Unidad nacionalista o, fragmentación provocada

Resulta que mientras el país se encuentra en crisis, lo prudente seria un llamado a la unidad nacional a efecto de enfrentar los agudos problemas que nos aquejan en conjunto con las autoridades, con el ánimo de obtener y explorar las mejores alternativas de solución, tomando en cuenta la necesaria colaboración de la sociedad en su aceptación e implementación, pues ello implica legitimidad y suma de esfuerzos en un propósito compartido.
Lejos de ello, pese a la necesidad de una presidencia débil y desgastada por obtener un respaldo de la comunidad, se hace hasta lo imposible en continuar impulsando temas de confrontación social, apartándose de aquellos prioritarios, importantes, urgentes y necesarios, como es el caso de la iniciativa peñista sobre los matrimonios igualitarios, que no pudo ser más inoportuna en todos los sentidos por donde se le quiera observar.
Lo anterior ha ocasionado una polarización social, por supuesto, es un tema que divide por lo tanto el ponerlo sobre la mesa es provocar la confrontación, inducir a la fragmentación y obligar a alzar la voz, cuestión predecible. En ese tenor, ¿cuál fue el propósito del Presidente Peña para impulsar su iniciativa?.
En principio es inoportuna por varias razones: la cercanía con la visita del Papa Francisco a México, a sabiendas que para la Iglesia es inaceptable la transformación del concepto tradicional a partir de su base natural la institución matrimonial, lo tomaron al igual que muchas mas personas como una verdadera afrenta. Además, no es un tema prioritario, lo fundamental consiste en los puntos de unión y no de aquellos que producen división, por tal motivo me parece un verdadero despropósito.
La intención que percibo se ubica desde una perspectiva electorera, pues dados los desastrosos resultados de la administración, el confrontar con estos temas a la oposición la divide, le resta posibilidades aliancistas y le permite al PRI-Gobierno subir sus posibilidades de perpetuarse en el poder, no encuentro otra lógica de esa acción en momentos de crisis.
Algo que llama la atención es la posición del PRI, que se mantiene completamente ambigua, siendo una institución de férrea disciplina y a las órdenes de su máximo jefe, el Presidente de la República, a quien respaldan ciegamente, lo que robustece la hipótesis de que se trata de una iniciativa de fragmentación con dedicatoria a la oposición y el partido oficial simplemente quiere ver los toros desde la barrera.
Sin embargo, las cosas se han salido del redil, los ciudadanos no están dispuestos a dejarse llevar por el carril de la pasividad y, han comenzado a tomar las calles, a manifestarse y alzar la voz. Aquello que parecía prácticamente imposible, ahora que todo es en base a la comunicación de redes sociales y poca participación física en marchas, surgen las motivaciones de unidad en torno a la defensa de los derechos ciudadanos, al margen de los partidos políticos, lo que hace aún más interesante los eventos, pues se trata de verdaderos y auténticos movimientos sociales, que obligaran a determinar la agenda a seguir por una parte y, por otra, a terminar de construir el Estado democrático, pues durante los últimos años se ha deteriorado y se encuentra en condiciones lamentables.