Apuesta al caos ¡Qué viva el desmadre!

La segunda parte del título es la expresión que me imagino lanzan al aire aquellos interesados en provocar el caos, como un escenario desestabilizador que altere la paz social, dejando un espacio a que se materialicen sus aspiraciones o pretensiones políticas. A estas alturas sería aún muy complicado identificar y señalar específicamente a uno o varios responsables de orquestar los saqueos y la movilización caótica que, apoyada en las redes sociales, vimos hace apenas unos díasi.
Es muy pertinente, para entender mejor el porqué de lo que vimos, evocar a Gustave Le Bon, quien en 1895 publicaba su libro La psicología de las masas. “…Vemos que la desaparición de la personalidad consciente, el predominio de la personalidad inconsciente y el contagio de sentimientos e ideas puestas en una única dirección, la tendencia a transformar inmediatamente las ideas sugeridas en acción; éstas son, como vemos, las principales características del individuo formando parte de una masa. Ya no es él mismo, sino que se ha convertido en un autómata que ha dejado de estar guiado por su propia voluntad…”
“…Más aún; por el simple hecho de formar parte de una masa organizada, un hombre desciende varios peldaños en la escala de la civilización. Aislado, es posible que sea un individuo cultivado; en una masa será un bárbaro – esto es: una criatura que actúa por instintos. Poseerá la espontaneidad, la violencia, la ferocidad y también el entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos a los que tenderá a parecerse cada vez más por la facilidad con la que se dejará impresionar a través de palabras e imágenes – que no provocarían acción alguna en cada uno de los individuos aislados que componen la masa – y a ser inducido a cometer acciones contrarias a sus más evidentes intereses y sus hábitos mejor conocidos…”
No tengo ya ninguna duda de que, además de las naturales y justificadas expresiones de malestar, que se generaron ante evidentes errores de comunicación, socialización y concertación de las medidas tomadas, hubo movimientos orquestados que lograron generar el pánico que buscaban y generar esa percepción de ingobernabilidad que lastima a cualquier régimen gubernamental. Por una parte, impactaron como lo deseaban en las masas enardecidas que se lanzaron a las calles a saquear tiendas de autoservicio, destruyendo todo aquello que se les opusiera. Lo mismo hombres que mujeres, adolescentes, adultos y ancianos que, sin recato, sacaban enseres domésticos y casi sin cuidar su anonimato los transportaban en lo que pudieran. Viene nuevamente a cuento Le Bon.
“…Al igual que en el caso de las personas bajo la influencia de la sugestión, la idea que ha penetrado en el cerebro tiende a transformarse en acción. Sea que la acción implique prenderle fuego a un palacio o involucre un auto sacrificio, la masa se prestará a ella con la misma facilidad.
“…Todo dependerá de la naturaleza del estímulo desencadenante y ya no, como en el caso del individuo aislado, de las relaciones existentes entre la acción sugerida y la suma total de las razones que pueden esgrimirse en contra de su realización.
En consecuencia, una masa perpetuamente balanceándose al borde de la inconciencia, pronta a ceder a todas las sugestiones, poseyendo toda la violencia de sentimiento propia de los seres que no pueden apelar a la influencia de la razón, desprovista de toda facultad crítica, no puede ser más que excesivamente crédula. Lo improbable no existe para una masa y es necesario tener esta circunstancia bien presente para comprender la facilidad con la cual las leyendas y las historias más improbables resultan creadas y propagadas…”
Me he tomado la libertad de incluir estos fragmentos, pues me parece que no tienen desperdicio y porque parecieran explicar el porqué, quienes tienen intenciones de provocar el caos, acuden a cualquier herramienta que pueda movilizar a las masas en favor de sus intereses. Yo sé que para hablar de este tema hay que conducirse al margen de una línea muy delgada que separa la ficción de la realidad, pero no podemos ignorar lo que declaró recientemente el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México: está comprobado que fueron utilizados más de 1,500 “bots” (aféresis de robot) para incitar a la violencia.
En un interesante artículo del Heraldo de San Luis Potosí, apareció publicado un artículo que aporta más datos en apoyo de estas tesis y que entre otras cosas señala que el equipo de ClowderTank, la primera consultora especializada en Transformación Digital en América Latina, realizó un análisis sobre lo ocurrido y entre los datos más impactantes encontró el incremento de ¡4000%! de menciones a saqueos y violencia por la gasolina.
No debe sorprendernos que ahora las guerras políticas utilicen nuevas armas a su disposición, destacadamente, las cibernéticas. Ya se ha hablado mucho acerca de las posibilidades de que Rusia haya intervenido mediante “hackers” para influir (con éxito, al parecer) en los resultados de las elecciones presidenciales en su otrora rival, los EUA. Vale la pena la lectura de un artículo publicado por el New York Times, titulado “Ciber war for sale” en el que se busca hacer un repaso de un mercado en jauja que es el de este tipo de servicios que se venden libremente al mejor postor. Desde casos que involucran a políticos mexicanos, hasta a los rusos, se reportan ejemplos de lo anterior.
Tampoco, leyendo a Le Bon, debe sorprendernos que, sin quererlo, repentinamente pasemos a formar parte de esa irracionalidad y “de pasadita”, engordemos el caldo a otros a los que racionalmente despreciamos o reprobamos. Asumimos así la naturaleza de un grano de arena. Y como dice dicho sociólogo frances “…Un individuo en una masa es un grano de arena entre otros granos de arena que el viento arremolina a su voluntad…” Y los instigadores mientras tanto exclamarán ¡Que viva el desmadre!