Edomex: polvos de aquellos lodos

Tal como lo habíamos comentado en columnas anteriores, en la elección del Estado de México, sin ningún recato el PRI hace de todo para conservar la gubernatura. Está consciente de los riesgos que corre si pierde la entidad y, por lo tanto, recurre a las más repugnantes prácticas para sostener una posición estratégica rumbo al 2018.
La señal que manda es relevante, pues aunque se anticipaba previsible la conducta desplegada, aquella vinculada con la compra de votos, la intimidación, la calumnia y descalificación de sus adversarios, en los hechos y pese a que apenas inician las campañas, ha rebasado con creces los pronósticos sobre sus artimañas, pisoteando los más elementales valores democráticos, burlándose de las autoridades y actuando con completa impunidad.
En ese contexto, lo único que podemos pensar como resultado de esas acciones, es que sus números no le dan y, por lo tanto, siente la necesidad de recurrir a una serie de artimañas, que seguramente irán desplegándose cada vez con mayor fuerza.
Lo anterior indica que echará mano de su estructura corporativista y clientelar, lucrando con la necesidad de la gente y, a su vez haciendo un acucioso análisis y prospectiva de ingeniería electoral, a efecto de considerar las secciones electorales de rendimiento y riesgo, para operar según sea el caso, en obtener votos a costa de lo que sea o bien, en acciones de contención inclusive intimidatorias en casillas donde saben que los sufragios no les favorecerán.
Mientras eso ocurre, mantiene ocupada a la oposición a través de infundios, calumnias y descalificaciones, particularmente en contra de Josefina Vázquez Mota, poniendo en la agenda una campaña de lodazal, que no son otra cosa que distractores, ayudados desde luego, por toda la fuerza del gobierno de la República, quien a su vez ha mandado a todos los Secretarios de Estado a distribuir dádivas en las regiones marginadas de la entidad mexiquense.
En ese orden, Josefina compite contra Andrés Manuel por un lado y, Peña y el gobierno federal por el otro. En esa medida, es obvia la desesperación de un PRI desprestigiado que no encuentra un apoyo social y, tampoco se resigna a perder el poder.
Caer en el juego perverso del priismo mexiquense no es una opción viable, ya desde los procesos electorales del año pasado se constató el hartazgo de la gente y, a pesar de las estructuras del tricolor los ciudadanos decidieron cambiar de partido. Los electores no son ingenuos, quieren un cambio, ni Montiel, ni Peña, ni Eruviel, ni del Mazo, todos son más de lo mismo.
A Josefina se le presenta una oportunidad de representar el antisistema mexiquense y abanderar un profundo cambio en la entidad, contrarrestando los posicionamientos mesiánicos y dejando que se sigan ensuciando con los polvos de aquellos lodos a los enfermos de poder, por no poder.