La interrogante naranja…

Desde que presencié la toma de posesión de Donald Trump me invade una extraña sensación, que pareciera una mezcla de angustia, incertidumbre y frustración. Constantemente aparece en mi mente la preocupación por la probable falta de respuestas a la nueva gran interrogante que nos plantea el nuevo Presidente del país más poderoso del mundo y vecino de nosotros, del que nuestra economía depende en buena medida.
La irrupción violenta de la tozudez y obsesiones de este anaranjado personaje, con todo el poder que encarna (y que parece decidido a utilizar plenamente), están alterando realidades y principios que aparentemente habían llegado para quedarse y que nos habían ya condicionado esencialmente. No hablo solamente de nosotros, los mexicanos, sus vecinos; hablo del mundo entero, que habrá de verse afectado por todo esto. Y que deberá tener también respuestas, que hoy no (o debiera decir aún no) se ven por ningún lado. Ya hablando de nuestro querido México, mi preocupación radica en que siento que nosotros, como país, no estamos preparados para responder. Tenemos décadas de hablar de globalización, de libre comercio, de integración económica, de sustentabilidad ambiental, de fuentes alternas de energía, de posibles reformas migratorias. Y de repente, así, literalmente de un plumazo (o de varios), firmando “órdenes” a diestra y siniestra, este hombre se ha propuesto reformarlo todo. Décadas de entrenamiento y de desarrollo de habilidades para producir en modelos de producción integrados, en los que prácticamente se han eliminado las fronteras. Décadas de tener lo que, por lo menos nosotros, vemos como un verdadero éxito continuado y creciente ¡1,500 millones de dólares diarios de comercio con los EEU!
Debo aclarar que la posición en materia de política exterior, anunciada por el Presidente Peña Nieto, acompañado de líderes de todos los sectores, me ha parecido interesante, pertinente, e integral. Creo que en ella podemos ver reflejada la gran tradición diplomática mexicana y el entendimiento de la realidad internacional que hemos desarrollado en todos estos años, en temas como los derechos humanos, el comercio, la migración y el respeto a la soberanía de los estados. Una posición digna y respetuosa a la vez, en la que queda claro que, por lo menos del Río Bravo para acá, México es primero y que no podemos negociar de rodillas. Y también una posición que con firme sutileza señala que el mundo no se acaba hacia el norte.
Haber partido del señalamiento de cifras en las que se muestra la importancia de nosotros para los EEUU, me ha parecido una buena estrategia, pues se hace necesario recordar que en esta relación se benefician ambas partes y que ha sido destacadamente el interés de los negocios y de la competitividad (temas en los que suponemos experto al gabinete Trumpiano) los que han alentado el crecimiento de esta forma de comercio e integración.
Viene a cuento repasarlas: En el estado de California el comercio con México representa 566 mil empleos y Texas es el principal socio comercial de México; en 2014  las exportaciones de ese estado a México ascendieron a 92,500 millones de dólares. Más de 380 mil empleos dependen del acceso de las exportaciones texanas a México. En Indiana más de 200 mil empleos dependen de exportaciones estadunidenses a México, mientras en Wisconsin más de 96 mil empleos dependen de tener acceso al mercado mexicano.
Por otra parte, México es una fuente de inversiones en Estados Unidos y en materia migratoria, juega un papel importante y cambiante: en 2009 se estimaba un flujo de 380 mil mexicanos indocumentados, en 2014 este número fue solo de 80 mil. Simultáneamente otro flujo migratorio tiene lugar, ya que el número de no mexicanos que cruzan el territorio nacional para ir hacia Estados Unidos ha crecido de manera importante, superando al mes de noviembre las 500 mil personas.
Celebro en lo general, tanto el fondo como la forma de la estrategia anunciada. Por una parte, me parece atinado que se presente conjuntamente por gobierno, empresarios y líderes sociales. Ello ya mostró su eficacia en la época de la negociación del TLC y permite anticipar que contaremos con un equipo con gran experiencia en este tipo de negociaciones.
Me parece igualmente conveniente que en la estrategia anunciada se contemple una diversificación en nuestra presencia comercial en el mundo de la profundidad y amplitud que se ha anunciado y que podrá concretarse en el corto plazo, merced a la gran cantidad de acuerdos comerciales con que ya contamos actualmente.
Y en cuanto a lo que se propone México en cuanto a las negociaciones comerciales, encuentro principios de gran valor e importancia estratégica, tales como la exigencia de respeto a las remesas de mexicanos, la revaloración de la mano de obra mexicana, la incorporación de sectores como el comercio electrónico, las telecomunicaciones y la energía, la exigencia de contemplar corresponsabilidad en el tema del combate al narcotráfico y al comercio de armas.
Todo ello, sin embargo, pareciera no importarle demasiado al mandatario estadounidense, el cual ha llegado con todo y a diferencia de aquellos tiempos en que Vicente Fox no supo o no pudo aprovechar el bono democrático tan valioso con que contaba, este hombre, ha hecho rendir fenomenalmente en unos cuantos días esa pequeña diferencia que lo llevó al poder (hablo de votos electorales, no populares). Y en la más pura tradición negociadora del mundo de los negocios, del que viene, ha decidido poner en práctica aquello de que “El que pega primero, pega dos veces”. Y por lo pronto, hasta ahora, veo a sus oponentes en el suelo del ring, con más desconcierto que otra cosa.
Con las llamadas órdenes ejecutivas “executive orders” en tan solo una semana ha iniciado el desmantelamiento del llamado Obamacare, ha resucitado dos muy polémicos oleoductos, ha dispuesto medidas anti inmigrantes de gran trascendencia y para que no nos quedemos a un lado, precisamente el día en que nuestros negociadores de alto nivel llegan a los EUA, ha dispuesto la construcción del muro en la frontera con México.
No sé hasta donde pueda llegar, pues ya vimos grandes y ruidosas manifestaciones en todo el mundo y falta ver lo que el tema del Obamacare generará. No se puede ignorar tampoco que se enemistó con todas las élites de su país, muchas de las cuales le empezarán a hacer falta para implementar sus decisiones. Pero más vale que pensemos que puede ir muy lejos y que dediquemos todo nuestro tiempo, talento y empeño en buscar y dar forma a las nuevas respuestas que nos plantean estas nuevas y disruptivas interrogantes color naranja.