Jóvenes inhalan solventes para mantener una figura esbelta: IAPA

La preocupación por bajar de peso o mantener una figura esbelta ha provocado que principalmente las jóvenes sean quienes recurran al uso de solventes, como Tania, quien para evitar subir de talla hace lo que sea, como inhalar estas sustancias. “Así me gusta: estar flaquita, delgadita”, afirma.

Esta joven que vende dulces afuera de una estación del Metro asegura a Imagen Televisión que usa los solventes “porque es una adicción para mí… y… pues me gusta”, aunque esto también lo ve como una opción para bajar de peso y lucir siempre delgada.

¿Es muy común que las jóvenes de tu edad inhalen solventes para estar delgadas?, se le preguntó a Tania. “Pues sí es muy común”, respondió y aseguró que no tiene miedo a enfermarse ni a las afectaciones que esta sustancia cause a su cuerpo.

Aunque aún no está documentada esta práctica, especialistas en prevención de adicciones han empezado a investigar del tema.

“No hay estadísticas, no hay entrevistas a los jóvenes, pero si ellos manifiestan que algunas chicas empiezan usar inhalantes cuando saben que inhiben el hambre, me parece una decisión terrible”, comentó la directora General Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones (IAPA), María Tapia, para una estación radiofónica a nivel nacional.

Los solventes son de fácil acceso, ya que son sustancias legales que regularmente tienen uso doméstico, sirven para pegar, pintar, limpiar, dibujar. Actualmente está de moda usar desengrasantes de cocina y limpiadores de computadora; sin embargo, las consecuencias para la salud por el uso de esta droga son irreversibles.

Los inhalables como sustancias psicoactivas tienen un efecto directo en el cerebro y alteran las funciones cerebrales, una de ellas es inhibir, la sensación del hambre; otra es perder la percepción de espacio y tiempo, ya que es un relajante, es depresora del sistema nervioso central”, explicó la titular del IAPA.

Los solventes resecan la piel, irritan la mucosa de los conductos por donde pasan, llegan a los pulmones, son absorbidos por los organismos y son transportados por la sangre a diferentes partes del cuerpo.

Así, estas sustancias afectan el sistema auditivo, el visual, el motriz y el lenguaje; alteran las emociones, el buen juicio, la memoria, la coordinación y matan las neuronas.