Una ola de grafitis artísticos inunda los muros de Mérida

James Joyce, escritor irlandés, culminó su carrera literaria con la publicación de Finnegans Wake, una novela que gestó durante casi dos decenios luego de la publicación de Ulises, un libro axial en la literatura universal.
Como afirmó Umberto Eco en su estudio sobre la obra de Joyce: si con el Ulises el escritor parecía haber llegado al estado límite de la literatura, el Finnegans fue la extensión de ese viaje literario. Ulises, un libro que se acerca a las mil páginas, narra un día en la vida de un hombre común: Finnegans Wake, como espejo, describe con un «nuevo lenguaje» la noche de un hombre: sus sueños, pesadillas, el fluir de consciencia (técnica narrativa que Ulises popularizó) llevado hasta el extremo de la unión de palabras en más de medio centenar de idiomas. Su complejidad es evidente desde el primer capítulo; incluso desde la primera página, la primera línea y la primera palabra («Riverrun»).
Desde su publicación (1939) hasta el año pasado, toda versión en español había sido parcial, o fallida, como nos lo comentó en entrevista JD Victoria, traductor mexicano que se ha volcado al original para trasladarlo al español. Actualmente, el entusiasta joyceano se encuentra en busca de fondear el proyecto para publicar el primer capítulo en formato de libro, con anotaciones y prólogo para facilitar la lectura.
Se trata de la versión anotada y totalmente legible del primer capítulo de Finnegans Wake (FW), e incluye más de mil anotaciones que aluden a alrededor de 7 mil referencias no explícitas en el texto.
Para la versión preliminar de este fragmento, requerí un año exactamente: del 27 de junio de 2008 al 27 de junio del 2009. Posteriormente ha sido un proceso con pala y pico de revisión, ampliación y reinterpretación, que apenas culminará cuando el presente texto salga impreso. Después ya no volverá a ser tocado. Como el primer capítulo me tomó un año, laborando a tiempo completo, y en el segundo la experiencia fue similar, aunque con un largo receso de revisión y asimilación de lo anterior, yo creía al principio que era necesario considerar un año por apartado; no obstante, cuando Marcelo Zabaloy me invitó originalmente a participar en su versión, vi que avanzaba más rápido, aun cuando se trataba del capítulo más «complejo», el segundo del Libro II, por lo que supongo que, con las características de mi propuesta, una traducción completa, anotada y legible podría salir en menos de cinco años…
si consigo financiamiento para dedicarle tiempo completo y mi esfuerzo al cien por ciento.
Técnicamente, con el método que he desarrollado y la empatía con el texto, después de compartir la lectura con varios grupos simultáneamente alrededor del mundo durante más de diez años, no identifico otras dificultades literarias sino expresamente en el financiamiento de la traducción y su publicación, por lo que he optado por exhibir lo conseguido a través del proyecto inscrito en Fondeadora.mx (Edición Príncipe de «Finnegans Wake» en Español), para que la Academia y el gremio literario se den cuenta de que aquella encarnación del personaje protagonista de la obra, el gigante Finn McCool que duerme en lo profundo de Dublín esperando su resurrección, ya está despertando… y habla castellano.

¿Cuál ha sido la mayor satisfacción?

Reencontrarme con el Joyce que me entusiasmó en Ulises, pues en FW emplea el mismo estilo en cuanto a imágenes y sintaxis rebuscadas; aderezado con retruécanos y elementos lúdicos que hacen la lectura más fructífera en cuanto al contenido implícito, antes que «explícito». Es un río de corrientes subacuáticas, a veces contrarias y otro tanto paralelas.

Me entusiasma ver que es posible leerlo como un inédito del genial irlandés: que en el sentido estricto lo es, como si se tratara de una tabla arcaica en una lengua «indescifrable», que de pronto se revela legible y sabia y lúbrica y avasallante como lectura. Y saber que muy pocos han visto lo que yo, y que con cada revisión surgen nuevas vías de comprensión y debate de la lengua como herramienta de comunión o divergencia entre la misma especie nuestra… Babel en acto, hoy develada y compartida, primero, con los hablantes de mi propio idioma, aunque su «piso» sea otro: supuestamente el inglés, pero realmente la clave está en las etimologías y en una enorme dotación de «paciencia + pasión = pasiencia» que evade la «pazciencia» con «indeciencia» (y éste es el modelo de la deformación de las palabras que emplea el autor, valiéndose de vocablos en más de 60 idiomas).

