Los diuréticos: Cuándo sí y cuándo no

Hablar de diuréticos suele asociarse a dietas para bajar de peso o al consumo de infusiones que ayudan a liberar toxinas del cuerpo, y aunque ambos conceptos tienen parte de verdad, hay mucho más sobre usos terapéuticos, ventajas y desventajas que este tipo de productos ofrecen al ser humano, y que por mala fortuna se suelen tomar a la ligera, si no es que se ignoran. Concretamente, un diurético es un elemento natural u obtenido en laboratorio que aumenta la secreción de orina por los riñones, de manera que favorece la pérdida de sales y agua de la sangre, a la vez que acelera la eliminación de sustancias dañinas generadas por el organismo a través de sus diferentes funciones.
Este hecho no es extraordinario, sino bastante común en cualquier individuo, ya que muchos de los alimentos que se consumen cotidianamen-te (melón, sandía, calabaza e infusión de jamaica, entre otros) poseen elementos que estimulan suavemente la generación de orina. Lo que sí es motivo de análisis más profundo es que existen diuréticos mucho más fuertes que generan considerable pérdida de líquidos y que, a pesar de que su uso primario es exclusivamente terapéutico, son mal empleados por personas y atletas obsesionados en bajar de peso.
Para explicar mejor este tema, a continuación exponemos los puntos más relevantes.
La industria farmacéutica ha creado distintos diuréticos con la finalidad de atender algunas urgencias en materia de salud; todos ellos pueden agruparse en tres clases (tiazídicos, ahorrado-res de potasio y de asa), y aunque actúan en forma diferente tienen la cualidad de reducir la cantidad de sales (nutrientes que ayudan a contener líquidos) y agua en el organismo.
Las enfermedades en que se emplean, siempre bajo prescripción médica, son:
Hipertensión arterial. También conocida como presión arterial elevada o alta, es un problema en el que la tensión que ejerce el flujo de sangre en arterias y venas es demasiado fuerte, de modo que se genera desgaste y ruptura en vías sanguíneas frágiles (vasos capilares) que irrigan al corazón, riñones, retinas y ce-rebro, ocasionándoles daño.
El tratamiento contempla cambios de dieta, manejo adecuado del estrés y práctica de ejercicio, pero hay ocasiones en que se requiere el uso de diuréticos para perder agua, de modo que disminuye el volumen de plasma sanguíneo y, por ende, se reduce la fuerza ejercida al interior del aparato circulatorio.
Insuficiencia cardiaca. Este trastorno se caracteriza en que el corazón pierde su capacidad de bombear sangre con eficiencia, de modo que hay lugares en que la sangre se «estanca», y parte del plasma se acumula en tejidos, principalmente en extremidades y cavidad abdominal (ascitis). Es posible que se requiera de diuréticos para eliminar el exceso de agua y lograr alivio de los síntomas.
Síndrome nefrótico. Es un padecimiento en donde el riñón deja de funcionar de ma-nera adecuada y genera edemas, es decir, hinchazón alrededor de los ojos, en las extremidades, pies y tobillos, debido a retención de líquidos.
Los diuréticos pueden ayudar a controlarlo
Cirrosis hepática. Esta enfermedad consiste en la muerte progresiva de tejido normal del hígado y su sustitución por tejido fibroso (similar a cicatrices) lo que lleva, entre otras cosas, a la obstrucción de la vena porta (localizada entre este órgano y los intestinos). Debido a que la presión sanguínea de la región aumenta, el plasma sanguíneo sale hacia la cavidad abdominal y se acumula, generando ascitis. Para controlar esta complicación se realizan cambios en la dieta y se recetan diuréticos; en ocasiones graves se extrae el agua mediante intervención quirúrgica.
Molestias menstruales. Los niveles de estrógenos y progesterona se elevan después de la ovulación hasta el día de la menstruación, pero la presencia de factores como estrés pueden ocasionar que la progesterona no alcance la cantidad requerida y que con ello se retengan líquidos, generando incomodidades como depresión, irritabilidad, inflamación abdominal e hinchazón en tobillos y dedos de las manos. En algunas mujeres, sobre todo mayores de 30 años, se llega a aconsejar una dieta baja en sales y el uso de diuréticos.
No obstante, existen efectos secundarios de los diuréticos:
Debilidad.
Calambres.
Salpullido.
Mayor sensibilidad a la luz solar (con diuréticos tiazí-dicos).
Vómito.
Diarrea.
Retortijones.
Mareo o vahído.
Dolor en articulaciones.
Disfunción eréctil o disminución del deseo sexual.
Ritmo cardíaco anormal (arritmia).
El paciente que manifieste alguno de estos síntomas deberá informar a su médico inmediatamente, pero no debe suspender el medicamento a menos que el especialista lo indique, pues de lo contrario podría empeorar su estado de salud.

Diuréticos naturales
Herbolaria y medicina naturista han encontrado gran número de alimentos y plantas con cualidades diuréticas, mismas que al incluirse en una dieta equilibrada generan efectos benéficos en el organismo. ¿El motivo? Sencillamente, al consumir estos productos con moderación se estimula el funcionamiento del riñón, que tiene la función de filtrar la sangre y eliminar toxinas a través de la orina.

