‘La desobediencia de Marte’, dos miradas del universo

Cuando radicó en Berlín Oriental, en 1982, Juan Villoro escribió su obra teatral La desobediencia de Marte tras leer el libro Los sonámbulos, del húngaro Arthur Koestler. A 35 años, el texto por vez primera abrirá el telón en México con un elenco conformado por Joaquín Cosio y José María de Tavira.

Los actores interpretarán a dos astrónomos, en un duelo de ideas, a partir del 4 de agosto en el Teatro Helénico.

“Koestler escribió temas de sociología, El cero y el infinito, sobre el socialismo totalitario, de científicos y teatro. Los sonámbulos era acerca de la conquista del cielo, de cómo desde el principio se resolvieron los enigmas de lo que ocurre en el universo.

Ahí aparece el encuentro, en 1600, entre Tycho Brahe, el mejor observador fáctico del universo, y Johanes Kepler, con una capacidad teórica fuerte, pero con mala vista. Me pareció que el encuentro contenía el germen de una posible obra de teatro, porque eran dos personas que se necesitaban y recelaban una de la otra. Eran dos maneras distintas de observar el cielo”, explicó Juan Villoro en conferencia de prensa.

La obra aborda el encuentro de los dos astrónomos reunidos para descifrar las órbitas de los planetas. La anécdota está mezclada con la vida íntima de los actores, de Cosio y De Tavira, dos generaciones enfrentadas, quienes establecen una relación entre padre e hijo.

“Tiene que ver con la identidad masculina. No es sólo la tensión entre los astrónomos, sino entre los actores, el joven y el viejo.

Cosio se ha revolcado en todos los fangos, en televisión, cine, comerciales y De Tavira ve el mundo a través de un gran purismo. Son ideas distintas de lo que significa ser un hombre”, detalló el director Antonio Castro.

La obra tuvo una versión con una compañía chilena estrenada en el Festival Puerto de Ideas 2017, sobre ciencia y arte, que se realiza en Antofagasta.

“El nivel lingüístico, verbal, es de gran perfección y ambición. Los personajes tienen una confección de una pulcritud y una respiración que hace la obra complicada.

Es un texto ambicioso en una gran cantidad de sentidos. En el sentidodramático tiene una complejidad fantástica. Es el gran reto de nosotros, pero también ahí está su gran belleza y fascinación”, señaló Cosio.

Para José María de Tavira el lenguaje es “denso, rico y musical” y es entonces cuando se vuelve complejo y a la par, sencillo.