Salvan a la Minerva; rescatada del colapso

CIUDAD DE MÉXICO.-Cuando en 1956 el escultor Joaquín Arias (1913-2013) construía la Minerva, utilizó una buena cantidad de materiales reciclados. La calidad de la materia prima con que fue elaborada, la contaminación y la vibración que producen los vehículos a su alrededor, así como el escaso mantenimiento a que fue sometida, cobraron la factura a la emblemática escultura seis décadas después dejándola al borde del colapso.

¿Cuándo?, eso no lo podemos contestar pero sí existía un riesgo de colapso”, dice la restauradora tapatía Karla Jáuregui, quien encabeza el grupo de expertos que trabaja para rescatar la obra. La Minerva representa para Guadalajara lo que el Ángel de la Independencia es para la Ciudad de México y, a pesar de ello, literalmente comenzó a resquebrajarse: unas cinco grietas, de un metro de largo y hasta dos centímetros de espesor, mantuvieron en vilo a la escultura de bronce.

Las grietas que estaban de cierta manera expandidas en 2013, con el correr de los años aumentaron su tamaño lo cual nos habla de un avance, esto no es algo que iba a parar por sí solo, se tenía que resolver en algún momento y creo que fue el momento oportuno”, dice Jáuregui. La restauradora conoció la situación de la escultura desde 2013 cuando fue convocada para evaluar algunos daños que ya eran evidentes a simple vista. Tres años después, en junio de 2016, comenzó formalmente a trabajar en la obra.

Después de conformar un equipo de expertos –en el que se encuentra Jannen Contreras, la encargada de restaurar El Caballito de Tolsá–, se elaboró un diagnóstico para conocer más a fondo la escultura. Jáuregui dice que existía poca documentación sobre la obra y en realidad se había atendido anteriormente casi de manera empírica al grado de que en una de esas “intervenciones” se le aplicó impermeabilizante de azoteas a toda su superficie con el fin de protegerla.

Sólo después del dictamen pudo conocerse que la Minerva fue elaborada mediante la técnica de vaciado y que para su fabricación, el escultor empleó más de 30 placas de bronce que fueron unidas mediante soldadura. Su composición, sin embargo, dista mucho de ser pura: las placas están constituidas principalmente de cobre y estaño pero presentan una gran cantidad de hierro (5.6%) y plomo (10.51%), aunque carece de zinc (1.6%).

En laboratorios de la UNAM se hicieron estudios microscópicos con lo que pudimos saber cómo estaba constituida y determinar el grado de deterioro y de resistencia del metal. Hicimos otros estudios a nivel de campo que fueron sobre todo el escaneo de la escultura en conjunto con el ultrasonido, lo que nos determinó el grosor de las placas y nos arrojó datos del grado de fragilidad que tiene, dado sus diferentes espesores”. Los estudios determinaron que el grosor del metal va de los 6.43 milímetros en el área del casco de la Minerva, a los 11.61 mm en la base de la escultura.

Los expertos sumaron análisis para medir la vibración a la que está expuesta la obra y otro más para determinar las condiciones de las uniones con soldadura de las placas con que está hecha: “ésta se veía bastante burda en sus acabados, el estudio nos arrojó que no estaban completamente penetradas, que no estaban unidas en su totalidad, lo cual no indica un grado fuerte de fragilidad en la escultura”. Pero los problemas resultaron mayores cuando se analizó la escultura interiormente.

Jáuregui explica que la escultura de 7.5 metros de altura se sostuvo sobre el pedestal mediante un cuerpo de concreto que en el interior tiene viguetas de hierro. Esta masa de cemento colado, que va desde los pies de la Minerva hasta la altura de sus rodillas (alrededor de 1.7 metros), también incluye un cinturón de hierro en su base que junto con las viguetas acabó por corroerse por completo debido a que la escultura se encuentra permanentemente en contacto con el agua de la fuente que le rodea.

Toda esta corrosión provocó que ese cuerpo de concreto aumentara su volumen hasta diez veces más del original y justamente esta expansión del metal y esta fragilidad producen que la estructura pierda resistencia, por lo que las cargas que están concentradas en su base se expanden hacia los extremos. Se produjeron sales en el interior y el material comenzó a funcionar como una esponja que también se expande, ese volumen que en principio era de una cierta dimensión cambió exponencialmente, lo cual hizo que el metal se fuera fracturando, porque el material ya no cabía en su interior”, explica.

La masa de concreto expandida provocó las grietas que ahora será necesario soldar y que habían incluso, separado la escultura de su pedestal y alterado la forma original de la escultura. De septiembre a diciembre del año pasado se llevó a cabo la segunda etapa de restauración de la obra que consistió en la reparación de la base de la escultura, la restitución de la cantera vieja, la rehabilitación de la cascada y todo el sistema de la fuente, así como la restauración de las 390 letras de la base en las que se lee una frase y los nombres de 18 tapatíos ilustres.

ROSTRO FAMILIAR

La Minerva fue encargada por el entonces gobernador de Jalisco, el escritor Agustín Yáñez. El autor de Al filo del agua pidió al arquitecto Julio de la Peña construir un espacio emblemático para Guadalajara a la entrada de la ciudad. De la Peña diseñó la glorieta donde sería instalada la escultura comisionada a Arias. Era 1956, el mismo año en que en la Ciudad de México se inauguró la Torre Latinoamericana y apenas un año antes de la muerte de Pedro Infante.

La escultura se inauguró el 15 de septiembre de 1957, justo con motivo de las fiestas patrias. Rápidamente, el monumento se convirtió en un símbolo para la ciudad. Después de inaugurada, Arias confesó que el rostro de la Minerva fue hecho a semejanza del de Olivia Ramírez de Yáñez, esposa del gobernador. Seis décadas después, dice Jáuregui, el principal reto para recuperar la obra es sustituir la estructura de concreto que la sostiene.

La restauración de la obra costará ocho millones de pesos, pero aún no se sabe con certeza si quedará lista para el 15 de septiembre, cuando cumple exactamente 60 años. “Esperamos que pueda estar lista, pero la idea es no llevarla a prisa”. Aún falta instalar la estructura interna nueva, soldar las grietas y reforzar la soldadura de las uniones de las placas que la componen, así como aplicar el recubrimiento que otorgará el aspecto final que tendrá la Minerva.

La idea es aplicar un recubrimiento que la proteja del intemperismo, la selección de los materiales se está desarrollando en laboratorios de metalurgia de la UNAM para que sea un material altamente resistente y que en unas décadas se mantenga con la mínima alteración”. El color que se le aplicará salió de una serie de calas y contrastando fotografías de archivo. El color original fue un rojizo ladrillo que se fue tornando en grisáceo debido a la oxidación.