Rincones poco conocidos para explorar el Bosque de Chapultepec

Dispuesto a unos cuantos pasos de la  entrada principal del Bosque de  Chapultepec, una vez superada la Puerta de los Leones, este monumento está dedicado a la memoria de los Niños Héroes.

Diseñado por el arquitecto Enrique Aragón y tallado en su parte central -y en sus grandes columnas- por el escultor Ernesto Tamariz, este conjunto funciona como una especie de gran mausoleo para los restos de los seis famosos cadetes que el 13 de septiembre de 1847, defendieron las instalaciones del Castillo de Chapultepec que, por aquel entonces, funcionaba como sede del Colegio Militar.

También aloja el cuerpo del general Felipe Santiago Xicoténcatl quien, durante la toma del bastión por parte del ejército norteamericano, tenía bajo su cargo la defensa total del “Cerro del Chapulín”.

El Altar, hecho en fino mármol blanco, muestra en un primer plano a una mujer (la Patria) acompañada de sus hijos (uno de ellos caído en batalla) y es uno de los espacios más emblemáticos de este popular parque de la Ciudad de México. Sin embargo, no muchos saben que ahí descansan los despojos de algunos los protagonistas de aquel infausto capítulo de nuestra historia. ¡No dejes de admirarlo en el Bosque de Chapultepec!

FUENTE DE LA TEMPLANZA
Mandado construir por el presidente Pascual Ortiz Rubio en 1931, este conjunto muestra como personaje principal a “David con su honda”, obra del escultor jalapeño Enrique Guerra.

Como dato curioso, esta pieza, que muestra primorosamente al vencedor del mítico gigante Goliat en una escala casi real, fue realizada por el autor muchos años antes (hacia 1908), sin saber cuál sería el destino final de la efigie “dominado sobre una fuente entre los verdes parajes del Bosque”.

Para llegar a este bello escenario, puedes hacerlo avanzando -a pie o en bicicleta-, por la Avenida Colegio Militar hasta encontrarte con los discretos andadores que te permitirán descubrir esta hermosa fuente y sus elementos decorativos dispuestos a sólo unos cuantos pasos de otros tres tesoros del Bosque de Chapultepec.

AHUEHUETE “EL SARGENTO”
Según la tradición, fue el famoso rey poeta de Texcoco, Nezahualcóyotl, quien, en uno de sus múltiples paseos por el Bosque de Chapultepec (invitado seguramente por el tlatoani de México-Tenochtitlan, Moctezuma Ilhuicamina) sembró este otrora robusto árbol hacia el año de 1460.

Efectivamente, en varios documentos que narran la historia del orgulloso pueblo azteca, se pueden advertir algunos pasajes en los que se describe cómo el sabio gobernante acolhua participó activamente en la siembra de varios ahuehuetes en la zona, “donde también abundaban los manantiales y la entrada al inframundo”.

En nuestros días aunque el llamado Sargento es un árbol de larga duración (los ahuehuetes pueden alcanzar los 400 años sin mayor problema) ya no es más un ser vivo. No obstante, aún luce fuerte y erguido su grueso tronco tal y como lo vislumbraran el soberano texcocano y su contraparte, el primer Moctezuma, cuando lo plantaron una hermosa mañana de primavera en el Valle de México ¡hace más de 500 años!

TRIBUNA MONUMENTAL
Dedicado a la memoria de los pilotos que conformaron el Escuadrón 201, este espacio se localiza a espaldas del famoso ahuehuete conocido como “El Sargento”.

Tallado en fina piedra blanca, este monumento es conocido como la Tribuna Monumental debido a que su diseño evoca aquellas graderías en las que los romanos se sentaban a escuchar los discursos o anuncios que les tenían preparados sus gobernantes durante los mejores años del Imperio.

Trasladado este concepto al ámbito del Bosque de Chapultepec, el también llamado Monumento a las Águilas Caídas recuerda a cada uno de los pilotos que participaron en aquella misión, en la que puntos mexicanos fueran alcanzados por las balas japonesas durante el desarrollo de la fase final de la Segunda Guerra Mundial, con sendas placas ubicadas a los costados y al centro de la Tribuna.

En éstas aparecen, con grandes letras doradas, los nombres y los cargos de los más de 200 hombres que integraron aquella histórica cuadrilla.

AUDIORAMA
Ubicado a espaldas de la Tribuna Monumental, este rincón albergaba durante la época prehispánica una espectacular caverna que conducía hacia el Mictlan, el reino de los muertos.

En la década de los 70 del siglo pasado, este espacio fue acondicionado para convertirse en un “refugio para los amantes de la lectura” quienes, acompañados de sus mejores amigos, los libros, pueden alejarse verdaderamente del ruido que predomina en otros sectores de la gran ciudad para pasar horas de sano esparcimiento escuchando lo mejor de la música armoniosa para leer.Si eres devorador de libros, éste es un lugar que no puedes dejar de conocer. ¡Te encantará!

BAÑOS DE MOCTEZUMA
Durante la época precolombina, en el Bosque de Chapultepec existían varios manantiales que proveían de agua potable a la gran México-Tenochtitlán, la ciudad en medio de los lagos, que por esas mismas razones necesitaba surtirse del vital líquido mediante un ingenioso sistema de acueductos que nacían justamente en tierra firme, a los pies del «Cerro del Chapulín».

En nuestros días, ya nada queda de aquellos estanques en los que el agua brotaba transparente permitiendo a los soberanos mexicas bañarse en Chapultepec o bien encaminar el «oro líquido» hacia los contenedores que, kilómetros lago adentro. abastecerían a los habitantes de la poderosa ciudad de Huitzilopochtli para mitigar su sed, ayudarlos a preparar sus deliciosos platillos y asearse.