Butrón, el castillo de un cuento de hadas

El viajero que arribe hasta aquí y le  guste la fotografía debe hacer aco pio de carretes o de una batería repleta de carga para disfrutar del castillo de Butrón. Apetece vestirse de caballero andante o de princesa para adentrarse dignamente en este cuento de hadas real. Entre árboles autóctonos, rodeado por el río Oca, se alza la fortaleza más hermosa del País Vasco y una de las más espectaculares de la Península Ibérica. Se sitúa en el municipio de Gatica (Gatika), a escasos 20 kilómetros de Bilbao.

Walt Disney la eligió para inspirarse en La bella durmiente del bosque. Aunque su origen se remonta al siglo XI, es del siglo XV y tiene un ligero parecido con el de Muñatones, quizá porque lo levantó Lope de Salazar, que estaba casado con una señora de la casa de Butrón. Fue reedificado en el siglo XIX por Francisco de Cubas y en la actualidad pertenece a una sociedad privada.

Es más que probable que el marqués constructor concibiera su nuevo castillo más como picadero o lugar de retiro espiritual que como vivienda, ya que las torres carecen de espacio útil y se comunican por parapetos al aire libre que parecen apostaderos de pulmonías. En cierta medida, Butrón tiene paralelismos con los castillos bávaros del siglo XIX.

Sobre sus muros flotó siempre el temido pendón de los Butrones, cabezas del bando Oñacino, los caudillos más famosos de la comarca y los más fuertes y pendencieros banderizos del País Vasco.

Su evolución viene seguida de toda una serie de leyendas que, unidas a la realidad, tienen como protagonistas las luchas entre dos familias de nobles, los Gamboinos, que eran los dueños del castillo, y los Oñacinos. La pelea se saldó con varios muertos. Con los Reyes Católicos, estas construcciones se convirtieron en las residencias habituales de los nobles.

Durante más de 300 años (desde el siglo XIII hasta el XVI) el castillo de Butrón fue el baluarte en torno al cual se fue forjando la historia de Vizcaya sobre las continuas luchas entre las familias de la nobleza. Constituye un magnífico monumento del romanticismo, que fantasea con la evocación medieval.
Quizá mejor que el castillo sea el parque que lo rodea, espesamente poblado de árboles autóctonos y foráneos. Este singular e histórico inmueble tiene una superficie total superior a los 2.400 metros cuadrados y está situado en un parque con más de 35 000 metros cuadrados.

Antes podía ser visitado y en su interior se representaba un espectáculo, que incluía una sesión de vídeo que repasaba la historia del castillo. También se organizaban cenas medievales y ceremonias de boda, además de actos oficiales.

La decoración resulta muy atractiva y combina elementos tales como clásicos muebles antiguos de maderas nobles con pinturas de artistas vasco contemporáneos. Visita obligatoria. Ahora está en venta.

Aunque no resulte muy habitable por sus estrecheces, Butrón contiene varios salones, una zona de recepción de invitados, la antigua capilla, el salón de la chimenea, un gran salón diáfano de 200 metros cuadrados, el patio de armas, el almacén de víveres, un pozo de agua natural, una biblioteca, dos baños y una mazmorra.

Las distintas dependencias están decoradas de forma exquisita y cuentan con mobiliario, iluminación, cocina, calefacción, bodega y un aparcamiento exterior.

Vizcaya es territorio de notable pasado. Una visita recomendable para el viajero es desplazarse hasta la localidad de Elorrio y conocer el lugar donde se fabricaban las picas de los famosos Tercios de Flandes, el gran ejército del Imperio Español del siglo XVI. O bien la curiosa ermita de San Miguel de Arrechinaga, un probable lugar de culto megalítico.