Samsung acepta fiasco con su Galaxy Note 7

Cuando Samsung lanzó el Galaxy Note 7 esperaba llegar a lo más alto; ahora se encuentra al borde del abismo.

El gigante sudcoreano certificó ayer el fiasco de este “smartphone” al suspender su producción, pedir a sus socios que dejen de vender este móvil de última generación y recomendar a los usuarios que lo apaguen por un riesgo de explosión de sus baterías.

Lo que pudo ser un mero contratiempo técnico de algunos aparatos, se ha convertido con el paso de los días en una verdadera crisis luego de que el pasado 2 de septiembre el primer fabricante mundial de teléfonos inteligentes se viera forzado a ordenar un llamamiento a revisión a escala mundial de 2.5 millones de unidades después de que algunos aparatos ardieran al estallar la batería durante la carga.

Todo se vino abajo cuando los aparatos distribuidos para reemplazar a los defectuosos también tenían problemas.

El punto culminante se produjo este martes cuando Samsung anunció que “para garantizar la seguridad” de sus clientes había decidido suspender la producción “permanentemente” del Galaxy Note 7.

Los analistas estiman que este caso podría costarle a la empresa 10 mil millones de dólares o más. Y lo más inquietante es el impacto a largo plazo en la imagen de marca global del gigante surcoreano.

Para Greg Roh, analista de HMC Investment Securities, la dirección de Samsung, quizá presionada por el inminente lanzamiento del iPhone 7 de Apple, actuó con precipitación con su nuevo Note 7.

El escenario de pesadilla para Samsung, imagina Roh, sería que los compradores del Note 7 usen el dinero que les devuelva el gigante surcoreano para adquirir un iPhone.

Crisis y cambio generacional

La crisis con el Note 7 se produce en un momento crítico para Samsung, en plena transición generacional de su dirección, cuya capacidad para tomar buenas decisiones es cuestionada.

Lee Kun-Hee, presidente de Samsung Electronics, así como de la matriz Samsung Group, está de baja desde que padeciera una crisis cardíaca en 2014.

Todas las miradas se centran ahora en el presunto heredero, su hijo de 48 años, J.Y. Lee, recientemente nombrado en el consejo de administración de Samsung Electronics.

Lee ha decidido enfrentar la coyuntura mediante un procedimiento, que estará listo en cuestión de días, y que consiste en ofrecer a los clientes que han comprado el teléfono Galaxy Note 7 la posibilidad de recuperar su dinero o cambiar el aparato por otro modelo con una compensación si fuera más barato.

Al interior, tendrán que revisar sus procedimientos, particularmente los relacionados con las baterías de ión de litio usadas por Samsung, producidas por varias otras compañías, entre ellas su filial Samsung SDI, son del tipo recargable que utiliza diversos materiales.

La reacción química que permite que funcionen las baterías también crea calor. Una sobrecarga del artefacto -o una carga demasiado rápida- puede provocar fuego.

Samsung admite que algunas partes de la batería que nunca debieron entrar en contacto sí lo hicieron debido a un “muy inhabitual error en el proceso de producción”.