Tratamiento y prevención de infecciones de la piel

La piel es el órgano más extenso del cuerpo y lo recubre en su totalidad, pues actúa como escudo protector contra luz, calor, contaminación y lesiones, interviene en funciones vitales como regulación de la temperatura del organismo, almacenamiento de agua y recepción de estímulos del exterior a través del sentido tacto, pero también es pieza clave en la prevención de padecimientos al evitar el ingreso de agentes infecciosos.
A pesar de ello, hay ocasiones en que una zona de este tejido, restringida o extensa, puede enfermar al ser blanco del ataque de distintos invasores, como:
Bacterias. Seres diminutos formados por una sola célula que pueden sobrevivir en condiciones muy adversas. Son una de las formas de vida más antiguas, pues se piensa que surgieron hace miles de millones de años, y son de diferentes formas: bastón (bacilos), esfera (cocos) o espiral (espiroquetas).
Hongos. Su velocidad para ocasionar enfermedades es más lenta, y sólo encuentran condiciones propicias para su proliferación en ambientes húmedos y con poca ventilación: pliegues de la piel, dedos de los pies, áreas genitales, cabello y uñas.
Virus. Más primitivos y pequeños que las bacterias, se caracterizan por su incapacidad para reproducirse por cuenta propia, de modo que necesitan de células vivas para multiplicarse (replicarse).
Parásitos. Seres de mayor tamaño que se distinguen porque sólo pueden sobrevivir a costa de otro organismo más grande (huésped).
Es importante destacar que, en términos generales, cada tipo de agente infeccioso ocasiona síntomas distintivos que anuncian su presencia y, ante todo, requiere de tratamiento particular para recuperar la salud en las regiones lesionadas, como detallamos a continuación.
Infecciones bacterianas
Toda persona que sufra una herida en la piel (picadura de insecto, mordedura de animal o cortadura) se encuentra en riesgo de contraer una infección por bacterias, ya que dichos gérmenes aprovechan la debilidad del tejido agredido para ingresar al organismo, donde encuentran condiciones ideales para reproducirse y alimentarse. Entre las enfermedades más frecuentes ocasionadas por estos microorganismos tenemos:
Impétigo. También llamado piodermia, es causada por bacterias de tipo estafilococo o estreptococo; se caracteriza por la aparición de úlceras y vesículas (granitos o ampollas llenas de pus, es decir, líquido viscoso formado por tejido muerto, gérmenes y glóbulos blancos) con costra en la superficie; es contagioso y se disemina fácilmente por contacto, ya que las lesiones generan comezón. Limpieza con jabón antibacteriano, además de la administración de antibióticos en crema como penicilina o cefalosporina son de gran utilidad en el tratamiento. Como medida de prevención, no se deben compartir toallas o ropa.
Erisipela. Es un tipo de celulitis (inflamación de la piel) que ocurre por la acción de estreptococos y que habitualmente se presenta en la cara o un brazo o pierna. La región afectada luce roja, brillante, caliente al tacto, dolorosa, con pequeñas vesículas llenas de agua y bordes prominentes, bien delimitados. Responde a terapia con penicilina o eritromicina por vía oral.
Paroniquia. Infección de la piel alrededor de la uña de un dedo de la mano o del pie, la cual puede originarse por una herida al emplear herramientas o morderse por nerviosismo.
La zona afectada se inflama, luce rojiza y genera dolor. El tratamiento puede incluir compresas calientes, poner el dedo a remojar en agua con sal a alta temperatura, hacer una incisión en caso de que haya pus, a fin de drenarla, y aplicación de antibióticos locales.
Foliculitis. Se trata de la infección de los folículos pilosos (donde nacen los vellos y el cabello), siendo más comunes las áreas con mayor vellosidad en el cuerpo (por ello suele ser más frecuente en hombres que en mujeres). Para determinar el tratamiento se requiere la evaluación del dermatólogo y tomar una muestra de pus (cuando existe) para su evaluación en el laboratorio y recetar un antibiótico específico.
Hay que destacar que las zonas inflamadas y dolorosas que aparecen alrededor de los folículos se denominan furúnculos, y cuando éstos forman grupos, reciben el nombre de carbuncos.

