Kalimán desvanece a su autor verdadero

Kalimán “es un hombre de unos 30 años, alto, distinguido, de singular belleza masculina, de finos ademanes y esmerada educación, es de tez morena y usa bigote bien cuidado, al estilo oriental”. Así describió Víctor Fox, seudónimo del escritor Héctor González Dueñas (1939-1996) al primer gran super héroe de manufactura mexicana.

El inventor de El hombre increíble quiso además que su personaje fuera “una enciclopedia de conocimientos”, “de constitución atlética”, buen jinete y con “vastos conocimientos de yogui, jiu-jitsu, prestidigitación y magia. Aquel ser, “caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños” e “incansable con los malvados”, acabaría convirtiéndose en una leyenda que conquistó a varias generaciones de mexicanos.

Su presentación nacional sucedió el 16 de septiembre de 1963 a través de Radio Cadena Nacional (RCN), donde le dio voz Luis Manuel Pelayo, pero fue tan grande su éxito que dos años después, en 1965, Kalimán apareció en forma de historieta a lo largo de mil 308 episodios semanales que llegaron a vender hasta un millón de copias. El mito del héroe, sin embargo, cobró caro la factura a su creador, quien prácticamente quedó olvidado, a pesar de la fama que lograron sus personajes.

Una exposición que se exhibe en la Casa del Lago Juan José Arreola abre el debate sobre el verdadero creador de Kalimán. En la insípida muestra, curada por Édgar David Aguilera, se atribuye a Rafael Cutberto Navarro y Modesto Vazquez la creación del personaje, pero de Víctor Fox no hay ninguna referencia.

Rosa María Silvia Flores, viuda y heredera del escritor, dice que Navarro y Vázquez sólo fungieron como productor de la serie radiofónica y editor de la historieta que dieron fama al súper héroe, pero que el verdadero creador de Kalimán es Héctor González Dueñas, quien durante más de 40 años firmó como Víctor Fox.

En cualquier momento se ponía a escribir, a cualquier hora; diario se llevaba más de ocho o diez horas escribiendo”, dice Flores. La viuda de Víctor Fox aún habita una de las propiedades que el autor le heredó tras su muerte el 22 de noviembre de 1996; ahí mismo conserva fotografías, reconocimientos, documentos y una inmensa cauda de mecanuscritos con todas las historias que salieron de su mente, incluidos todos y cada uno de los libretos originales que escribió para sus dos super héroes: Kalimán y Águila Solitaria.

En el lomo del primer tomo encuadernado en piel se lee Kalimán. Los profanadores de tumbas, y al pasar las páginas transcurre la historia que narraba Pelayo en los año 60. Además de la célebre primera historia de Kalimán, ahí están también los libretos de El misterio de los astronautasLos misterios de BonampakLas momias de Machu Picchu o El tigre de Hong Kong.

En otra área, la viuda de Fox conserva en tomos encuadernados todos las historietas de El hombre increíble que, dice, fueron adaptadas al principio de los libretos de su marido, aunque después él mismo se encargaba de escribirlas. “En Palma de Mallorca, España, estábamos en la playa y de repente se acordó de Kalimán; entonces él ya no lo escribía en máquina sino que lo dictaba en una grabadora y me decía: ‘¿dónde dejé a este mono?’ ‘¿A cuál mono?’, le decía yo. ‘Pues a Kalimán, que lo dejé cayendo a un pozo de cocodrilos y si no lo saco de ahí se va acabar la historieta”, recuerda.

Víctor Fox es uno de esos autores que vivieron detrás de la fama de sus personajes. Nacido en la Ciudad de México, perteneció a una familia de vena literaria: su tío abuelo fue Agustín Yáñez y su hermano Carlos fue nada más y nada menos que el autor de guiones cinematográficos como Nosotros los pobres y ¡Vuelven los García!”.

“Para no estar a la sombra de su hermano se puso Víctor Fox, así registró todo su trabajo”, explica Flores.