La Secretaría de Cultura, ¡otro estercolero!

La que debiera ser –y lo es– nuestra última arma de combate contra el embuste de la casta dirigente, la cultura, para tolucos y pachuquitas es un platillo fuera del menú, algo extraño que nunca han sabido con qué se come. La tolucopachucracia, un engendro raro, no entiende de esas razones, menos de sus fundamentos.
Por eso, se convierte en dislate y ocurrencia nefanda, elevar a Secretaría una oficina de ciencias y artes, la Conaculta, que sólo ha servido para mantener parásitos e intelecuales –por cuales– de cualquier ralea, que viven confortablemente de nuestro dinero, sin que jamás se sepa qué aportan al país, a su idea, a su esforzada población de salarios miserables.

Los Tovar y de Teresa, ¿de la Casa Grimaldi?

Mientras en los países emergentes, los luchadores culturales son verdaderos guerreros del espíritu, guardianes de sus raíces vernáculas y de su vinculación con el mundo, en México se premia la mansedumbre, la pacata obligación de rendir respeto a quién les da el cheque quincenal. Una verdadera vergüenza nacional.
Los libros ejemplares del pensamiento latinoamericano, en México no son conocidos por las nuevas generaciones, gracias a las limitaciones culturales y a los compromisos inconfesables de la familia Tovar y de Teresa, que se dedica todavía a pelear el parentesco remoto con la realeza, con los Grimaldi del Principado de Mónaco. Otra agresión brutal a los hambrientos del país.

Obligados a revisar nuestro
entorno incomparable

La necesidad de desarrollar una cultura que consolide nuestra conciencia para superar la realidad, y la institución de un nuevo espíritu, a través del verbo, ha sido recogida en El Siglo de las Luces, Don Segundo Sombra, La Vorágine, Pedro Páramo, entre otros, que fundaron el espacio necesario para la rebelión y la inconformidad con el saqueo.
La influencia innegable de la negritud en nuestra cultura, así como los brillantes escritos de William Faulkner, Traven, Walt Whitman, Ezra Pound, Camus, Sartré, Hemingway y Steinbeck, entre muchos otros, nos reflejan con nitidez el pensamiento del hombre formado al pie del surco o en la infernal factoría.
Nuestra literatura, poesía, música y teatro, han producido un ancho diapasón, generador de un estado alerta del espíritu, con cantos elegíacos surgidos de tradiciones? seculares, que así como retratan y recrean las intensidades del paisaje, subliman las mejores cualidades del mexicano o recriminan sus procederes.
Los cantos del monte, la sabana y la llanura son inspiraciones que obligan también a la revisión del entorno incomparable y majestuoso. No es casual que los gazmoños y perfumados próceres culturales los desdeñen, juzgándolos ajenos? a su ignorante realidad.

Gritos de rebeldía ante la
depredación y el vasallaje

La cultura mexicana, desconocida por los fruncionarios tolucos y pachuquitas, es un entronque común con los trozos bucólicos de narradores norteamericanos, africanos, europeos y latinoamericanos en las áreas del subdesarrollo, que hoy se mide con índices de hambre. Los grandes literatos, de los que nos prohíben sus obras, son escritores eminentemente anti intelectuales, que se sitúan en una zona de experiencias anímicas y analíticas, para expresar los impulsos de liberación, los gritos de rebeldía ante situaciones de depredación y vasallaje.
Tienen todos, la misma manera de adjetivar, de impregnar y humanizar las materias dentro de un contexto de sensaciones y emociones, logradas desde un acuerdo virtual de consuno.
Las comedias y tragedias humanas del mexicano, que en todo el mundo se conocen –menos aquí– son inseparables de las notas del arpegio, de su ancho y generoso diapasón, del instrumento surgido de la nada, de la habilidad de la pluma, de la excelente interpretación de los verdaderos actores que las escenifican.
Son los testimonios atemporales de las hazañas del alma mexicana, en su incesante afán por revelar la cultura y las aristas insondables de nuestra auténtica antropología. ?Sólo es cuestión de saber cuál es nuestra posición en el mundo, a quién y para qué servimos, sin engaños ni alucinaciones.
Es, asimismo, la necesidad ontológica de afinar una identidad histórico – cultural lo que las letras mexicanas definen. Establecer un espíritu nacional, una conciencia de la tierra, más que el impacto o la búsqueda de una solución que no tiene rumbo ni plazo.