Infecciones por hongos
Estos microorganismos suelen establecerse en áreas húmedas del cuerpo donde rozan dos superficies cutáneas, como entre los dedos de los pies o las ingles, y suelen alimentarse de células muertas y proteínas que encuentran en los tejidos de la piel. Los padecimientos más comunes por esta causa son:

Candidiasis. Se debe al microorganismo Candida albicans, que es inofensivo y vive de forma habitual en sistema digestivo y zona vaginal, pero que puede causar infección cuando la piel está dañada, hay problemas en el sistema inmunológico (de defensa) o hay condiciones de mucha humedad y calor.

Los síntomas dependerán de la región afectada. En ombligo y pliegues de la piel ocasiona erupción (granitos) similares a espinillas, comezón, ardor y generación de fluido transparente; en las comisuras de la boca genera grietas o pequeños cortes (se le denomina peleche); en las matrices (raíces) de las uñas desencadenan hinchazón, dolor, pus y altera su estructura (luce blanca o amarilla y no se encuentra unida al dedo); en tanto, en el pene se manifiesta con enrojecimiento y descamación de la cara inferior de dicho órgano, acompañada de granitos (erupción) dolorosa. En todo caso, es un problema relativamente fácil de tratar con ayuda de ungüentos especiales (antimicóticos).

Cabe recordar que este mismo microorganismo puede atacar las mucosas (tejido húmedo y liso), siendo más común la infección en la vagina (tiene como síntomas ardor, enrojecimiento y secreción blanca o amarillenta) y boca (produce ulceraciones dolorosas, llamadas aftas, y placas blancas sobre la lengua y parte interna de las mejillas, conocidas como algodoncillo). En el primer caso, su tratamiento también es a base de antimicóticos, mientras que en el segundo son de utilidad enjuagues bucales y soluciones a base de yodo.

Tiña. Causada por hongos dermatofitos, afecta a diferentes partes del cuerpo y desencadena síntomas peculiares. En el cuero cabelludo (tinea capitis) genera erupción roja con descamación, comezón y pérdida de cabello; en las uñas (tinea unguium) se caracteriza por engrosamiento, deformación y coloración amarilla de dichas placas de la mano o el pie, y en otras partes del cuerpo (tinea corporis) presenta lesiones rojas y circulares con bordes elevados, además de irritación.

Mención aparte merece el pie de atleta (tinea pedis), infección muy común que afecta principalmente a los varones adolescentes y adultos por exceso de sudoración, secado deficiente de los pies después de nadar o bañarse, uso de calcetines sintéticos y zapatos ajustados, así como clima caluroso. Casi siempre aparece entre los dedos de los pies, donde ocasiona ardor y grietas que dejan la piel en carne viva.

No menos importante es la tiña inguinal (tinea cruris), condición que también afecta con mayor frecuencia a los hombres y que se presenta con más insistencia durante los meses cálidos. Produce áreas rojas y dolorosas que rodean la ingle, por lo que puede extenderse por la parte superior de la cara interna de los muslos, región anal y glúteos. Se puede transmitir al compartir toallas.

En cualquier caso, las tiñas suelen responder bien con el uso de antimicóticos basados en sustancias como ketoconazol, miconazol, clotrimazol y econazol. También debe procurarse la adecuada higiene y ventilación de la zona afectada.

Infecciones virales
Distintos tipos de virus pueden invadir la piel, aunque se debe aclarar que algunos de estos microorganismos nos atacan porque ya se encuentran dentro de nuestro organismo en una especie de “hibernación” (latencia), y aprovechan el surgimiento de condiciones ideales para atacarnos. Entre los padecimientos más frecuentes encontramos:

Fuegos labiales. Pequeñas ampollas que brotan alrededor de la boca y que se deben al virus herpes simplex. Dicho agente infeccioso no es curable, aunque puede permanecer inactivo por períodos prolongados. Las úlceras, que ocasionan cosquilleo, irritación y costras, no suelen durar más de dos semanas y su brote es provocado por Sol, viento, resfriado, estrés o depresión del sistema inmunológico. El tratamiento más indicado es la aplicación de pomadas a base de aciclovir, según la prescripción médica.

