Cómo viajar en avión con niños

En nuestros días la mejor manera de realizar un viaje largo es utilizando como transporte el avión; si no, imagina lo exhaustivo que resultaría llegar a Europa en barco como lo realizaba la generación a la que pertenecieron nuestros abuelos, en un trayecto que duraba varias semanas, lo cual resultaba tedioso, agotador y, para algunos, enfermizo. Si bien hay quienes disfrutan enormemente viajar por carretera en auto, camioneta o vehículo, no deja de ser un tanto fastidiosos para algunos miembros de la familia, para quienes llegar al destino debe ser «inmediato». En nuestros días el avión es el transporte más seguro de los que el hombre ha creado, de ahí que sea el medio favorito de millones de personas, pese a que se ha visto involucrado en actos terroristas que le han restado popularidad en años recientes. A continuación te brindamos una serie de consejos enfocados principalmente a los niños, que harán mucho más grato el viaje con la familia y que puedes poner en práctica, tal vez, en las próximas vacaciones.
¿A partir de qué edad puede viajar en avión el pequeño? La respuesta dependerá principalmente del pediatra, quien de acuerdo al peso del niño y su estado de salud dará el visto bueno. En general se aconseja esperar a que el bebé tenga más de tres semanas de vida antes de subirlo a un avión. Hay padres que prefieren esperar a que el bebé haya sido sometido a sus primeras vacunas, más que nada porque en los aeropuertos el niño estará expuesto a muchos gérmenes por la gran cantidad de personas que circulan en ellos.
Ahora bien, una vez que se ha tomado la decisión de viajar en avión con un recién nacido, resulta muy importante la planificación. Lo primero es informar a la aero-línea que se viajará con un bebé, a fin de que le asignen un asiento conveniente (junto al pasillo o en primera fila, para molestar lo menos posible a los otros viajeros). Cabe señalar que cuando el pequeño viaja en brazos de sus padres no pagará pasaje, caso contrario de aquellas ocasiones en que se coloca una sillita especial para su transportación.
Los expertos de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP por sus siglas en inglés) piden que los niños menores de un año que pesen menos de 9 kilos vayan en una silla de seguridad para bebés que mire hacia atrás, como la que se usa en el automóvil, cuyo ancho superior no deberá exceder las 16 pulgadas o 40 centímetros; los chicos que superen un año o rebasen las 40 libras o 18 kilos deben ir en un asiento de seguridad que mire hacia delante, y los niños que excedan este peso deben ir en su propio asiento con el cinturón de seguridad del asiento del avión firmemente abrochado. Otra cosa que es importante planear es el horario de viaje, es decir, trata de conseguir lugar en un vuelo que coincida con las horas en que duerme su hijo, lo cual hará el viaje más sencillo, pues el pequeño sólo despertará para comer; si le dan pecho, obviamente es más fácil, pero en caso de alimentarlo con biberón calcula una buena cantidad de fórmula para el viaje, previendo que el trayecto pueda prolongarse, debido a retraso por mal tiempo, por ejemplo.

Cuando caminan
Los bebés más grandes requieren mayores atenciones, ya que necesitan que los diviertan o querrán caminar por el pasillo si ya pueden andar solos. En tal caso, lleva una maleta de mano con un par de juguetes (no demasiado ruidosos) y algunos alimentos que no se echen a perder fuera del refrigerador, como galletas, jugo, cereal, leche o papillas; estas últimas pueden calentarse si se pide a la sobrecargo.

También es crucial llevar bastantes pañales y toallas desechables para limpiar al pequeño, así como una muda extra de ropa por si se mancha o moja; no olvides bolsas de plástico para guardar ropa sucia o cualquier prenda que esté mojada, así como para meter los pañales sucios antes de tirarlos.

A manera de tip considera lo siguiente: una vez que llegues a tu destino y si hay cambio en el horario con respecto a su lugar de origen, trata de regirte por este último para no alterar el reloj biológico del bebé y respetar sus horas de comida y sueño, pues de no ser así el pequeño la pasará muy incómodo. Si vas a permanecer en este destino por más de una semana, poco a poco ve recorriendo las horas de siesta y alimentación hasta que se haya adaptado a sus nuevas condiciones; si vas a estar ahí menos de siete días no vale la pena hacer pasar malos ratos al chico.

Aerofobia
Así se conoce al miedo a volar en avión, lo cual es más común en los adultos que en los niños, para quienes, generalmente, volar es un hecho extraordinario en su vida y suele producirles ilusión. Sin embargo, no están exentos de padecer nerviosismo, sobre todo si alguien mayor manifiesta aerofobia y motiva la inquietud de los chicos.

Por ello, antes del vuelo es muy importante conversar con ellos haciéndoles entender que los aviones son medios de transporte seguros, en donde las sensaciones que experimentarán son normales y no deben ser causa de inquietud; una buena forma de quitar esos miedos es recordarles que desde el cielo verán las nubes y hermosos paisajes, además de que puedan entretenerse durante el vuelo con cuadernos para colorear, libros de cuentos o juegos de cartas, procurando siempre no incomodar a otros pasajeros.

