Cantera de la emoción

Alejandra Ramírez tiene apenas 15 años y ya es la concertino de la Orquesta Sinfónica Infantil de México (OSIM). Para ser la primer violín de la orquesta tuvo que competir duramente con otros niños: “Todavía no me cae el veinte de que haya sido seleccionada como concertino… pero vamos a echarle ganas y seguir adelante”, dice emocionada. Desde el 18 de julio, ella y otros 122 niños de todo el país se preparan para llevar a cabo su tradicional gira nacional.

Este año será la número 26 y, como en cada periodo, el espíritu que sostiene todo es “la emoción que provoca la música”, explica el maestro Eduardo García Barrios, director del Sistema Nacional de Fomento Musical.

Todo aquí es entusiasmo: en un hotel apartado del bullicio, en Amealco, Querétaro, más de 160 personas, entre jóvenes músicos, coordinadores, tutores, maestros y lauderos, conviven durante más de 20 días para hacer realidad uno de los programas más nobles de la administración pública cultural mexicana: la conformación de una orquesta de chicos, de 70 hombres y 52 mujeres, que llegan de todos los rincones del país.

La OSIM se conforma cada año con los niños que son seleccionados por un grupo colegiado. Cada aspirante envía una muestra del nivel que posee. Para integrar la orquesta de este año se recibieron 450 videos de donde salieron los elegidos. Una vez notificados, el Sistema se hace cargo de ellos; a cada uno lo recogen en terminales de autobuses o aeropuertos para concentrarlos en un campamento. Ahí se prepararán para dejar lista la gira nacional que este año incluye cinco conciertos. Muchos jóvenes provienen de municipios golpeados por la violencia y la gran mayoría comenzó a formarse en orquestas comunitarias o pequeñas agrupaciones que surgieron en sus estados. La idea esencial, dice Barrios, no es formar músicos ni definir vocaciones, se trata simplemente de ocupar el tiempo del joven, de volcarlo hacia la emoción que produce tocar y ser parte de un grupo que está haciendo música.

Así ve las cosas David Alvarado, un joven que ya estudia la prepa y toca el corno. “Yo no pienso dedicarme a la música, más bien lo veo como un apoyo en mi carrera”, dice. David es de Chihuahua, quiere estudiar finanzas y piensa que la música puede ayudarle a conseguir una beca para continuar sus estudios. Aunque es identificado por los maestros como uno de los jóvenes más inquietos, ha adquirido con la música algo fundamental para lograr sus sueños: disciplina.

Y no es que se imponga un régimen militar en el campamento —al contrario, todos se integran y participan en sesiones de karaoke, torneos de futbol o creando pequeños ensambles con los que después compiten—, lo que pasa es que la música hace su trabajo y existe un motor mucho más potente que se llama emoción.

La ternura y el amor son líneas metodológicas del modelo que estamos construyendo; la emoción es el motor que permite ir desarrollando ese concierto del lenguaje musical y la técnica instrumental. Sin la emoción serían robots simplemente, bajo esa premisa es fácil trabajar; respetamos profundamente a los niños y los jóvenes, no los estamos educando, estamos trabajando junto con ellos para crear una energía colectiva que se expresa en música”, explica García Barrios.

El programa está cumpliendo 16 años, pero los recortes presupuestales han provocado que ahora sólo se lleve a cabo un campamento anualmente. El director de orquesta piensa que es necesario seguir defendiendo el Sistema, particularmente la continuidad de proyectos como las orquesta escuela y el movimiento de agrupaciones comunitarias. Por lo pronto, la gira 26 de la OSIM comenzará el 2 de agosto en la parroquia de San Miguel Arcángel de Temascalcingo, Estado de México.El resto de los conciertos incluye el Teatro de la Ciudad San Francisco, de Pachuca, el 3 de agosto; el Centro Fox, en San Cristóbal, Guanajuato, el 4 de agosto; el Teatro Elisa Carrillo del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario de Texcoco, el 5 de agosto.
; y el Palacio de Bellas Artes, el 6 de agosto (14:30 y 17:30 horas).