Cada quien por su lado

En época de crisis como la actual, la rendición de cuentas se convierte para los gobernantes en una verdadera pesadilla, atrás quedaron los tiempos del fastuoso evento, de las cuidadas formas y el tradicional besamanos, el día del presidente cambió, ahora son manifestaciones, reclamos y descalificaciones, pasamos de un extremo a otro.
El acto tiene su importancia pues es quizás la única relación directa entre dos poderes, ahí precisamente se localiza el obligado diálogo que debe existir entre ambos, en un sistema como el nuestro la coordinación del legislativo y el ejecutivo cobra especial relevancia, particularmente cuando las cosas no marchan bien, no obstante, las circunstancias no se prestan para ello. Desde hace años las interpelaciones y falta de respeto provocó el cambio de formato, así que los legisladores solo reciben el informe por escrito.
La relación y coordinación entre poderes no es un tema menor, es la base del sostenimiento del sistema político mexicano, en esa virtud, la rendición de cuentas que anualmente debe rendir el ejecutivo ante el legislativo, con todo el simbolismo que ello implica, es un acto trascedente.
Ahora bien, es de todos conocidos que los resultados de la actual administración arrojan saldos negativos y los ánimos ciudadanos se encuentran irritados, lo que justifica la entrega del informe sin comparecencia, sin embargo, es necesario una amplia explicación sobre lo ocurrido desde la perspectiva del gobierno y además el fortalecimiento del diálogo entre los poderes.
En efecto, la intención de las recurrentes reformas políticas no únicamente abarcan los temas electorales, sino la necesidad de contar con una mejor relación entre los poderes, lo que últimamente no hemos visto. Cuando la situación se encuentra mal y además se avizoran mayores tempestades, son momentos de platicar, de reflexionar de explorar a través del diálogo alternativas de solución y, precisamente en esas condiciones es que resulta fundamental el entendimiento entre poderes.
Podemos decir que tal objetivo ha sido un verdadero fracaso, pues no existe mayor vínculo de comunicación ni entendimiento entre los poderes legislativo y ejecutivo, por el contrario, para como están las cosas, en realidad el distanciamiento en verdaderamente considerable.
Eso nos conduce a la reflexión sobre la situación que prevalece en el país, si es el sistema que debe seguir o no, con el objetivo de los resultados convenientes para el desarrollo, o bien, si las reformas políticas de los últimos años han sido en realidad completamente ineficaces. El hecho en la práctica, sigue siendo la imposibilidad de que ambos poderes puedan tener una relación en beneficio de los mexicanos, circunstancia que desde el ángulo que se le quiera observar no es positivo para el beneficio del país.
Desde esa perspectiva, lo único que podemos esperar es la continuación de una crisis de carácter político que se traduce o deriva en consecuencias negativas en aspectos de otras categorías, pero que desde luego, es fundamental corregir, ya no podemos darnos el lujo, de escatimar únicamente los beneficios o sobreponer los intereses individuales o de grupos, frente al general de la nación.