Estado Islámico comienza a recuperar Libia

La rama libia de la organización yihadista Estado Islámico ha comenzado a recuperar posiciones en el centro-norte de Libia, apenas nueve meses después de que fuera expulsada de la ciudad de Sirte, su bastión más occidental.
En las últimas horas, la agencia Amaq, órgano de propaganda del EI, ha difundido un nuevo vídeo en el que se observa que los yihadistas han levantado un puesto de control en la carretera que une el oasis de Jufra y la localidad costera de AbuGrein, al oeste de Sirte.
En las imágenes se observa a milicianos barbudos, con banderas del EI y fusiles de asalto, que detienen a los camiones y automóviles que transitan por esta vía, usada también por contrabandistas de combustible, armas y personas procedentes de las regiones meridionales.
«Pese al gran golpe que sufrió el pasado diciembre en el norte de África con la pérdida de Sirte», los yihadistas «ahora tratan de reagruparse desde las posiciones y cuevas del desierto en las que se refugiaron», afirma el analista libio Abdelkader al Assad.
«Los terroristas del EI siguen haciendo entradas espectaculares en Oriente Medio y en Europa, y Libia no es una excepción», agrega.
Ejemplo de ello, recuerda, fue el ataque hace una semana a un puesto de control en el extrarradio de la propia Jufrah, en el que los yihadistas mataron a 14 personas, 12 de ellas miembros de la milicia que dirige el mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte del este de Libia.
Los dirigentes del EI «abandonaron Sirte hace un año, cuando finalmente comenzaron los bombardeos estadounidenses y se dispersaron por toda la zona de Jufrah y Bani Walid en espera de que pasara la tormenta», explica una fuente de inteligencia europea.
«Hace ya unas semanas que se había detectado cierta reorganización, sobre todo en la zona entre Jufra y las ciudades del sur, como Sebha», indicó la fuente.
Esos movimientos llevaron a que la coalición de milicias próximas al gobierno de unidad sostenido por la ONU en Trípoli, dirigidas por la ciudad de Misrata, decretara a finales de julio el estado de alerta máxima.
En declaraciones a los medios, el general de brigada Mohamad al Ghosari, portavoz de la citada alianza, conocida como «Buyan al Marsus», reveló de que tenían información sobre los planes del EI de lanzar un ataque a gran escala contra la ciudad.
«Hemos reforzado nuestra presencia militar en la ciudad, en áreas como el distrito de Al Sabah, donde hemos acumulado vehículos artillados», explicó.
Una medida similar adoptó el llamado Ejército Nacional Libio (ENL), dirigido por Hafter, que movió hombres, armas y equipos hacia los barrios del este y la carretera que parte de Sirte en dirección a las instalaciones petroleras del golfo de Sidrá, las más importantes del país.
«El problema es el mismo que antes de la ocupación de Sirte», en febrero de 2015, explica la fuente de inteligencia.
«No existe una fuerza conjunta. Misrata acusa a Hafter de hacer la guerra por su cuenta y viceversa», añade.
Al Ghosari fue, en este sentido, explícito el pasado julio cuando aseguró ante la prensa que la reagrupación de los yihadistas era factible porque se movían con facilidad «en el sur y el este de Sirte».
Hafter, un antiguo miembro de la cúpula militar que aupó al poder al dictador Muamar El Gadafi (quien gobernó Libia entre 1969 y 2011), y que años después fue reclutado por la CIA y se convirtió devenido en su principal opositor desde el exilio, no participó en la reconquista de Sirte, pese a dirigir una milicia poderosa.
Solo a finales de septiembre de 2016, cuando comenzaron a arreciar los bombardeos estadounidenses, Hafter aprovechó para avanzar desde su cuartel en Bengasi y conquistar los puertos de Ras Lanuf y Sidrá, claves en la industria petrolera libia.
Apoyado por Rusia, Egipto y Emiratos Árabes Unidos -que rompieron el embargo de armas impuesto por la ONU- se afanó después en la conquista de Bengasi -a la que había puesto cerco en mayo de 2014- y de la ciudad de Derna, principal núcleo del yihadismo en el norte de África.
Actualmente, controla cerca del 70 por ciento del territorio nacional y se presenta como el adalid de la lucha contra el terrorismo y como la única fuerza que puede estabilidad un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil.
Una imagen que no comparten en el oeste, especialmente en Misrata, donde creen que Hafter «utiliza la cuestión de la lucha contra el EI en beneficio propio».
«No se ha implicado de verdad en la persecución del EI» en el centro del país, donde vuelve a crecer aprovechando una vez más la división que tanto le beneficia, afirma un alto mando de Misrata.