Verrugas y mezquinos. Se trata de crecimientos no cancerosos en la piel provocados por agentes de la familia papilomavirus, y son un poco más comunes en los niños que en los adultos. Pueden contagiarse a distintas partes del cuerpo o a otras personas, y la mayoría de dichas lesiones desaparecen, sin tratamiento, después de un largo período.

El abordaje médico puede incluir la aplicación de ácido salicílico y ácido láctico (para ablandar la zona infectada), destrucción de la verruga o mezquino con agentes químicos, bajas temperaturas, electricidad o rayo láser, además de terapia para fortalecer al sistema de defensas.

Herpes zóster o culebrilla. Surge cuando el virus que produce la varicela (erupción formada por grupos de manchas planas o elevadas y ampollas llenas de líquido y costras) se reactiva después de permanecer adormecido en las células nerviosas durante años, debido a envejecimiento, estrés o baja en las defensas. Cuando esto ocurre aparecen síntomas como hormigueo o sensación de ardor en un área del tronco, brazo, mano o rostro, y luego se presentan enrojecimiento de la piel (eritema) y aparición de ampollas (vesículas) que se forman en grupos densos que supuran, hacen costra y generan dolor.

El herpes zóster desaparece de forma espontánea y es posible que no requiera tratamiento, aunque en algunos casos pueden necesitarse analgésicos para el alivio de los síntomas o antivirales para controlar su ataque (aciclovir, desciclovir, famciclovir, valaciclovir o penciclovir). Aunque los síntomas de dicha infección duran de 2 a 3 semanas, en algunas personas, sobre todo mayores de 60 años, el dolor puede persistir por meses o años (neuralgia posherpética).

Infecciones parasitarias
Son producidas por insectos, arácnidos (“familiares” de la araña) u otros organismos que se esconden dentro de la piel, unos como residentes transitorios y otros como huéspedes permanentes. Las más habituales son:

Sarna. Causada por un ácaro que se transmite fácilmente de persona a persona por contacto. La hembra de este parásito cava túneles debajo de la piel y deposita sus huevos, por lo que causa un picor intenso que se agrava de noche. Es común que ocurra en varios miembros de la familia, por lo que se aconseja el tratamiento simultáneo de todas las personas afectadas en casa, aplicando una crema que contenga permetrina o una solución de lindane. Este problema también puede ser contagiado por una mascota (perro, gato), de modo que es necesario que los animales con que se conviva en casa sean aseados periódicamente y valorados por un veterinario, más aún si presentan lesiones cutáneas.
Pediculosis. Causada por piojos (insectos), los cuales pueden afectar cualquier zona de la piel, aunque su presencia es más común en el cabello por la facilidad que tienen para ocultarse. Se suelen transmitir por contacto corporal, peines, cepillos, sombreros e intercambio de ropa interior. Esta infección se trata con el uso de shampoo o solución con ingredientes como permetrina, piretrina o lindane (éste último no se debe emplear en niños pequeños, ya que podría causar complicaciones neurológicas), y se requiere una segunda aplicación después de 10 días.
Aclaración final
Nos resta señalar que el estado de la piel dependerá de la salud global del individuo, por lo que los pacientes con mayor riesgo de contraer padecimientos cutáneos son quienes tienen diabetes (elevado nivel de azúcar en sangre que afecta a las terminales nerviosas, de modo que pueden generarse heridas sin que haya dolor), problemas nutricionales (la resistencia del organismo a infecciones disminuye), o sufren enfermedades que atacan a su sistema de defensas, como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). Todos ellos deberán tener más cuidado que otras personas para evitar estos padecimientos y recibir asesoramiento de su médico de cabecera.

También tenemos que hacer hincapié en que, cuando haya duda respecto al problema, es indispensable la visita al dermatólogo para realizar el diagnóstico correcto y emprender el tratamiento más adecuado. Recuerda que los síntomas de algunas de estas enfermedades pueden confundirse, y sólo el especialista puede distinguir una de otra. Asimismo, se debe evitar el uso de cremas o ungüentos que “le funcionaron” a otras personas (un antibiótico, por ejemplo, no dará resultados en caso de infección por hongos o viral) y, más aún, no apliques aquellas sustancias que puedan generar irritación en vez de alivio, como desinfectantes agresivos, pasta dental u otros.