Embarazada
En términos generales, no hay objeción para que una mujer embarazada viaje en avión antes del séptimo mes, después del cual los ginecólogos no consideran oportuno alejarse del lugar donde se haya planeado dar a luz, como medida preventiva ante posibles imprevistos. A veces los viajes están desaconsejados para las embarazadas porque pueden generar incomodidad y cansancio, por lo que es importante acudir al médico antes del desplazamiento.

Prever y no lamentar
No es necesario armar un botiquín de primeros auxilios para hacer un viaje en avión, pero nunca está demás algunos consejos de gran utilidad antes los problemas más comunes que se presentan en un vuelo común y corriente:

Alergias. Quienes sufren algún tipo de alergia deben tomar las mismas precauciones que cuando están en casa; lleve consigo recetas y medicamentos que toma habitualmente, así como un antihistamínico por si queda expuesto a cualquier sustancia que desencadene una reacción alérgica.
Dolores musculares y artritis (inflamación de las articulaciones). Ambos suelen presentarse, y ser muy molestos, en los viajes largos en los que se ve disminuida la movilidad; dar paseos frecuentes durante el viaje puede mitigar la tensión de las articulaciones y los músculos. Recuerda llevar analgésicos, antiinflamatorios y todos los medicamentos que habitualmente utilice para la artritis.
Deshidratación. Suele ser provocada por el aire acondicionado de los aviones, el cual también reseca las mucosas (principalmente nasales). Para aminorar el problema haga beber líquido frecuentemente a los chico.
Náuseas. No es privativo de quienes viajan en avión, también se presenta en quienes se trasladan en auto o barco. La sensación de vértigo, mareo y estómago revuelto se producen normalmente cuando el cerebro recibe información contradictoria sobre el movimiento, es decir, es una falsa sensación de movimiento o la impresión de que los objetos se mueven o giran, debido a un desajuste momentáneo de los fluidos contenidos en los órganos que controlan el equilibrio (situados en el oído interno). Si temes que alguno de los miembros de la familia sufrirá náuseas, intenta sentarlo cerca del ala del avión, o del lado en el que está acostumbrado a viajar en coche; ponerse tapones en los oídos también puede ayudar, y no olvides tener a la mano medicamentos para las náuseas.
Problemas digestivos. Diarrea o irritaciones intestinales suelen ser causadas por el nerviosismo previo a un viaje; existen medicamentos que se pueden comprar libremente en las farmacias para el control a lo largo de las horas que dure el vuelo. Si alguien de la familia es propenso a estos padecimientos evita darle a lo largo del trayecto bebidas con cafeína y la comida que ofrece la aerolínea, a menos que sea un trayecto muy largo; en tal caso, solicite jugos o agua y realice una comida en forma en los aeropuertos en los que haga escalas para realizar alguna conexión.
Oídos tapados. Los niños son más propensos que los adultos a sufrir las consecuencias de la presurización en los oídos, la cual se produce en el despegue y aterrizaje del avión. Se recomienda chupón y biberón en los más chicos, y a los más grandes ofrecerles chicles o productos que los hagan tragar saliva, lo cual aminora el efecto producido por el cambio de presión en el oído; una segunda medida es aplicar descongestivos nasales en cada fosa una hora antes del despegue y una hora antes del aterrizaje (esto sirve para estrechar las arteriolas de la mucosa nasal y permitir que las trompas de Eustaquio (en el oído) funcionen eficientemente a lo largo del vuelo).
Consulta médica. Antes de realizar el viaje hable con el médico de la familia en relación a los problemas de salud que cualquiera de los integrantes pueda sufrir.
¡Favor de abordar!
Últimos detalles que no deben descuidarse antes y después de abordar el avión:

Llevar a los niños al baño.
Vestirlos con ropa cómoda; incluso, si el viaje es de noche puede ponerles la pijama para que se sientan más relajados.
Platicar con ellos para advertirles que no debe hacerse ruido, que está prohibido caminar por el pasillo y molestar a los demás pasajeros a lo largo del vuelo.
Tener a la mano goma de mascar o golosinas que puedan ayudar en el control de mareos o la sensación de oídos tapados; para los bebés procura chupón o biberón con jugo, agua o leche.
Recordar que las aerolíneas de prestigio tienen como norma abordar y descender primero a niños y adultos con menores, a fin de proporcionarles mayores facilidades, incluso a los demás pasajeros.
Solicitar con antelación, si así se desea, el menú especial para niños que las líneas aéreas importantes suelen preparar.
Preguntar en los sitios de información de los grandes aeropuertos la ubicación de las salas de juegos para niños, sobre todo cuando se realiza un viaje con escalas que suele ser agotador para los chicos.
No permitir que sus hijos corran por los aeropuertos, e incluso, tómelos de la mano en los traslados a pie o al momento de recoger las maletas; recuerde que son sitios propensos a robos y secuestros.
Mantener alejados a los chicos del carrusel en el que se entregan las maletas, pues están expuestos a contacto con más gente que por las prisas puede provocar un accidente; si el padre recoge el equipaje, la madre deberá hacerse cargo de los hijos, y viceversa.