Los socavones y la falta de memoria social

La noticia de estas semanas en la Ciudad de México fue los La noticia de estas semanas en la Ciudad de México fue los  socavones que aparecieron. Pero igualmente la noticia  de la tercera semana de enero de 2013 fue el súbito socavón que amaneció un día en los carriles centrales del Periférico. Hace más de cuatro años Ramón Aguirre Díaz, director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, informaba que estos sucesos, cada vez más frecuentes, se deben a que la antigüedad de las tuberías puede datar del siglo XIX y que la fuga constante en la red hidráulica de 25 mil kilómetros de tubería y drenaje provocaba reblandecimiento y deslave del suelo hasta que el pavimento quedaba sin soporte y se hundía.Sin embargo, también informaba que se estaba preparando un programa que iba a cuadruplicar las inversiones para la sustitución de tuberías –incluidos los cortes de agua que hemos padecido en los últimos años para el mantenimiento del sistema Cutzamala– para que se cambiara la tercera parte de las mismas. En 2017, hay un mapa de los socavones originados en distintas zonas de la ciudad. Los más famosos son el ubicado en Colón y Humbolt, a una cuadra de la Alameda, a diez metros del Paseo de la Reforma y el de Eje 8 Sur en la colonia Santa Cruz Atoyac. Evidentemente, no se ha sustituido la tubería en la proporción ofrecida ni se han emitido procedimientos para hacer frente a las consecuencias de una afectación en la infraestructura urbana. El tiempo de reacción es lento y no existen protocolos establecidos que permitan atender las urgencias. Esto ya lo escribí en el 2013, ofrezco una disculpa por repetirme en las ideas, pero lo que sucede es que Ramón Aguirre declaró hoy exactamente lo mismo que hace cuatro años.  Ahora el tono es quejumbroso. El funcionario dice que la Federación y los diputados locales recortan el presupuesto sin que les importe la gravedad del problema e informa que hay 22 socavones y la probabilidad de que proliferen es muy alta. Necesitan más de 10 mil millones de pesos para arreglar el drenaje y otro tanto para la tubería de agua potable. ¿Qué esperamos como ciudad? ¿En qué estamos gastando el presupuesto? ¿La política del subsidio generalizado en el consumo de agua es correcta? ¿De dónde va a obtener la ciudad los recursos para resolver este problema? ¿Los gobiernos con compromiso social deben destinar el gasto sólo a políticas asistenciales o también preocuparse por la inversión en infraestructura? ¿Qué es más valioso para la ciudad? ¿El suministro de agua potable (40 por ciento se pierde en fugas) o conciertos gratuitos en el Zócalo, pistas de hielo, transferencias a troche y moche a grupos clientelares y condonaciones de pago de impuestos cuando se acercan las campañas políticas? No es posible afirmar que la Ciudad de México ha sido bien administrada o que no está en quiebra, cuando los elementos mínimos de desarrollo urbano –entre ellos la red hidráulica– tiene una antigüedad de 57 años en promedio. El director del Sistema de Aguas lleva, por lo menos, cuatro años avisándonos que vivimos en una ciudad minada, pero sólo sale a declarar a la prensa cuando hay una inundación grave o los socavones aparecen en las zonas céntricas o de mayor plusvalía y con el libreto de siempre: no hay presupuesto, sin embargo, para el ejercicio siguiente ya habrá lo suficiente. En la Ciudad de la Esperanza, lo que muere al último es la esperanza de que algún día se dará un mantenimiento a la tubería o que no seremos una de las víctimas que caigan en una oquedad. En la Capital Social siempre hay millones de pesos adicionales para atender a los damnificados, pero no hay para prevenir las tragedias ni atajar los males que todos saben que van a ocurrir tarde que temprano.
Hay un aprovechamiento de la mala memoria social y la desviación de la atención ciudadana a lo urgente para que no se vea lo importante. Éstos son los temas que deben discutirse en las próximas campañas y que haya el compromiso de destinar recursos a la rehabilitación de las redes hidráulicas y la convicción de que la forma sana de resolver los problemas de fondo es que todos aportemos más y oportunamente. Por favor, ya no vengan con el cuento de que las lluvias son atípicas cuando, según el meteorológico nacional anunció que la precipitación pluvial está en el promedio de cada año, ni que había un plan ya elaborado que casualmente iba iniciar el año entrante, cuando un partido político lleva más de veinte años gobernando sin resolver el problema y sin intenciones visibles de hacerlo. Al cabo que de la tubería y el drenaje sólo nos acordamos cuando aparece un socavón.