Santiago Formoso en la corte del rey

Era el Cosmos de Pelé, el de Chinaglia, Beckenbauer, Carlos Alberto y Johan Neeskens. Aquel equipo que multiplicó la asistencia a los partidos en los años 70, en la ciudad de Nueva York y que reunió a personalidades como los Rolling Stones, Frank Sinatra, Liza Minnelli y la elite del mundo creado por la Warner Bros. de Steve Ross.

Todos formaban parte de la misma empresa. “Los cantantes venían a vernos jugar, mientras nosotros íbamos a sus conciertos”, recuerda Santiago Formoso, exlateral y compañero de cuarto de Pelé, campeón en 1978. “Salíamos con los personajes de cine y la política. Quien venía muy a menudo era Henry Kissinger, el exsecretario de estado. ¡Era una locura, estaba en todos los partidos! Con los Kennedy, por ejemplo, teníamos que colaborar en eventos benéficos. Estaban muy metidos en la organización de los juegos paralímpicos”.

En términos de marketing, el NY Cosmos lo vendió todo. Frente al beisbol, el basquetbol y los partidos de la NFL, generó contratos millonarios entre las cadenas televisivas, principalmente por Pelé.

“Era como estar en la corte del rey. Pelé puso a Estados Unidos en el mapa del futbol. Cuando vino a jugar, los americanos se dieron cuenta que la asistencia se había multiplicado por 10. Entonces, se preguntaron: ‘¿hay alguien más?’ Y de pronto apareció Carlos Alberto. ‘¿Y quién más?’ Pues Beckenbauer, Cruyff, Neeskens. Sabían bien que la gente quería ver a los mejores jugadores del mundo. Si buscaban hacer películas, tenían que hacer lo mismo”.

Los sueldos, por consecuencia, no eran iguales para todos. “Pelé, Beckenbauer y Chinaglia ganaban un promedio de 50 mil dólares por partido. ¡Por partido! Estamos hablando de los años 70. Yo lo ganaba al año. Era mucho dinero”, agrega.

Formoso llegó al NY Cosmos en 1977, con una primera obligación: ser compañero de cuarto de Pelé antes de los partidos.

“No dormí ni una noche. Prefería no estar, porque era demasiado lo que sucedía alrededor. El primer viaje que hicimos fue a Trinidad y Tobago, en una gira de despedida. Llegamos al hotel, esperando a ver con quién compartíamos cuarto.  A mí no me llamaban, hasta que pregunté: ‘Profe, ¿y en qué cuarto voy yo?’.  ‘No, no, ¡tú vas con Pelé, hombre!’, me dijeron. Me temblaban las piernas”.

A pesar de los títulos, la historia que hizo con el Santos y los tres campeonatos del mundo con la selección brasileña, el comportamiento del 10 solía ser el mismo, contra lo que podía pensarse.

“Era un gran señor. El mejor jugador del mundo, con todo y sus 37 años. Amable y sencillo. El futbol siempre existió en Estados Unidos, pero en segunda plana. Si hoy se juega futbol aquí es por Pelé, no por otra cosa. Fue la llama que hizo que el futbol explotara en el país”.

Por muchos años, el líder en ese NY Cosmos llegó a ser Giorgio Chinaglia. Un bombardero italiano, cuatro veces campeón de goleo e ídolo con la Lazio, que se hizo fuerte entre Franz Beckenbauer y Carlos Alberto, tiempo después.

“Chinaglia era el dueño. Hacía las alineaciones, cambiaba jugadores, te despedía y recibía del club. Si tratabas de quitarle protagonismo, te encontrabas sentado en el banco de suplentes muy rápido. Tuvimos un enfrentamiento muy fuerte en Turquía. A un entrenador le dijo antes de entrar al campo que era su último día y así fue. Tenía mucho poder. Beckenbauer, en cambio, era de carácter fuerte, pero muy correcto, siempre tratando de enseñar algo distinto. Me explicó el futbol de una manera que yo no veía. ¡Alemanes cabezas cuadradas! Cuando iba a Alemania, era para ver al Bayern Múnich. Lo veía de líbero. Una elegancia impresionante”.

Luego, apareció Cruyff. Jugó dos partidos y terminó yéndose, tras haberlo ganado todo con el Ajax y el Barcelona. Ni siquiera entrenó. Los dos mil dólares que le correspondían de premio, los donó a la Unicef por una buena causa.

“Eran palabras mayores. Un jugador completo, tanto en ataque como en defensa. De área a área, un genio. Estuvo dos partidos y los jugué los dos. Uno con todas las estrellas del mundo, que venían de jugar el Mundial del 78, y otro en Inglaterra, en Stamford Bridge, contra el Chelsea. No llegamos a convivir, porque el día de Inglaterra llegó, jugó y se fue; y el día de las estrellas del mundo había tanta fiesta alrededor que no hubo tiempo de hablar. Después, lo llegué a conocer en España, pero ya en privado”, comparte.

Estrellas del futbol, el cine y la política. Las giras del NY Cosmos por otros países tenían que ver con eso, desde principios de los 70.

“Desde Liza Minnelli hasta los Rolling Stone y Frank Sinatra, con quien fuimos a cenar. La élite del mundo de los artistas. Convivíamos con ellos todos los días. En Nueva York era una cosa normal, porque había conciertos, estrenos de películas, obras de pintores famosos, la ópera… todos los días tenías que estar en un evento diferente”.

Por entonces, los partidos en la North American Soccer League (NASL) se oponían a las reglas del futbol clásico. No había empates, cambiaban los fueras de lugar y, si no se encontraba ganador, las cosas se definían por penaltis.

“La FIFA era una organización muy conservadora. Kissinger estuvo muy involucrado en llevar a Estados Unidos el Mundial del 86. Nos hubiera venido bien, porque no habría decaído el futbol. En el 85, dejó de existir la NASL”.

Dos años antes, tras los campeonatos de 1972, 1977, 1978, 1980 y 1982, y sin más figuras de renombre, la historia del NY Cosmos llegó a su fin con la venta de la Global Soccer Inc.,  compañía de la Warner Bros. En números rojos, Chinaglia tomó el equipo por encargo de Steve Ross, pero sin ingresos ni aficionados, terminó cediendo a su desaparición.

“Nadie valoraba a los futbolistas americanos. Lo mismo pasa ahora, en la MLS. A los mismos jugadores europeos, cerrando sus carreras, les pagan una millonada. Mientras que a los ciudadanos del país, casi nada. Pero el trabajo sucio hay que hacerlo. A mí no me importaba correr por Pelé, aunque él fuera al banco con el cheque”.

En los 70, tres canales dominaban la pantalla chica en Estados Unidos: ABC, NBC y CBS. “Si no me equivoco, era la ABC la que tenía los contratos del futbol. Ellos mismos, que eran dueños de los equipos de las Grandes Ligas y el basquetbol, empezaron con la transmisión de los partidos. En vez de pedir 700 millones, pedían mil 400. El NY Cosmos abría fronteras”.

De origen español y carta de naturalización estadunidense, Santiago Formoso fue parte de aquel equipo que pasó a la historia. Un mundo creado por la Warner Bros., en el que los partidos tenían invitados especiales. Desde Frank Sinatra hasta los Stones. Sin contar a la familia Kennedy, que solía organizar eventos especiales. Formoso jugó al lado de Cruyff, Neeskens, Beckenbauer, Chinaglia y Carlos Alberto. Pero sobre todo con Pelé, el único rey.