Ciudadanos sin partido, vitales en triunfo de PRI; propuesta debe ser atractiva: Dulce María

Dulce María Sauri, la presidenta del PRI en 2000, cuando su partido perdió la Presidencia por primera vez en su historia, advirtió que “una derrota en la elección presidencial de 2018 encontraría al partido en condiciones de mucha mayor vulnerabilidad que en el año 2000”.

En entrevista con un Diario de circulación nacional, la ex gobernadora del estado de Yucatán dijo que para la elección presidencial del próximo año, en el PRI “necesitamos una candidatura fuerte en lo interno, con apoyos sólidos en la base priísta. Pero eso no es suficiente para ganar… El voto “duro” es claramente insuficiente para triunfar.

Se requiere, como en 2012 —en el triunfo de Enrique Peña Nieto—, del apoyo de ciudadanos sin partido, atraídos por una candidatura y una propuesta, que tiene que venir del nuevo Programa de Acción”.

En opinión de Sauri, el debate de los “candados” para la postulación de un candidato presidencial, en la próxima asamblea priista, ya está zanjado de forma parcial desde 2013. Dijo que a diferencia de lo sucedido en 1987-1988, con la Corriente Democratizadora de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, que rompieron al PRI, en esta ocasión no ve en el horizonte priista un fenómeno como el de entonces, aunque señaló que “no puedo decir lo mismo de las erosiones o separaciones”.

Como expresidenta del PRI, ¿cuál es su opinión? ¿hacia dónde se debe dirigir el partido?

Ganar las elecciones presidenciales de 2018 es propósito, objetivo y meta. En ese sentido, primero tendrá que revisar sus condiciones para competir exitosamente y hacer lo necesario para recuperar, al menos en parte, el caudal de votos perdidos desde 2015. En lo interno, habrá de revisar su estructura electoral y reforzar su capacidad de movilización política. Los procesos de postulación de candidatos y candidatas: a las senadurías, diputaciones, presidencias municipales, congresos locales y ocho gubernaturas, serán igualmente importantes que la postulación del candidato o candidata a la Presidencia de la República. La concurrencia electoral será un importante reto. También como importante tarea interna, el PRI tiene la elaboración de su Programa de Acción, que será la base de su Plataforma electoral hacia el 2018. En lo externo, el principal problema es su relación con las grandes clases medias urbanas, definidas por sus aspiraciones, no por sus ingresos. El voto “duro” es claramente insuficiente para triunfar. Se requiere, como en el 2012, del apoyo de ciudadanos sin partido, atraídos por una candidatura y una propuesta, que tiene que venir del nuevo Programa de Acción.

¿Debe recuperar su filosofía Revolucionaria?

Si podemos hablar de un principio “pétreo” del PRI desde su origen como PNR en 1929, este sería la Justicia Social. Es la expresión popular del Estado de la revolución. Cómo se expresa este compromiso fundacional en la segunda década del siglo XXI, es la pregunta cuya respuesta exige imaginación y compromisos contundentes, a nivel de política pública y de acciones institucionales. A diferencia de buena parte del siglo XX, del modelo de desarrollo fincado en la sustitución de importaciones y en la acción del Estado del Bienestar, en la actualidad, el reto es construir una nueva vía para realizar los propósitos esenciales de la Revolución en un mundo globalizado. No se trata de promover un regreso al pasado porque éste simplemente ya no existe, sino de encontrar nuevas formas de expresar este compromiso. El PAN busca el bien común, como una suma de bienestar de los individuos; el PRI, la justicia social, entendida como un compromiso con el bienestar colectivo y de ahí, partir hacia el bienestar personal y familiar.

¿Debe abrir los candados para que alguien que no es militante priista sea candidato a la Presidencia de México en 2018?

Los llamados “candados”, entendidos como requisitos de desempeño previo de un cargo de elección popular para los candidatos a las gubernaturas y a la Presidencia de la República, fueron establecidos en la XVII Asamblea, en 1996. En la XXI Asamblea, de marzo de 2013, fueron eliminados. Asimismo, fue atemperado el requisito de militancia en el Partido, a través de la figura de “simpatizante ciudadano” (art. 166, penúltimo párrafo), que permite la postulación de aquellas personas cuyo prestigio y fama pública “señalen que se encuentran en un nivel de reconocimiento y aceptación superior al de los militantes que aspiren al mismo cargo”. Será la Comisión Política Permanente del Consejo Político Nacional la que apruebe la postulación de los “simpatizantes ciudadanos” en los procesos de postulación de las candidaturas. A mi juicio, el candado para la postulación de un no-militante priísta ya ha sido abierto, al menos parcialmente, desde 2013.

¿Después de la asamblea del 12 de agosto se imagina a un PRI más unido o desunido por diferencias ideológicas?  

No serían diferencias ideológicas las que podrían desunir al PRI, sino deficiencias en la negociación interna hacia la postulación de candidatos. La única fractura real que ha experimentado el PRI por causas ideológicas se dio en 1987, cuando chocaron dos visiones de país y desde luego, de candidatos. Las demás separaciones, han sido erosiones de carácter coyuntural. No considero que se avizore un fenómeno como el de 1987-1988.

¿Qué le augura usted al PRI después de esta asamblea?

Más que pronóstico o augurio, quiero pensar que el PRI abordará su tarea coyuntural más importante: definir la estrategia y los mecanismos a aplicar en el proceso interno de postulación del candidato o candidata a la Presidencia de la República. No sólo importa la persona y el programa que habrá de impulsar, sino las formas como se ventilarán internamente y de cara a la sociedad a los distintos prospectos presidenciales. Requerimos ciertamente de la opinión favorable de una mayoría de priistas, pero también de un sector de la sociedad desde antes que formalmente inicien las campañas políticas. Necesitamos una candidatura fuerte en lo interno, con apoyos sólidos en la base priista. Pero eso no es suficiente para ganar. El desarrollo del proceso interno puede ser la oportunidad para llamar la atención en forma positiva hacia el PRI.

¿Es en realidad un renovarse o morir para el partido, que no sucedió en el 2000, después de la derrota en las elecciones presidenciales?

El PRI tuvo la oportunidad de renovarse a partir del 2 de julio de 2000, cuando la mayoría de las voces auguraban su fractura, pulverización, hasta su desaparición. Sobrevivimos, nos reorganizamos y 12 años después, volvió a ganar. Una derrota en la elección presidencial de 2018 encontraría al partido en condiciones de mucha mayor vulnerabilidad que en el año 2000. Pero ahora, en este segundo semestre de 2017, hay que pensar en hacer las cosas muy bien para competir y por qué no, ganar en 2018.