El ocaso del sistema

A una gran mayoría de mexicanos y del ámbito mundial, nos ha dejado perplejos las fosas encontrándose en el Estado de Veracruz, pues si bien suponíamos la existencia de esos lugares clandestinos, nunca imaginamos la magnitud y grado de impunidad de los crímenes que arrojan las evidencias, aunado al hecho de que los criminales disponen a su antojo de espacios para enterrar a sus víctimas.
En los últimos años se han localizado fosas y cementerios clandestinos, utilizados para ocultar personas que han sido asesinadas, podríamos afirmar que ninguna entidad ni región se escapa de tales acontecimientos, que muestra la brutalidad prevaleciente en el país, la forma como operan las bandas criminales y la pasividad y complacencia de los cuerpos de seguridad, solo destacan la complacencia e ineficiencia oficial, según sea el caso.
A pesar del grito desesperado de ¡ya basta!, que la sociedad irritada emite, diariamente se presentan eventos que causan estupor, lamentablemente todo va junto con pegado, el nivel estresante en que vivimos, nos produce por decir lo menos, una sensación de impotencia y desconfianza, sin resultados alentadores.
Es difícil predecir el futuro, pero hay algo cierto: es insostenible continuar por el camino actual. Los gobiernos corruptos, la impunidad e inseguridad, y la violencia, son factores que agobian y alteran la armonía social. En muy pocos años la vida cotidiana de los mexicanos, se vio brutalmente alterada al transitar a un esquema donde la amenaza es constante, restringiendo de facto las libertades al operar en los hechos la Ley del Talión.
En cualquier parte del mundo, tales acontecimientos que diariamente se presentan en México, serían calificados como algo inusitado, comparable con genocidios o delitos de lesa humanidad. Algo queda claro, existe la percepción de que semejantes atrocidades no son susceptibles de llevarse a cabo sin la complicidad de muchas autoridades, que inclusive participan en ese tipo de actividades, lo que implica que además de malos gobiernos, también existen traidores.
De todos los males que nos aquejan, surge un profundo sentimiento social: se requiere un profundo cambio, que abarque la recomposición del tejido social; el Estado de Derecho y; la ética de los servidores públicos. Es obvio que la gente quiere creer, sin embargo se encuentra tan decepcionada bajo las actuales circunstancias, además que diariamente surgen nuevos episodios que robustecen la desconfianza hacia las propias autoridades, que quiere ver algo nuevo, venga de donde venga.
De ahí se origina un desencanto a todo aquello que venga de la clase política, los gobiernos y los partidos, a quienes se considera una élite privilegiada alejada de sus gobernados, dando paso a un electorado antisistémico, sin que necesariamente se vaya a favor de algo en específico, sino en contra de todo lo que huela al oficialismo actual. Así las cosas, todo parece indicar que el cambio que esperan los ciudadanos pasa por una transformación del sistema que se considera agotado, insuficiente y corrupto.