Cadena perpetúa a sujetos que asesinaron a agente de EEUU en SLP

El crimen ocurrió en una carretera 57 en las inmediaciones de la capital potosina, el 15 de febrero del 2011. La víctima fue el agente estadounidense Jaime Zapata. 

WASHINGTON (AP) — Dos mexicanos fueron sentenciados el lunes a cadena perpetua por la muerte del agente estadounidense Jaime Zapata, asesinado en México en 2011.

El Departamento de Justicia dijo en un comunicado que un jurado halló culpables de cuatro delitos federales en julio a José Emmanuel García Sota, de 36 años y apodado Juan Manuel Maldonado Amezcua y “Zafado”; y Jesús Iván Quezada Piña, de 29 años y apodado “Loco”, durante un juicio encabezado por el juez Royce Lamberth en la capital estadounidense.

Varios de los 22 testigos que la fiscalía presentó durante el juicio dijeron que García y Quezada eran sicarios del cartel narcotraficante Los Zetas y que en una autopista de San Luis Potosí emboscaron el auto en que viajaban Zapata y el también agente estadounidense Víctor Ávila el 15 de febrero del 2011.

Los agresores dispararon al vehículo con pistolas y rifles de asalto durante la emboscada, en la que Zapata perdió la vida y Ávila resultó lesionado.

García y Quezada forman parte de un grupo de otros cuatro mexicanos y un hondureño extraditados a Estados Unidos por este caso. Los cinco ya se declararon culpables y conocerán su sentencia el martes.

LA HISTORIA

Jesús Iván Quezada, alias El Loco, y Alfredo Gastón, El Camarón o El Burguer, están acusados de la muerte de Zapata y del intento de asesinato de otro agente que lo acompañaba, Víctor Ávila, que resultó herido pero sobrevivió. Otros tres extraditados se confesaron culpables en la misma sala en 2013 y un cuarto reconoció su colaboración.

El crimen ocurrió en una carretera del Estado de San Luis Potosí, en el centro de México. Aquella mañana del 15 de febrero Zapata (Brownsville, 1978) y Ávila (El Paso, 1972), ambos agentes especiales de migración nacidos al norte del Río Grande, salieron en una camioneta blindada desde la Ciudad de México a cumplir con el encargo de recoger un material que les entregarían dos agentes del consulado de Monterrey (norte de México) que los estarían esperando en algún punto del camino.

A pocos kilómetros de la ciudad de San Luis le salieron al paso dos camionetas con gente armada. Intentaron rehuirlos pero se vieron obligados a parar. Los narcos se bajaron. Zapata y Ávila pensaron en quedarse dentro protegidos por el blindaje, sin darse cuenta de que al detenerse su camioneta había desbloqueado automáticamente las puertas.

Los delincuentes abrieron una y pese a que ellos gritaron que eran oficiales de EE UU, mientras trataban de cerrarla les dispararon. Ávila, herido en una pierna, consiguió bloquear de nuevo las puertas y subir una ventanilla. El comando criminal abrió fuego desde fuera contra el coche, sin lograr atravesar su armadura, y finalmente se dio a la fuga.

Pasados unos minutos, Zapata falleció por el impacto de las balas. Las familias de Zapata y de Ávila han demandado al Gobierno de EE UU por haberlos enviado a una misión en una carretera peligrosa (Ávila fue a regañadientes, tras haber discutido con sus superiores sobre los riesgos) y porque dos de las armas con las que fueron atacados había sido adquiridas en Texas y habían llegado sin control a México.