Salud sexual y reproductiva: un derecho necesario

La adolescencia constituye una etapa de la vida que trae aparejada cambios hormonales, físicos y en muchos casos coincide con el comienzo de las relaciones sexuales Por esta razón, es fundamental que los y las jóvenes puedan acceder a información sobre el cuidado de su salud sexual, a los métodos de prevención de embarazos no deseados y de enfermedades de transmisión sexual y a los riesgos que implica tanto para la madre como para los hijos la maternidad temprana.
Para cumplir estos objetivos, en Argentina se desarrollan dos programas de alcance nacional: el “Programa de salud sexual y procreación responsable” y el “Programa Nacional de educación sexual integral”. El primero contempla el acceso de la población en general a información, orientación, métodos y prestaciones de servicios referidos a la salud sexual y repro-ductiva. Entre los objetivos del programa se encuentran: evitar, mediante la prevención, los embarazos no deseados y promover la salud sexual de los y las adolescentes. El segundo, complementario del primero, tiene por objetivo incorporar la Educación Sexual Integral (ESI) en todos los establecimientos educativos tanto de gestión pública como privada y de todas las jurisdicciones del país, promoviendo saberes y habilidades para la toma de decisiones conscientes y críticas en relación al cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales y el ejercicio de la sexualidad y los derechos de niños, niñas y adolescentes.
Laura Fabiana Rodríguez y María Rosa Diez de Ulzurrún son dos investigadoras que trabajan en estadísticas de género en la Dirección Nacional de Estadísticas Sociales y de Población del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Ambas presentaron su proyecto de investigación en el Sexto Encuentro del Observatorio de Género y Pobreza titulado “La salud sexual y reproductiva en la adolescencia, un derecho adquirido”.
El objetivo de este trabajo es identificar en qué medida las y los adolescentes tienen acceso a la información, al uso de métodos anticonceptivos y a los cuidados que requiere la prevención de contraer enfermedades de trasmisión sexual. Para su desarrollo, seleccionaron adolescentes de 14 a 19 años de edad, por considerar que es el que se encuentra en situación más vulnerable. Según datos de la Encuesta Nacional sobre Salud Sexual y Reproductiva, la edad promedio de la primera relación sexual para este grupo poblacional se ubica entre los 15 y 16 años para las mujeres y entre los 14 y 15 años para los varones.
Para las autoras, el cuidado de la salud sexual y reproductiva, así como el acceso a la planificación familiar constituye hoy un derecho de ciudadanía. Pero el problema es que actualmente el cuidado de la salud sexual y reproductiva queda fuera del alcance de muchos adolescentes; ya sea por falta de información, desconocimiento de los métodos de prevención o porque aun conociéndolos existen distintas barreras que impiden a este grupo poblacional acceder libremente y en forma gratuita a los mismos.
A pesar de contar con una ley de Educación Sexual Integral de aplicación nacional, aunque por tratarse de un país federal cada provincia debe sancionar su propia ley en concordancia con lo que establece la Nación pero adaptándola a las características propias de cada jurisdicción, vemos que esta aún presenta falencias en su aplicación imposibilitando que los jóvenes accedan a información de suma importancia para su salud sexual.foto salud
Contar con información válida y oportuna en materia de salud sexual y reproductiva constituye un derecho que debe ser ejercido por toda la población y en particular por las mujeres ya que la misma las afecta en forma más directa porque son ellas las que exponen sus cuerpos al riesgo de embarazos tempranos y no deseados. Esto provoca automáticamente limitaciones para su desarrollo personal y profesional futuro, debido que una maternidad temprana generalmente está asociada al abandono de los estudios y la necesidad de insertarse en el mercado laboral contando con muy pocos recursos educativos y en consecuencia con bajos ingresos, o al menos insuficientes para afrontar autónomamente la llegada de un hijo.
Según las investigadoras, “cuando las adolescentes abandonan la escuela se les cierra un canal importante de educación sexual proveniente de la institución escolar y esta sólo les llega a través de la familia o de su grupo de pares.”
Según la encuesta citada anteriormente, se observa que un alto porcentaje de las mujeres de 14 a 19 años manifiestan tener en general un conocimiento de la existencia de algún método para evitar el embarazo no deseado, sin embargo, existe un 12,6% de mujeres de ese grupo etario que declaró haber estado embarazada alguna vez. Esto demuestra que, a pesar de que la gran mayoría de los adolescentes está informada, existe un grupo que no los utiliza, no lo hacen de modo correcto o por alguna razón no los puede obtener.
El conocimiento no es suficiente para modificar algunas conductas, por lo tanto es necesario que se pueda impartir educación sexual a todos y todas los estudiantes, generando instancias de participación y de debate del tema, para que se puedan expresar libremente. Por otro lado, es necesaria la implemen-tación de otras formas de comunicación que permitan que la información llegue a aquellas/os adolescentes que no están insertos en el sistema educativo y que son las que tienen más riesgo de quedar embarazadas, perpetuando el llamado “circuito de la pobreza”.
Es importante y necesaria la aplicación de una perspectiva que busque la equidad de género, debido a que las actitudes de los y las adolescentes están fuertemente influenciadas por estereotipos de género.