Alzar la voz a la mitad del foro

El país atraviesa por una etapa crítica aunado a un gobierno federal pasmado, dando traspiés y una debilidad institucional. Las cosas no quedan ahí, pues en otras épocas el principal bastión histórico encargado de propiciar el análisis, la reflexión y alternativas de solución, estaba en el Congreso de la Unión, sin embargo, tal responsabilidad en estos momentos dado el demérito en las Cámaras se complica, al carecer de sólidos liderazgos, visión de estado y prestigio social, a efecto de contribuir a través de un debate de altura en la ruta a seguir.
Así el tema, vino muy oportuna la convocatoria del Décimo Tercer Congreso Iberoamericano de Derecho, pues además de tratarse de un evento académico, también era el foro propicio para que liderazgos importantes de diversos signos partidistas de la talla de Cuauhtémoc Cárdenas, Diego Fernández de Ceballos y Manlio Fabio Beltrones, expresaran sus puntos de vista sobre los acontecimientos actuales, robustecida la plática con la visión de Diego Valadez y Juan Ramón de la Fuente.
Si bien es cierto que se requiere un diálogo nacional, la cuestión se presenta en ¿quién tiene la calidad moral para convocarlo y además a quienes se convoca? Pues bien, podemos afirmar que a través de la academia se ha iniciado, lo que no pudieron hacer los presidentes de los Partidos Políticos en una situación que ameritaba un punto de partida para construir puentes de entendimiento y una ruta de salida con dignidad, comenzó con destacados personajes en la academia.
No deja de ser por demás interesante los planteamientos que ahí se expresaron, a partir de la necesidad de un acuerdo nacional encaminado a combatir los grandes problemas de la nación, vinculados a la pobreza, la desigualdad y la corrupción. Se argumentó que difícilmente se puede hacer una eficaz política externa sin tener una vigorosa política interna.
Por su parte, Manlio Fabio Beltrones insistió en la obligatoriedad de los gobiernos de coalición, que aunque ya se localiza la figura en la Constitución -sin estar reglamentada-, es únicamente facultativa. La idea, desde la perspectiva del compromiso para hacer una agenda común suena interesante, pues implica la suma de esfuerzos en objetivos específicos aunque sean transitorios.
El hecho de que sigamos en el limbo, donde se continúan las prácticas verticales del poder en una realidad de grupos, necesidades y leyes que establecen lo contrario, produce un caos, donde la lucha del poder por el poder causa ceguera política, desorden institucional y detrimento en la calidad de vida de los ciudadanos.
La señal de que importantes liderazgos comiencen a salir presentando ideas y propuestas ante el silencio oficial, es por demás positiva, solo falta y eso es lo más importante, que esas voces que se alzan a la mitad del foro -parafraseando a López Velarde-, sean escuchadas y atendidas