¿No hacer nada?

En ocasiones tenemos la impresión que ante la oleada de injusticias, corrupción, violencia y trampas electorales, difícilmente podemos hacer algo, caemos en la indiferencia de dejar pasar, dejar hacer, refugiándonos en las pláticas de café y en los comentarios de las redes sociales, sin percatarnos que esa inactividad está provocando la degradación de la política.
El escritor Alejandro Dumas decía que quienes gobiernan ponen al pueblo según la época y el estilo: cadenas de oro, de plata y culminan con las de hierro, éstas últimas son las que esclavizan.
Los recientes acontecimientos suscitados tanto en Coahuila como en San Luis Potosí, dejan entrever un panorama alentador; el despertar cívico de muchos ciudadanos que comienzan a levantar la voz y hacer eco de la necesidad de transformar el entorno fangoso por el que atravesamos, para limpiar el servicio público, abre la puerta a la esperanza.
En efecto, la participación social en la tierra de Venustiano Carranza y la unión de liderazgos provenientes de diversas fuerzas políticas, con el ánimo de romper cacicazgos y defender la voluntad ciudadana por encima de sus legítimas aspiraciones políticas, son actos ejemplares que nos invitan a reflexionar en el sentido de que se puede caminar en pro de la justicia.
Por otra parte, en tierras potosinas, después de que sale a la luz pública toda una red de corrupción integrada por diputados prácticamente de todos los partidos políticos en contubernio con la Auditoría Superior del Estado, la indignación fue de una magnitud inesperada, rápidamente se formó un Frente Común VS la Corrupción, que ha integrado a organizaciones, liderazgos y personajes de las más variadas ideologías y actividades en aras de un bien superior: pugnar por la justa aplicación de la ley y; rescatar la ética en el servicio público.
¿En qué momento se perdió la brújula en el servicio público?, pues lo que está ocurriendo con los excesos y el cinismo que impera, no únicamente afecta a las arcas públicas, que valga decir ya es motivo grave y deporte nacional que amerita la acción del Estado, aunque en la mayoría de los casos se hace de la vista gorda, bajo valores entendidos, es por ello que esos actos han socavado nuestro frágil sistema democrático y ha puesto en riesgo a las instituciones.
Lo rescatable y digno de aplauso, es que aún contamos con ciudadanos conscientes, hombres y mujeres valientes, dispuestos a luchar y defender los verdaderos valores que nos identifican como mexicanos. En la medida que exista el contagio de la participación de Coahuila y San Luis Potosí, en esa sintonía puede defenderse, impulsarse, establecerse e imponerse una real y verdadera dignidad en la política.