Engordan a diario una
pandilla nominal de intelecuales

Si los hombres de la cultura rehúyen el análisis crítico de nuestra realidad, deben pagar muy caro su deserción, porque la cultura no admite ni negociaciones, ni componendas, ni trastupijes, como los que acostumbran los Tovar y de Teresa…
… que se dedican a comprar en el extranjero paquetes chafas de exposiciones mal hechas, presentándolas al público como originales. Sólo sirven para engordar sus moche$ y engañar al pueblo.
Utilizan, con la complacencia y la ignorancia de toda la claque peñanietista, las últimas armas que nos quedan para resistir el embate de los embaucadores y mendaces, rateros de toda estofa. Y todavía los premian con más presupuesto, para asegurar su vida en Jauja.
Engordan a diario una pandilla nominal de intelecuales –por cuales– impostores que, aparte de que se roban nuestro dinero, se la pasan burlándose de nuestras expresiones culturales. Son los atracadores de nuestra conciencia.
Los impulsores de una clase acomodaticia de aviadores, con remuneraciones y paseos internacionales de sultanes.

Carolina Monroy ampara a
sus parientes inútiles y rateros

La ingeniosa frase de la ferozmente habilitada en la dirigencia del PRI, la atracomulca Carolina Monroy del Mazo, prima de Peña Nieto, es una danza macabra y ridícula de casi lo peor que haya vomitado alguno de los miembros de la casta dorada. ¡Y mire usted que son muchas!
Dijo la desdichada: «No permitamos que la mentira, el engaño y la simulación regresen a México». Digna del Ateneo de Angangueo, porque los mentirosos, engañadores y simuladores, son sus parientes, que están sentados en Los Pinos y en las dependencias federales.
?Apoyándose en los administradores voraces de la cultura, agachados ante cualquier expresión vulgar que provenga del extranjero.
Pues, qué delito habremos cometido los mexicanos para tener que traerlos cargando, ¡y todavía saqueándonos!
¡Ufff!! La Secretaría de Cultura, ¡otro estercolero a nuestra cuenta!
¿No cree usted?

