Imposible tomar en serio a Mayweather vs. McGregor en su Wild West Show

El legendario Buffalo Bill divide a los historiadores del siglo XIX, fue un héroe para unos o un sanguinario asesino de indios para otros. Pero su vida inspiró obras de héroes y villanos con ese tramo de la historia del lejano oeste como gran escenario. Por paradoja, ese “héroe” terminó recorriendo el mundo con un circo, el “Wild West Show” en donde actuaban los mismos indios contra los que había combatido, incluso su héroe mayor, el legendario jefe de los siux, Toro Sentado.

La humanidad nos tiene acostumbrados a reciclar sus peores historias o como en este caso a reincidir en sus finales más grotescos, transformando a héroes legendarios en patéticas caricaturas de sí mismo. Eso serán los dos rivales del 26 de agosto en el T-Mobile de Las Vegas, Floyd Mayweather y Conor McGregor.

Un boxeador retirado con inmaculado record profesional y la figura del momento en las Artes Marciales Mixtas, convirtiendo la respetada historia de sangre, sudor y lágrimas de sus respectivos deportes en una vulgar payasada circense.

Ellos son el Buffalo Bill y el Toro Sentado de nuestra historia. Dos bufones sin gracia, transformando su propia biografía deportiva en una farsa denigrante y aceptando la humillación de ser aplaudidos como payasos, antes que como unos héroes deportivos.

Pero la Comisión Atlética de Nevada les otorgó el permiso a la pelea, la Comisión Atlética de California le otorgó la licencia que habilita a boxear profesionalmente a McGregor y varias autoridades del boxeo, como el presidente de la OMB, Francisco Valcárcel, han dicho que no ven ningún impedimento ya que el combate se hará respetando las reglas del boxeo. Es decir, el mal esta hecho, está oficializado y tiene apoyo.

Ante ese panorama, a quienes somos encargados de la narrativa boxística nos corresponde también ser parte en la historia de este show grotesco al que nos resulta imposible encontrarle una sola clave deportiva siquiera. Por un lado, un ex campeón mundial que cerró su carrera con 49 victorias y ninguna derrota. Un campeón en que – pese a su personalidad controversial y pese a sus detractores – su calidad boxística siempre despertó unanimidades.

Por el otro lado, un sólido campeón de MMA con un record de 21-3 en su disciplina, pero que debutará en el boxeo con un record 0-0 y que hasta el momento no ha logrado enseñar, siquiera, que domine las herramientas básicas del pugilismo.

No hay pasado boxístico al que acudir para imaginar una pelea de verdad. No hay elementos de ninguna clase que nos permitan imaginar algo diferente al fiasco que prometen Floyd y McGregor.
Ni siquiera existe la capacidad de inventar la ficción de un comentario serio sobre algo que de serio no tiene nada.

Por ello, no podemos tomarnos esto con seriedad. Hasta por una cuestión de respeto a nuestra profesión asumimos el compromiso de hablar de Floyd y McGregor, pero lo hacemos desde la visión que merece esta payasada: desde lo grotesco, desde lo ridículo, desde la exaltación del mal gusto como contribución al verdadero lugar que este show merece en la historia del boxeo. No hay como buscarle “la quinta pata al gato”, es decir, esperar que en algún lugar exista el secreto escondido donde se revela que el 26 de agosto habrá en el ring algo más que un show destinado a hacer reír, tomando a broma tanto el boxeo como las artes marciales mixtas.

Una pelea de boxeo ocurre cuando se enfrentan dos rivales con historias parecidas, con un pasado de guerras, de grandes victorias, de rostros lastimados, definiciones emocionantes, históricos intercambios, magistrales demostraciones de esgrima boxística, finales electrizantes, polémicas definiciones que nacen de la paridad de fuerzas o ejemplos de valor que honran tanto al vencedor como al vencido, otorgándoles un mismo plano de admiración entre los fanáticos. En lo previo, Mayweather vs. McGregor no pueden prometer nada de eso.

Sin embargo, lo que esta pelea no nos brinda a nosotros desde lo deportivo, si complace a quien la espera con la expectativa de la fantochada o la ridiculez.

En ese escenario hay mucha tela para cortar y nos ponemos a tono, hasta incluyendo en el video asociado un nuevo personaje: El “Mago MayGregor” y sus claves grotescas .

Claves que también merecen su espacio en esta columna. Habrá que buscar muchos ejemplos para encontrar alguno similar que pueda superar el “caminar babieca” de Conor McGregor, siguiendo el paseo sin gracia de Floyd Mayweather por el ring montado para una de sus presentaciones. Y si su intento de teatralización cae en lo grotesco debido a su falta de gracia, peor aún es esa parodia de nalgadas que le propina a Floyd. Un Floyd que respetando el estúpido libreto se coloca en posición para ser “nalgueado”.

Eso, sin duda, fue parte del guion en la promoción del evento y en la suma de méritos grotescos, un buen juez le otorgaría en este round el 10-9 al pobre Conor McGregor.

Floyd Mayweather siempre buscó sorprendernos con sus excentridades previo a sus peleas o a su llegada al cuadrilátero.
Le acompañaron músicos amigos o llegó con un sombrero de charro mexicano o hasta cargado como un marajá hindú. Algunas veces reímos sabiendo que aquello no impediría luego verlo trabajar en serio para ganar el combate.

Después de ver a Conor McGregor caminar por la alfombra roja, comprendemos que aquello era apenas una gota de agua ante el océano ridículo del irlandés.