriamente el compromiso de retomar los mecanismos que permitieron fortalecer en su momento la relación con los EUA y Canadá, como el “cuarto de al lado” de empresarios, los grupos de cabildeo con políticos de aquellos países o el Consejo Mexicano de Inversión, reinventando así la relación con esas naciones con las que conformamos Norteamérica, aceptando el error de haber considerado al TLC como una meta y no como un punto de partida para construir la más poderosa zona económica del mundo. Un bloque en la que una comunidad hispana organizada pudiera políticamente hacer oír su voz y comprometer sus empeños para fortalecer la visión positiva de la migración que históricamente, y en buena medida, explica el progreso del mundo. Y al mismo tiempo, alguien que diversifique nuestras relaciones comerciales, sin poner todos (o casi todos) los huevos en una canasta.

Quisiera votar por alguien con la suficiente estatura política para entender que los tiempos cambiaron y que ahora ser incluyente es una condición básica para gobernar. Si bien es cierto que las mayorías precarias son suficientes para ganar una elección, no lo son para gobernar adecuadamente. Por ello, encantado le firmaría mis intenciones de voto a quien se comprometa a instaurar, desde el inicio de su mandato, un gobierno de coalición con otras fuerzas políticas, compartiendo el poder ganado electoralmente y en pos de una plataforma común.

Es imposible en este espacio llevar a cabo un ejercicio exhaustivo y sé que quedan pendientes temas muy importantes, que quizás valga la pena ventilar en el futuro. Pero con ver estos temas reflejados en una propuesta o programa de gobierno, mi balanza se podría inclinar claramente. Ya pronto veremos qué proponen los contendientes y así sabremos todos cuál es el nombre de mi candidat@.