Primero los Estados Unidos, luego los Estados Unidos y siempre los Estados Unidos, fue una de las frases que usó Donald Trump para clarificar el rumbo de su política en la Casa Blanca.
Casi a las 11:30 de la mañana, hora de México, el magnate inmobiliario Donald Trump, tomó protesta como el Presidente de los Estados Unidos número 45. Y hasta ese momento las cosas parecían ir bien, incluso su discurso parecía un poco tamizado al tener palabras de agradecimiento al Presidente saliente Barack Obama y su esposa, Michelle Obama, por el trato recibido hacía minutos antes en la Casa Blanca, pero de repente comenzó a ser el Trump de siempre, lanzando amenazas al mundo de que se negociará con todos los países extranjeros, que “buscarán la amistad de todos, pero todos deben de saber que de ahora en adelante Estados Unidos será primero, primero Estados Unidos, siempre Estados Unidos”.
Dijo que éste día quedará en la historia de los Estados Unidos como el día en que el pueblo llegó al gobierno, porque los políticos se han enriquecido mientras que el pueblo ha empobrecido.
Enero 20 de 2017, será recordado como el día que la gente tomó el poder de esta nación otra vez. Que la gente olvidada no lo será más. Están siendo escuchados ahora, forman parte de la historia, algo nunca antes visto. Esta nación existe para servir a sus estadunidenses, las escuelas son de ustedes, los mejores trabajos son para ustedes, estos sólo son exigencias razonables para nuestra gente», dijo el presidente. Y agregó con vehemencia, “esta carnicería estadounidense se acaba ahora mismo”.
Señaló que Estados Unidos ha enriquecido industrias ajenas y gastado billones subsidiando a ejércitos de otros países, pero esto se acabó, porque harán saber que cada nación tiene sus intereses, pero los de Estados Unidos siempre serán primero.
Aseguró que el gobierno ha gastado billones y billones en el extranjero, enriqueciendo industrias y fortaleciendo infraestructuras extranjeras, mientras que la infraestructura social de los Estados Unidos se derrumbaba.
Trump pidió a los estadunidenses unirse, «no importa el color de la piel si es negro, café o blanco», todos compartimos «la misma sangre roja de los patriotas».
Por último se despidió con la frase que le diera fama durante su campaña “juntos haremos a Estados Unidos, grande de nuevo”.
No mencionó a México pero dejó en claro que su política sobre las empresas estadounidenses que quieran seguir o invertir más en suelo mexicano, tendrán que pensarlo dos veces más.
La ceremonia transcurrió en orden, aunque se hizo resaltar que no fue tan nutrida como sucede en cada ritual de una sucesión presidencial, sin embargo, acompañaron al Donald Trump, la mayoría de los ex presidentes.