Su majestad Morrissey, arropado por el Roxy

Que no huela a carne, que no se le mire a los ojos, que no se le tomen fotos de cerca… muchas excentricidades para una sola noche, pero el público se lo respeta; su talento es el cheque al portador para que se le cumplan sus caprichos. Esta madrugada su majestad Morrissey llegó al Roxy para demostrar que el tiempo es su mejor aliado y que su música es parte de la memoria colectiva.

Antes de él, los melómanos —La generación Roxy— ya había disfrutado de propuestas como la de James, Smash Mouth y Fito Páez, pero nadie como Morrissey. El músico salió a escena para ofrecer sus canciones más memorables: “Guadalajara, este es mi placer”, dijo. El público se le entregó por completo, pese a que tuvo que esperar más de 20 minutos a partir de que Placebo terminó su participación sonora. La gente siempre estuvo pendiente de su virtuosismo, todo en el marco de una atmósfera bohemia de noche fresca y polvorosa. Y es que no todos los días pisa Morrissey el suelo tapatío.

Al cierre de esta edición aún estaba por presentarse Empire Of The Sun para cerrar con broche de oro la velada en Trasloma, donde se llevó acabo el festival musical.