¿Frente amplio: qué; para qué; quiénes y, por qué?

Ahora que ha surgido la idea de formar un frente amplio opositor para las próximas elecciones presidenciales, afloran una serie de cuestionamientos que versan sobre forma y fondo en su construcción, que deberán se disipados y cuidadosamente confeccionados desde su creación hasta el impacto que pueda causar en la vida interna de las instituciones políticas participantes, pasando además por la fatalidad de los tiempos legales que reducen el margen de maniobra.

Para nadie es un secreto el crecimiento de MORENA y el liderazgo de López Obrador, como tampoco el demerito del PRI; en cuanto al primero, se señala su tendencia populista; ser dueño de la verdad absoluta; sin interés por las instituciones, en síntesis: un monócrata. En relación al revolucionario, si bien despertó expectativas al inicio del sexenio, su retorno al gobierno solo le ha servido para evidenciar sus viejos vicios, aunado a desastrosos resultados.

Ante ese panorama y bajo las condiciones en que se encuentra el país, habemos quienes creemos en la necesidad de edificar una opción diferente a las anteriores y viable, bajo una base democrática que mediante la construcción de formas institucionales, garantice un cambio de régimen y del sistema político, ambos están agotados. En esa medida resulta pertinente de manera excepcional la conjunción de instituciones políticas, liderazgos sociales y ciudadanos.

Así se han despertado expectativas, en tanto que no se trata de un proyecto ideológico que abarque posturas encontradas, por el contrario, vista desde una perspectiva de alianzas partidistas y sociales, debe prevalecer el ánimo constructor encaminado a cimentar bases sólidas que garanticen armonía social; ética en el servicio público; igualdad y libertades en democracia. Como diría don Jesús Reyes Heroles, cambiar viejos modos por nuevos modos.

La tarea es difícil y por lo mismo se justifica la suma de esfuerzos, si el fin es noble, en consecuencia la disyuntiva por el bien mayor se encuentra plenamente sustentada, aunque si bien es cierto, que inicialmente se origina desde las organizaciones políticas, también es que esa alianza se encuentra supeditada a que encuentre terreno fértil en la comunidad social.

No obstante, en el mar de protagonismos parafraseando a Enrique Krauze, se corre el riesgo de terminar ahogados en las aguas del pantano. Las interminables deliberaciones al interior de los Partidos Políticos, sus márgenes estatutarios y además las pretendidas imposiciones, son una camisa de fuerza que constituyen un riesgo latente.

La intención es vista con buenos ojos en lo general, en las particularidades es donde salen a relucir los diques: ¿quién la va a encabezar?, sin olvidar además que hay nueve gubernaturas en juego. ¿Los Partidos irán a sus internas para después decidir?, se me hace un absurdo; o bien ¿la alianza será con quien resulte el candidato del PAN, Partido que va como puntero en las encuestas?, no creo que acepten esta fórmula.

Ese punto es fundamental, pues además de la propuesta, lo que daría legitimidad al movimiento, no es quien vaya al frente únicamente, también cuenta la transparencia en la forma de su selección como elemento esencial para obtener el consenso y el éxito de los objetivos que se persiguen, tal cuestión obliga a considerar las primarias a través de un método que sea democrático y aceptado por todos.
El barco ha zarpado, lo conveniente es remar todos para el mismo lado.