La agresión que puso a México en combate

El 13 de mayo de 1942, con el hundimiento en aguas del Golfo de México del buque petrolero Potrero del Llano por torpedos de submarinos alemanes, México tenía la justificación para entrar a la Segunda Guerra Mundial en apoyo de los Aliados, particularmente de Estados Unidos.

En la sección semanal Estampa de un Diario de circulación nacional del 19 de mayo de 1942, El Periódico de la Vida Nacional publicó un reportaje firmado por la Redacción, donde se daba cuenta de los pormenores del hundimiento del Potrero del Llano.

El drama de la guerra ha llegado al alma del pueblo mexicano; el Capitán del Potrero del Llano previó en sueños la tragedia que le rodeaba”, decía el encabezado del artículo.

Salpicaduras de la guerra han llegado a México en forma dramática, Nadie sospechaba que nuestro país estuviera tan cerca de la tragedia. Y ésta nos ha alcanzado en lo más hondo y sensible del alma nacional. Sangre mexicana ha teñido las aguas del Golfo. En ellas se ha encontrado la muerte (…) Las luces del barco, rompiendo las oscuridades de alta mar, eran señal evidente de que la Marina mexicana de nada tenía que ocultarse”, se leía.

Alemania aducía que los barcos de México suministraban hidrocarburos a EU; una semana después, el 20 de mayo, Alemania hundía otro buque mexicano: el Faja de Oro.

Dos días después, el 22 de mayo, el presidente Manuel Ávila Camacho decretaba que México entraba en estado de Guerra contra los países del Eje: Alemania, Italia y Japón.

La embajada de México en Suecia notificó la decisión: Alemania se negó a recibirla, Italia y Japón no contestaron. Posteriormente, entre junio y septiembre de 1942, serían hundidos otros cuatro buques: el Tuxpan, Las Choapas, el Oaxaca y el Amatlán.

México participaba así en apoyo de los Países Aliados contra Los países del Eje, suministrando combustible, principalmente para EU.

El gobierno de Ávila Camacho decretó entonces medidas precautorias, como la defensa civil, la incautación y la administración de las propiedades de los residentes alemanes, italianos y japoneses en México; instituyó el servicio militar obligatorio y organizó un Consejo Supremo de la Defensa Nacional.

En 1944, Ávila decretó que las Fuerzas Armadas participarían en la liberación de las islas Filipinas.

Bajo la bandera nacional levantó el vuelo el legendario Escuadrón 201, integrado por casi 300 hombres, que conformaron la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana, que se dirigió al “Archipiélago de las siete mil islas”.

Tras el lanzamiento por parte de EU de las bombas atómicas a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki entre el 6 y 9 de agosto de 1945, Japón se rindió a las fuerzas armadas aliadas el 14 de agosto y con ello habían capitulado ya los tres países del Eje.