Vientos de duda

Algo digno de reconocer y que no puedo regatear consiste en el hecho de que Ricardo Anaya es un buen Presidente del PAN, con determinación y firmeza ha representado a ese instituto político con dignidad en situaciones difíciles, como tampoco dejó de lado que precisamente esa organización desde su fundación y a lo largo de la historia ha servido con utilidad al país.
Pues bien, los momentos actuales se presentan inéditos, nos encontramos en un punto de quiebre, en el que sin duda no habrá retorno. Se requiere de unidad y reconciliación nacional para reconstruir y enfrentar los desafíos en puerta, sin embargo, carecemos de un gobierno o de un congreso con el liderazgo capaz de convocar a la superación de esos retos; el primero por no contar con la suficiente calidad moral y; el segundo, por encontrarse sumido en el demérito social. Ambas cuestiones provocan huecos y abren espacios para liderazgos emergentes.
Así lo han visto algunos líderes mexicanos que salieron a la palestra: Zedillo, Fox, Calderón, Cárdenas y Slim, entre otros. Cada uno de ellos con su particular visión de cómo atender la actual crisis, presentaron diagnósticos, propuestas, dieron la cara y se dirigieron al pueblo de México.
Por otra parte, en contraste con lo anterior y que me causó sorpresa, fue la actitud asumida por el Presidente de Acción Nacional, pues hace unos días en respuesta a invitación del Presidente del PRI a un diálogo nacional atajó de forma contundente que no iría. Días después se ha ventilado en medios nacionales una reunión con Peña Nieto, en donde se menciona un obscuro pacto.
Lo normal, es que los dirigentes de los Partidos Políticos y el Jefe de la Nación tengan capacidad de diálogo y acuerdos en favor del país, esa es parte de la democracia mexicana, no obstante, cuando estos ocurren de manera subrepticia, sin información o desmentido alguno, dejan el espacio a la especulación, siembran la duda y abren la puerta a la desconfianza.
Me sorprende que no hayan dado una inmediata respuesta a un columnista de un medio nacional importante que habla de un pacto en lo obscurito, derivado – según afirma-, de una reunión en los Pinos el pasado día 20 de enero. En ese entendido, si en realidad se llevó a cabo el encuentro, lo menos que se podían hacer los participantes era transparentarla en su momento y; segundo, si la nota periodística afirma algo que no ocurrió, debieron desmentirla a la brevedad, sin dar pauta a la especulación.
Las circunstancias no están para menos, dé por sí todo mundo nos encontramos bajo la sombra de la incertidumbre y, estos episodios únicamente sirven de abono para minar la fragilidad de la esperanza. Los tiempos han cambiado y la forma de hacer política debe ajustarse a la nueva realidad: abierta, transparente y de frente.