Fallece el artista y caricaturista Rogelio Naranjo

El artista y maestro de la caricatura política en México por casi medio siglo, Rogelio Naranjo Ureño falleció anoche en esta ciudad, a unas semanas de cumplir 79 años.

El caricaturista, colaborador de un Diario de circulación nacional por 40 años, murió la noche de este viernes, a las 22:56 horas, víctima de un paro cardiaco en un hospital de Lindavista, donde se encontraba internado por neumonía.

Hasta el cierre de esta edición, no se conocían los detalles sobre dónde se realizarán las exequias.

El colaborador de un Diario de circulación nacional por cuatro décadas nació en Peribán, Michoacán, el 3 de diciembre de 1937. Tras cursar estudios de Artes en la Escuela  Popular de Bellas Artes, de laUniversidad de San Nicolás de Hidalgo, viajó a la Ciudad de México y desde mediados de los años sesenta colaboró con periódicos y revistas como cartonista político, lo que le valió premios en México y otros países. De manera paralela creó una obra como retratista de artistas, escritores y personajes de la cultura. Buena parte de su acervo, que supera los 12 mil cartones, fue donado por él mismo a la UNAM en 2011.

Artista mordaz y creativo. Atrapar con la tinta negra la esencia de un personaje, condensar en un cartón ese sentimiento que es mezcla de frustración, dolor y sorpresa provocados por ciertas noticias, y convertir la caricatura en material político fueron las cualidades de Rogelio Naranjo Ureño. Creativo, ingenioso, mordaz, artístico. Era preciso en su trazo con todo y que “la temblorina” en los últimos años desafiaba su mayor don.

Por más de 45 años Rogelio Naranjo fue una de las plumas más finas y certeras para representar con su caricatura a México, sus campesinos y ciudadanos, sus contrastes y múltiples realidades, y sobre todo sus políticos: a punta de dibujo, Naranjo propinó una venganza anhelada por buena parte de la sociedad mexicana. Y aunque el artista michoacano advertía que no buscaba la risa, era inevitable no sonreír ante la agudeza de sus cartones.

Fue también certero y exquisito para retratar a los artistas y escritores en poderosas imágenes para las que Naranjo los situaba como entre escenografías, vestidos por sus pinturas, sus libros, sus palabras; conseguía que cada retrato resumiera la esencia de lo que esos personajes fueron para cultura, las letras y las artes, de México y el mundo. Aunque cambió la pintura por la caricatura, los dones de quien hace una composición en un cuadro, los trasladó a sus dibujos que llegaron a multitudes gracias a los periódicos y revistas, y a la decena de libros que comenzó a publicar desde inicios de los años setenta.

Sin formación periodística, pero con la disciplina de quien cada mañana leía los periódicos y oía la radio, Naranjo fue trazando dibujos que “le dictaban” las noticias, procesos y sucesos. Se convirtió en un observador de la realidad; crítico y fulminante no dejó de narrar con sus líneas esa avidez de unos cuantos que producía el abandono de las mayorías.

Durante más de cuatro décadas elaboró más de 12 mil dibujos, buena parte de los cuales fueron donados a la UNAM en 2011. Esos dibujos constituyen una crónica de México en casi medio siglo tiempo: representan las crisis sexenales, las represiones, los olvidos de los políticos, sus célebres ocurrencias, el cinismo de ciertas primeras damas (probablemente no haya mejores retratos de Marta Sahagún que los hechos por Naranjo), las frustraciones de los campesinos y obreros, el abandono del campo, la transformación de la industria petrolera, la arbitrariedad de los líderes sindicales o el inapropiado, pero memorable gesto de un político.

Grandes empresarios ataviados con abrigo y sombrero, campesinos descalzos mirando hacia arriba; la sombra de un país. Ataúdes. A veces una imagen que resume un concepto. Eso era propio de su estilo.

En una entrevista con un Diario de circulación nacional contó que al comienzo, en los años sesenta, no entendía tanto del cartón político, pero poco a poco fue dominando aquel género: “Hice algunas de López Portillo, muchas que para mí, son célebres; Salinas dio tanto para dibujar, tanto tema, y luego Fox… Si entiende uno bien el contrasentido de la forma de gobernar que existe en México, se dan unas situaciones de absurdo que forzosamente llevan a la risa, nada más hay que completarle con un dibujo. Empieza uno a formar un elenco de personajes en la imaginación, entonces aparecen los pobres, los famélicos, que podrían ser los campesinos, el campesino es una calavera para mí; luego, los obreros, tal vez algunos son élites, pero los pongo simplemente como pobres, con los ojos hundidos, claro, famélicos, pero no son calaveras”.