La cláusula humana de exclusión

El origen africano de Homo sapiens se ha determinado porque nunca se han encontrado fósiles más antiguos de nuestra especie en continente distinto que África y el estudio de la genética humana también lo demuestra. Ambas fuentes de información son fragmentarias.
Se trata de una suerte de rompecabezas construido por la evolución de los homínidos durante poco más de cinco millones de años. Venimos hallando piezas de este rompecabezas conforme avanza la investigación paleoantropológica (con fósiles y genes).
Cada vez que hallamos una pieza nueva se reacomodan las previamente encontradas y, así, vamos armando el rompecabezas, lo que nos permite entender cada vez mejor el origen y la evolución de los homíninos, aunque sabemos que nunca dispondremos de todas las piezas completas.
La investigación paleoantropológica se ha desarrollado mucho en las últimas tres décadas.
Los equipos de investigadores han hallado cada vez más fósiles diversos (piezas del rompecabezas)
Los más recientes el Homo floresiensis (que supervivió más de medio millón de años en Indonesia) y el Homo naledi (fósiles de 335 mil años en el sur de África) La genética mitocondrial permite trazar los grandes tipos humanos desde hace 180 mil años (Brown 1980; Cannet al 1987). Así, el consenso científico señalaba que Homo sapiens se habría originado en el África subsahariana hace alrededor de 180 mil años, desde Sudáfrica hasta Sudán y Etiopía, particularmente en el Gran Valle del Rift, a partir de donde los humanos modernos migraron hacia todos los rincones del planeta, en una caminata que tomó alrededor de 70 mil años.
Antes de nosotros, humanos arcaicos como Homo erectus (especie que supervivió durante 1.5 millones de años) también migró desde África oriental hacia el noroccidente africano y Asia; o también Homo neandertalensis y Homo devoniano que, respectivamente, evolucionaron en Europa y Asia.
Los fósiles más antiguos de Homo sapiens se habían encontrado en África oriental, en las riberas del río Omo, datados con 195 mil años (White et al 2003; McDougal et al 2005); antigüedad coincidente con la famosa «Eva mitocondrial» (los genes mitocondriales más antiguos, heredados exclusivamente por vía materna).
Muchas especies arcaicas de Homo habitaron África, Asia y Europa, antes del origen de Homo sapiens. En orden cronológico de aparición: H. habilis, H. rudolfensis, H. ergaster, H. erectus, H. georgicus, H. antecesor, H. rhodesiensis, H. heidelbergensis, H. floresiensis, H. naledi, H. denisoviano, H. neandertalensis.
Algunas supervivieron muchos cientos de miles de años más que nosotros, pero todas se extinguieron cuando, por selección natural, se encontraron inadaptadas al medio ambiente en el que se originaron y evolucionaron.
Pero ahora, nuevas piezas del rompecabezas obligan a reconsiderar la antigüedad de Homo sapiens, situando su origen cien mil años atrás.
Aunque hay quienes todavía dudan no se trate de algún Homo arcaico, el pasado 7 de junio la revista Nature publicó el hallazgo (www.nature.com/news/oldest-homo-sapiens-fossil-claim-rewrites-our-species-history-1.22114), en la región de JebelIrhoud, Marruecos, de los fósiles más antiguos de Homo sapiens descubiertos hasta la fecha, con poco más de 300 mil años.
El descubrimiento dio la vuelta al mundo.
Estos fósiles muestran a Homo sapiens tempraneros con caras similares a las nuestras, aunque de cráneo alargado, menos redondo que el nuestro, como en otros Homo arcaicos.
Este descubrimiento modifica la hipótesis de que nuestra especie se habría originado en una pequeña región de Etiopía y que poco a poco se esparció por el continente africano.
La nueva hipótesis indica que muchas poblaciones de Homo arcaicos ocuparon y se desarrollaron en diversas regiones de África, manteniendo intercambio genético entre ellas, dando lugar a una diversidad de tipos humanos en una red de grupos esparcidos a lo largo del continente africano que, paulatinamente, dieron origen al Homo sapiens moderno, de cráneo redondeado y esqueleto más ligero.
La construcción del rompecabezas evolutivo de nuestros orígenes continuará, dándonos sorpresas y permitiendo comprender cada vez mejor que, de la familia humana (todas las especies del géneroHomo), nosotros no somos los que más tiempo hemos logrado pasar la prueba de la supervivencia de largos plazos evolutivos y que, en la medida que tenemos capacidad de interferir y perturbar procesos planetarios de la biosfera, estamos modificando el medio ambiente que permitió nuestro origen y evolución.
Dicho de otro modo: estamos incrementando nuestra probabilidad de extinción.