Algunos de los alimentos que favorecen la expulsión de orina son:

Agua. Tomarla en cantidades adecuadas (2 litros al día) la convierte en uno de los diuréticos más efectivos, ya que previene infecciones urinarias y la formación de cálculos renales (acumulación de minerales que se cristalizan y forman piedras en el riñón). Se recomienda consumir el vital líquido en ayunas, pues colabora al buen funcionamiento intestinal, mientras que tomarla en exceso puede ser perjudicial si se tienen problemas en los riñones.
Melón (Cucumis melo L.). Es excelente diurético natural, sobre todo por su contenido de agua. Conviene ingerirlo en jugo o solo para lograr que limpie al organismo de toxinas.
Sandía (Citrullus lanatus). Es otra fruta con alto contenido de agua (hasta 94% de su peso se debe a dicho elemento), por lo que es potente agente diurético, muy adecuado para enfermos del corazón y de riñón. Como el melón, es rica en vitamina A, carbohidratos y potasio.
Granada (Púnica granatum). Esta fruta también tiene propiedades diuréticas, además de que favorece el buen funcionamiento del hígado.
Mango (Mangífera indica Linn). Además de proporcionar considerable cantidad de vitaminas, minerales e incluso proteínas, tiene suaves cualidades laxantes y diuréticas.
Calabaza (Cucurbita pepo L.). Permite eliminar algunos minerales en la sangre, por lo que ayuda a desalojar líquidos a través de la orina. Se le emplea de manera común y en dietas para personas con presión arterial alta.
Semillas o pepitas de girasol (Helianthus annus). También tienen la capacidad de eliminar minerales y agua, sólo que para que logren su efecto se deben consumir sin sal.
Levadura de cerveza (Saccharomyces cereviceae). Son hongos microscópicos ricos en proteínas y vitaminas del grupo B que, igualmente, favorecen la generación de orina. Se le suele recomendar a personas que padecen diabetes e hipertensión arterial.
Arroz (Oryza sativa L.). Esta semilla, sobre todo cuando se consume con cascarilla (integral) posee efecto positivo sobre la presión arterial elevada, ya que favorece la eliminación de líquidos.
Todavía más fuertes son los agentes obtenidos de plantas a través de infusión (sumergir las hojas en agua hirviendo para extraer las sustancias medicinales que poseen), ya que los compuestos activos se encuentran más concentrados. Por ello, su uso requiere la supervisión de un especialista para determinar dosis y preparación adecuadas, sobre todo cuando se emplean para atender problemas del riñón, presión arterial alta o molestias menstruales. Entre los diuréticos herbales más potentes encontramos:

Flor de jamaica (Hibiscus sabdariffa).
Hojas de té verde, blanco, negro y rojo (Camelia sinensis o Thea sinensis).
Semillas y tallos de diente de león (Taraxacum officinale Weber).
Pelo de elote (Zea mays).
Hojas y tallos de cola de caballo (Equisetum Arvense).
Café o semilla de cafetal (Coffea arabica).
Cacao o semilla de cacaotero (Theobroma cacao).
Hojas de abedul (Betula alba).
Flor de linaria (Linaria vulgaris).
Flor de acedera o aleluya (Oxalis acetosella).
Hojas de boldo (Peumus boldos).
Hojas de limón (Cymbopogon citratos).
Raíz de caña (Arundo donax).
Hojas de ulmaria o reina de los prados (Spiraea ulmaria).
Tallos y hojas de trébol de olor o meliloto (Melilotus officinalis).
Flores, tallos y hojas de hierba de San Juan (Hypericum perforatum).
Hojas de albahaca de río (Parietaria Officinalis).
Hojas de perifollo (Anthriscus cerefolium).
Hojas y raíz de cilantro (Coriandrum sativum).
Hojas de perejil (Petroselinum sativum).
Hojas de saponaria (Saponaria officinalis).
Cabe señalar que aunque algunas infusiones suaves (manzanilla, canela, hierbabuena) dan la impresión de estimular la emisión de orina, lo cierto es que deben esto más al agua que a sus propiedades; en contraparte, se estima que, como regla general, entre más amargo sea el sabor de una bebida diurética, más fuerte es la concentración de principios activos, por lo que debe tomarse en menores cantidades.

En efecto, los especialistas en herbolaria indican que los diuréticos naturales no son del todo inofensivos, ya que su abuso puede alterar el equilibrio de los componentes de la sangre y ocasionar debilidad, calambres, estreñimiento, náuseas, vómito, aumento del ácido úrico (responsable de dolor articular) y de niveles de azúcar en la sangre (pueden agravar la diabetes).

Todavía más delicado es emplear dos o más hierbas combinadas, ya que tal cantidad de sustancias puede provocar alteraciones en el sistema nervioso, deshidratación e incluso padecimientos en la glándula tiroides, la cual es responsable de coordinar múltiples funciones orgánicas.