¿En qué se diferencia tu versión de la nueva de Zabaloy y de los fragmentos anteriores que se han publicado?

Curiosamente, las dos versiones publicadas por sendas editoriales españolas de alcurnia son las peores: la de Pozanco, especie fallida de resumen en Lumen, sin arraigo en los recursos sui géneris de la novela ni interés por develarla con el mínimo decoro. Un trabajo hecho a destajo, por encomienda, de lo que el traductor supuso que nadie le pediría cuentas, pues ¿quién entiende a ese señor llamado James Joyce? Así que hizo (de mala gana) lo que quiso.

Tuvieron que retirar ese esperpento del mercado, y ahora lo venden con sobreprecio como una edición para «coleccionistas». Pero no vale ni siquiera el papel desperdiciado en dicho «compendio».

Lo de García Tortosa, un solo capítulo para Cátedra, el octavo del Libro I, con una extensa introducción de 150 páginas trayendo al castellano los «prejuicios» que ya se habían develado en otras lenguas, por lo que no sumaba nada de su cosecha en el aspecto teórico. Y la «traducción», 18 páginas escasas, ¡dioses! Fatalidad.

Pues trasladó lo más sencillos conceptos en recto inglés (muy pocos) a un coloquialismo peninsular de balbuceos «babeaberrantes». Por supuesto, el tomito vale por el prólogo maratónico y no por la versión macarrónica de un pequeño fragmento de FW.

Hay opciones más solventes del mismo capítulo en Latinoamérica, en tirajes reducidos, donde destaca la propuesta del miembro de la Academia de la Lengua del Perú Ricardo Silva-Santisteban en su libro «Textos esenciales», con traducciones de varios fragmentos narrativos de Joyce, desde Dublineses (colección de cuentos de Joyce) hasta FW.

Lo de Marcelo Zabaloy se cuece aparte: evoca la misma extrañeza para el lector en castellano que la que experimenta un lector nativo en inglés, ya que se concentró en volcar todas las palabras en ese idioma, y algo de francés, respetando la estructura de neologismos joyceanos… aun cuando esto dificulte la comprensión tan necesaria o innecesariamente como lo hace el texto primigenio. ¡Pero sí está el espíritu del autor ahí! Se siente su prosa, su fraseo, densamente como en un pantano, pero no se le puede pedir más a un traductor que reproducir lo que tiene ante sus ojos. Tampoco menos.

No tiene notas ni explicaciones ni prólogos ni muleta alguna. Es un FW en crudo. Sin aderezos, a excepción de algún salero «porteño», que identificamos como «nuestro» pues forma parte de cierto bagaje reconocible para cualquier lector-oyente del continente. Pero tiene «sabor», no es un texto insípido; aunque sólo se trate de la materia prima verbal. Algo queda, que se impregna en el entendimiento o el inconsciente.

Mi propuesta, al contrario, es el FW «cocido». La receta completa, los ingredientes medidos y mezclados para ofrecer un platillo apetecible para cualquier paladar. Prólogo, sinopsis y traducción.
Con notas cortas pero acuciosas y enteramente legible. Vuelco al español todos los idiomas que se pueden o he podido identificar, pretendo que con solvencia, ya que surge una trama coherente, congruente con lo anterior y sustento de lo posterior. Introduzco pues acá un breve pero útil prólogo que recapitula el contexto y los empeños de traducción al castellano, el cual ya había pulido para el libro de Zabaloy, pero la gente de El Cuenco de Plata prefirió omitirlo para validar con epígrafes la oscuridad «formal» y «heterodoxa» de la obra. Respeto su decisión, aunque no la comparto, y la carencia de esta herramienta se la han echado en cara al editor pampero sus comentaristas más acerbos. No obstante, la aparición de la versión argentina ha sido absolutamente favorable para poner en perspectiva mi propuesta, más ambiciosa aunque más dilatada.