Descubriendo un nuevo mundo ¿Para México?

Hace algunas semanas recibí la invitación de un muy querido ex colaborador en Nacional Financiera para  participar como conferencista en la Semana del Emprendedor, organizada por el INADEM, pidiéndome tratar algún tema relacionado con el reto de emprender en México en estos nuevos tiempos que nos ha tocado vivir.

De inmediato accedí a participar, tomando en cuenta que pocas cosas me gustan tanto como tener la oportunidad de dar alguna conferencia (al grado de que quisiera consolidar esta actividad profesional como una muy importante en mi vida), pero, además, al poder hacerlo en este momento y alrededor de temas que me apasionan.

Así las cosas, me di a la tarea de preparar la conferencia “Descubriendo un Nuevo mundo ¿Para México?” título al que decidí agregar la interrogante al final, precisamente para provocar la duda acerca de si nuestro país podrá participar activamente en ese proceso de cambio acelerado y beneficiarse del mismo, algo que, como ustedes saben, me pregunto constantemente.

Inicié mostrando imágenes de lo que representa la proliferación de robots, y drones, algunos ejemplos de máquinas dotadas de lo que se conoce como inteligencia artificial, varios casos de realidad aumentada, algunos ejemplos impactantes del fenómeno del Internet de las Cosas, aclarando que, en razón del tiempo de que disponía, me abstendría de entrar en otros apasionantes temas como la impresión en 3D, la nanotecnología o neurociencia que también son tecnologías disruptivas en los tiempos actuales. Cada tema fue acompañado de cifras verdaderamente reveladoras.

Estas nuevas tendencias traen consigo algo que yo llamo la Reconfiguración Productiva que está viviendo nuestro mundo, un fenómeno conformado por una nueva forma de producir y/o emprender. En pocas palabras, una nueva economía en la que el “rayado” de la cancha se ha alterado sustancialmente y es ahí en donde se verifica ahora la competencia entre las empresas. A mi modo de ver, esta reconfiguración productiva se compone, entre otras cosas, de la mezcla de eso que se ha dado en llamar la Cuarta Revolución Industrial (industria 4.0), el surgimiento apabullante de la Economía compartida (o colaborativa) y un nuevo sistema financiero en donde destacan las criptomonedas y los blockchains, entre otras innovaciones importantes.

Hoy en día podemos ver escenas, como la que presenté ese día, con una línea de producción de automóviles, totalmente automatizada con robots, en donde se producen miles de autos, prácticamente, sin la intervención de un solo obrero. Y aún más preocupantes son los datos que las acompañan, como el publicado por Price Waterhouse and Coopers, quien estima que de aquí al año 2025, se perderán 140 millones de empleos.

Esta nueva realidad, nos muestra un verdadero claroscuro; por un lado, una mayor facilidad y productividad en la realización de trabajos monótonos y tediosos a través de la producción robotizada, entregas a domicilio con drones, solución de conflictos a través de máquinas y programas con Inteligencia Artificial, y por el otro, como consecuencia de todo lo anterior, la desaparición de millones de empleos. Un mundo totalmente nuevo al que sólo se incorporarán victoriosos, quienes destinen cuantiosos fondos a programas con estrategias y acciones específicas para enfrentarlo.

Será el caso, creo yo, -les dije-, de aquellos países que mencionó recientemente Marc Vidal en una interesante conferencia, al citar “Por ejemplo, Alemania destina algo más de 200 millones de Euros a un programa similar llamado ‘Industrie 4.0’. Corea del Sur ha destinado 1500 millones a su ‘Manufacturing Industry Innovation 3.0 Strategy’. China 1.100 millones en el ‘Made in China 2025’. Los Estados Unidos 900 millones al ‘National Network for Manufacturing Innovation’. El Reino Unido 500 millones en los próximos tres años en el ‘High Value Manufacturing Catapult’. Italia aproximadamente cuatro veces más que España en el ‘Cluster tecnologici nazionali Fabbrica intelligente’. Y Francia en su programa ‘Industrie du futur’ tiene programado gastarse 2.300 millones de euros”

¿Y México? ¿Y nosotros y nuestros hijos?, me pregunté delante de una audiencia atenta y expectante, y me lo pregunto ahora antes ustedes, mis lectores. ¿Qué será de nosotros? ¿Qué deberemos hacer ante ese escenario? Tenemos que prepararnos si queremos estar en la vanguardia y no ser abandonados detrás de un mundo desarrollado. Tal como lo hice en la conferencia, comparto algunas ideas sobre lo que, a mi parecer, nos hace falta, que, como podrán ver, no es nada sorprendente, sino más bien un poco más de lo que aconsejaría el sentido común: una visión clara  de lo que queremos conseguir en ese entorno nuevo, una ruta para alcanzarlo y un sistema de seguimiento que garantice que nos apeguemos a lo planeado. Es decir, una Carta de Navegación, parafraseando a mi querido Juan Enrique Vega, (qepd).

Dentro de esa carta de navegación, debemos contar, por lo menos, con un Plan Nacional, como los mencionados líneas arriba, una verdadera Cruzada de Innovación, una Renta Básica Universal con una semana de trabajo de mucho menos horas (como lo que propone en Utopía para Realistas Rutger Bregman), Clústeres de Innovación en cada estado y ciudades importantes, una revolución de habilidades digitales a la par de la reforma educativa ya en marcha, y cinco veces más de lo que gastamos ahora, por lo menos, en investigación y desarrollo.

Como me suele suceder, ese día me pasé del tiempo asignado y terminé abriendo el espacio a preguntas, hubo dos o tres intervenciones al término de las cuales, la gente permaneció en sus lugares, mostrando algo de desconcierto y como queriendo seguir rebotando el tema que los había sacado del confort en el que se veían.

Los miré y con una sonrisa, siendo las siete de la tarde les pregunté ¿Qué onda, ¿qué pasó, se van a quedar a cenar o qué? Con la risa nerviosa colectiva ante mi pregunta en tono de broma, me quedaba claro que, por lo menos, la inquietud había sido sembrada, lo que, sin embargo, es solo el primer paso, en el que espero sinceramente que no vayamos a quedarnos. ¡Necesitamos más respuestas que dudas!.