¿Se baja de peso utilizando diuréticos?
La respuesta a esta pregunta es sencilla: sí, pero no disminuye el volumen de grasa excedente, sino de agua. Este hecho es de enorme consideración para evitar el principal problema derivados del abuso de estos productos, sean naturales o sintéticos: muchas personas recurren a ellos para reducir tallas de manera «rápida y efectiva», sin saber que sólo obtienen resultados momentáneos, los cuales generan terribles trastornos a su organismo. Para comprender mejor esta situación, resulta muy ilustrativo conocer algunos casos extremos.

De acuerdo a la Fundación Internacional CBA para la prevención y tratamiento de Anorexia, Bulimia y Comer Compulsivo, 81% de las mujeres mexicanas desean bajar de peso y 40.9% emplean algún método para lograr este objetivo; sin embargo, pocas de ellas recurren a médicos especializados para establecer régimen alimenticio y rutina de ejercicio según sus necesidades, y en su lugar recurren al consumo de pastillas para disminuir su apetito (27%), se automedican diuréticos y laxantes (12%) o se provocan el vómito (7%).

Y es que quienes padecen anorexia (pérdida de peso por dejar de comer y someterse a intensas rutinas de ejercicio) o bulimia (episodios repetidos de excesivo consumo de alimentos seguidos de vómito o uso de laxantes) son personas antisociales, con baja autoestima, obsesivas y compulsivas que permanecen en constante desacuerdo con la vida, y que incluso al lucir exageradamente delgadas se muestran insatisfechas con su apariencia, por lo que desean seguir adelgazando.

Cuando estos desórdenes psicológicos y nutricionales se encuentran en sus etapas iniciales, las personas afectadas, principalmente mujeres, comienzan por alejar de su dieta los productos que contienen demasiadas calorías. Lo grave es que cuando el mal va en aumento recurren al vómito o a diuréticos y laxantes para bajar tallas, hecho que en combinación con pobre alimentación genera deshidratación y pérdida de varios componentes minerales esenciales, como potasio, calcio, magnesio y fósforo. El resultado de esta situación es catastrófico para el funcionamiento del organismo, ya que se presenta:

Desequilibrio hidroelectrolítico. Bajos niveles de agua, potasio y calcio impiden al organismo mantener en buen estado las corrientes eléctricas responsables de que el corazón lata regularmente; situación muy grave, a menos de que los líquidos y minerales se reemplacen a tiempo.
Cardiopatía. Es la causa médica más común de muerte en personas con anorexia y bulimia severas, y en gran medida es consecuencia del desajuste de electrolitos. El corazón puede latir de manera irregular (arritmia) y muy lento (bradicardia); además, se reduce el flujo sanguíneo, la presión arterial puede descender, los músculos del corazón padecen hambre y los niveles de colesterol tienden a subir.
Anormalidades reproductivas y hormonales. Pérdida masiva de minerales, agua y otros nutrientes se vincula a trastornos de la glándula tiroides y baja producción de estrógenos en la mujer, por lo que se presenta menstruación irregular o ausente (amenorrea), pérdida del apetito sexual y, a largo plazo, infertilidad.
Pérdida de masa ósea. La falta de estrógenos impide la retención de minerales necesarios para la formación del esqueleto, por lo que se generan huesos porosos y frágiles (osteoporosis) sujetos a fracturas. Entre más tiempo persiste la enfermedad, mayor es la probabilidad de que la pérdida de hueso sea permanente.
De acuerdo a estadísticas y estudios realizados en Estados Unidos, 10% de las mujeres internadas por anorexia y bulimia mueren por suicidio, inanición (gran debilidad por falta de alimento) o desequilibrio hidroelectrolítico; sin embargo, a esto se debe agregar que en muchos pacientes no hay desenlace fatal inmediato, sino a largo plazo, y también hay alto porcentaje de fallecimientos por complicaciones posteriores en riñones, hígado y corazón.

Asimismo, algunos atletas caen en la tentación de dar mal uso a los diuréticos, ya que la pérdida acelerada de peso les permite competir en categorías con contrincantes de menor peso, donde piensan que pueden ser más competitivos; pero no sólo eso, ya que estos medicamentos les ayudan a pasar las pruebas de detección de drogas (antidopaje), al diluir su orina.

Quizá de más está decir que cuando los diuréticos se consumen en dosis elevadas, como lo hacen algunos deportistas, los efectos son devastadores: la alta exigencia física les lleva a sufrir en el corto plazo calambres musculares, agotamiento, disminución en la habilidad para regular la temperatura corporal, deficiencia de potasio y arritmias cardiacas.

Como es de apreciarse, este tipo de problemas deben ser atendidos por un nutriólogo en equipo con psiquiatra o psicólogo, ya que el individuo afectado necesita ayuda para dejar de atacarse a si mismo, mejorar el concepto que tiene de la vida y para hacer frente a los estereotipos de belleza y de éxito que se le imponen en su entorno inmediato a través de los medios de comunicación.

Finalmente, considera que los diuréticos cumplen importante función en el tratamiento de algunas enfermedades, y que su uso debe ser supervisado por un médico. Desconfía de quien te recomiende estos productos para bajar rápidamente de peso. Ya conoces las consecuencias en tu organismo y lo efímero de sus resultados.