La divergencia perdurable, amén

Independientemente de sus resultados, la concurrencia de dos manifestaciones el sábado anterior en esta ciudad ha sido una noticia importante no sólo por su coincidencia, cosa extraña, sino por la “convivencia” de dos posturas irreconciliables.
Eso dije más o menos en Radio Fórmula (con José Cárdenas) y ahora lo reitero, por solicitud de algunas personas, con el precario pulimento de la prosa sobre la improvisación radiofónica.
“Yo nunca había visto –dije en el micrófono– una conjunción de posturas políticas simultáneas en espacios polarizados en esta ciudad, sobre un asunto sin ninguna forma de entendimiento mutuo.
“Quiero decir, quienes reclaman la plenitud de sus derechos (sexuales, reproductivos, de adopción, de matrimonio, de organización familiar, de organización social, etcétera) no van a dar un paso atrás nunca en la exigencia de su reconocimiento total o, al menos, con la plenitud determinada por la Constitución.
“La obligación del Gobierno es garantizar la vigencia de la Constitución, y si esta dice en su artículo 1° sobre el absoluto de los derechos de la gente, ya no hay razón, al menos jurídica, para discutir.
“En ese sentido, las iniciativas para el matrimonio igualitario no son necesarias, (esas uniones) ya están tácitamente contempladas, en todo caso vendrían a ser ordenamientos reglamentarios.
“El matrimonio igualitario en la Ciudad de México existe desde hace mucho tiempo, y cuando se legisló aquí, los grupos hoy opositores no se manifestaron, o no lo hicieron con la vehemencia de ahora en contra de la iniciativa del presidente Peña.
“¿Por qué? Porque en este país, en esta ciudad, se puede casar quien quiera; en esta ciudad puede abortar quien lo necesite; en esta ciudad los derechos están reconocidos y vigentes.
“O a lo mejor la oposición no es contra las iniciativas, sino contra el autor de las iniciativas y la ‘sagrada familia’ es un pretexto, un vil pretexto”.
“Y quienes ahora piden la extensión nacional de los derechos por lo menos aquí con vigencia jurídica plena, se enfrentan a un grupo de personas ‘afectadas’ por los derechos de otros.
“El derecho de una pareja homosexual de contraer matrimonio no impide el derecho de otra pareja heterosexual de contraer matrimonio.
“No se están sustituyendo los derechos de unos por los derechos de otros, se están reconociendo los derechos de todos.
“Pero como ahí interviene un elemento frente al cual la razón no funciona, como es el pensamiento religioso (porque la religión se basa en la fe, y la fe no pasa por la razón, porque si la fe pasa por la razón, la fe desaparece), porque se debería llegar a la negación del dogma y si se niega el dogma se cae en herejía, entonces no hay discusión posible.
“Entonces, si la Santa Madre Iglesia interviene en la mentalidad de la gente, podrá haber un millón de manifestaciones en contra, o en favor, pero nadie a cambiar su punto de vista, nunca.
“Unos no se van a mover porque jurídicamente tienen la razón, otros porque teológicamente tienen la invocación, jamás se van a entender.
“La Iglesia no critica desde la razón (y su propio órgano de divulgación lo dice) critica y opina y educa, desde la fe.
“Si a mí alguien me explica, incluyendo mi estimado señor cardenal Norberto Rivera, si él me explica la fe, sin las tautologías del estado de gracia y cosas parecidas, pues a lo mejor les entiendo cuanto me digan desde ese indefinible fervor por creer en lo inexistente o al menos lo invisible.
“Pero ni falta haría, porque en el equilibrio de esas dos posiciones hay un elemento inventado (tan inventado como la religión) por nosotros los humanos y tan inventado como la sociedad por nosotros los humanos, el derecho, y la ley es la moral colectiva.
“Y si la ley dice una cosa, aun quién en lo particular no esté de acuerdo, debe acatarla.
Y el Estado, a través del Gobierno, tiene la obligación de hacerla cumplir. Y cumplirla él mismo.
“Ahora bien, estamos viendo cosas verdaderamente aberrantes.
A mí me parece aberrante la postura de los DGT, etcétera, de ‘acusar’ a sacerdotes por ser homosexuales, como si se estuviera hablando de delaciones contra delincuentes.
“Ahora resulta, ser homosexual y ser cura es materia de acusación por parte de quienes por años se quejaron de ser ellos mismos acusados por una orientación sexual.
El mundo al revés.
Eso es homofóbico, discriminador, anticlerical y absurdo.
“Ha sido muy desafortunada esa observación de ‘señalar a los sacerdotes homosexuales’, de la misma manera como los sacerdotes homosexuales pueden señalarlos a ellos, entonces vamos a caer en una cena de negros espantosa.
“El Gobierno ha hecho su parte de acuerdo con el orden constitucional.
El Presidente presenta una iniciativa, la iniciativa no es una ley. Quienes no quieren esa ley vayan a la Cámara de Diputados, ahí tienen a sus representantes como ciudadanos; discutan con sus representantes, hagan política en donde se debe hacer política, no abajo de la Columna a la Independencia, a la sombra del Ángel, porque los ángeles no tienen sexo, ni matrimonio. Nunca lo han probado.
¿Quién va a probar algo desde el angelical estado?”.