Índice Flamígero: Dialogar por una Ley de Cultura multicultural, multiétnica y multilingüistica fue la propuesta principal del foro de iniciativa ciudadana Género y Cultura llevado a cabo el 6 de octubre en la Escuela Nacional de Antropología e Historia organizado por el Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores de la Secretaría de Cultura a través de su Comisión Nacional de Enlace Legislativo. Yolanda Pineda, maestra en Estudios de la Mujer por la Universidad Autónoma Metropolitana, la Etnohistoriadora Rocío Castro, en compañía de Paloma Estrada quien es Arqueóloga por parte de la ENAH, la artista visual Jassiba Erika Niño y la investigadora Alejandra Parra expusieron conflictos de género en los sectores dedicados a laborar en el área educativa y cultural del país. Las ponentes infirieron en las diversas interpretaciones de las palabras “género” y “cultura”, así como sus conceptos para explicar al público que ante la gestación del marco legal de la próxima ley general de cultura esclarecer la definición de los conceptos. ‘¿Qué definición de cultura vamos a elegir para la nueva ley?’. Tan solo elegir u concepto de cultura nos llevaría años. Por eso es importante exigir un panorama de definición para comprender que intereses va a proteger y cuáles no va a proteger la nueva Secretaría”, insistió Paloma Estrada, al igual que Rocío Castro quien explicó que esta nueva legislación debe ser multiétnica y multilingüistica por la cantidad de lenguas vivas que aún tenemos en algunos espacios olvidados y vulnerables del país: ‘No hay políticas públicas que protejan o velen las condiciones de la diversidad cultural. Estas deben ser prioridad en la Ley de Cultura’, concluyó. En cuanto a los derechos por las mujeres, Alejandra Parra resaltó que se debe empoderar a las mujeres porque las mujeres siguen siendo victimizadas: “debemos evitar que cuando la chica se queje porque el maestro le agarró la pierna, el abogado no le conteste que es por su corta falda. Estos foros generan este tipo de preguntas, porque tal vez los espectadores llegaron pensando en el arte de museos y hoy se van pensando que como ciudadanos podemos proponer al Estado iniciativas. Eso también es educación’.” Y en Teotihuacán, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, hace unas horas, siendo uno de los lugares con mayor destino turístico en México, se generó el foro en el que participaron la restauradora de arte Ximena Rojas, la arqueóloga Melissa Biggs Coupal, el Dr. Jorge Chávez de la Peña, quien es especialista en temas de turismo, y el escritor, historiador y antropólogo Oscar René González López. Uno de los temas principales a debatir, fue la separación del sector educación y cultural: «Tenemos un problema serio en puerta. Desvincular la educación de la cultura para que esta le apueste a una educación basada en las nuevas tecnologías es provechoso, pero es preocupante. Es pensar en una revolución industrial o una creación de hombres- máquinas. Lo mismo sucede cuando escuchamos que México se sostiene gracias al turismo, es decir, hacer de nuestras riquezas culturales un negocio agotable» destacó González López. Por su parte, el investigador y docente Chávez de la Peña reiteró que uno de los principales puntos que debe contemplar una ley general de cultura en el país es plantear un turismo que vea por los derechos humanos y no pretenda aspirar a consagrar una cultura elitista: «México y la protección de su Patrimonio debe ser el objetivo del turismo del siglo XXI. El turismo no puede ser depredador porque los nativos, sus costumbres, su comida y su trabajo artesanal muchas veces es una mercancía atractiva para quienes vienen de un país desarrollado. Para ello también debe existir gente adecuada que proteja éstas amenazas que además provocan choques culturales graves». También recordó que el uso de un turismo sustentable debe ser coherente: «Oaxaca es el estado de mayor riqueza cultural y uno de los más pobres del país, entonces ¿dónde queda el beneficio del turismo. El turismo no debe ser convencional. El próximo año es el «Año del turismo sustentable» y aquí en México se habla de un abominable recorte al área cultural. Son necesarios estos foros, estos debates o cualquier intervención no gubernamental que inquieten e inviten a reflexionar sobre el porvenir de su patrimonio cultural», concluyó de la Peña. Recién llegada a México, la arqueóloga estadounidense Biggs expresó lo siguiente: «Escuché en las noticias que la canciller mexicana afirma que el turismo es una política de combate a la pobreza. Yo no puedo entender eso. Es como pensar en el patrimonio cultural como un servicio o un mal recurso. La cultura no tiene el papel de resolver problemas. No lo puede hacer… ¿qué tipo de recurso es la cultura?», cuestionó la investigadora con la intención de hacer reflexionar a los ciudadanos que asistieron y opinaron durante el debate. Por su parte, la restauradora en arte Ximena Rojas explicó que algunos malestares de un turismo no convencional son muy notorios en el estado de Chiapas, en donde las artesanías o el bordado se ven claramente desplazados o aislados de su naturaleza: «cada clase social se representa a través de sus manifestaciones plásticas. La producción de las culturas primitivas se resignifica», concluyó.
El foro concluyó con una frase antropólogo Oscar González: “Si nuestra ley de cultura no define como prioridad que debemos defender una identidad, algo está mal”. + + + El Frente de Taxistas Concesionados y Organizados de México (FTCOM), integrados en el Movimiento Nacional Taxista, se movilizó ayer en la CDMX. Representantes de taxistas de 27 estados y de la Ciudad de México se manifestaron «en contra de la ilegal operación de vehículos particulares, sin concesión e integrados a plataformas digitales transnacionales, que han perjudicado de manera ruinosa el patrimonio de más de 700 mil familias en todo el territorio nacional.»