Depresión post-olímpica, el peso de los medallistas

 

Muchos atletas sufren problemas psicológicos cuando abandonan la Villa Olímpica. Estos son los motivos

Los Juegos de Río han acabado, y con él, la participación de más de 11.000 atletas. Unos se llevan medallas, a otros solo les queda cargar con la decepción de no cumplir con sus expectativas y algunos se muestran satisfechos simplemente por haber participado. A pesar de que una competición siempre deja atrás gandores y perdedores, muchos de ellos sentirán lo mismo al llegar a casa al margen de sus logros.

Su vida vuelve a ser normal.

A este bajón emocional se le llama depresión post-olímpica.

Después de haber entrenado bajo la máxima exigencia durante 4 años, en las citas olímpicas los atletas están en el ojo de huracán. En esos 20 días viven en una nube donde los medios de comunicación se interesan por ellos y tienen una organización entera a su disposición.

Se abstraen del resto del mundo y olvidan, parcialmente, cómo era su vida antes de entrar en la Villa Olímpica.

El principal problema tras los Juegos toma forma de mucho tiempo libre tras años de extrema preparación. Algunos se ven aturdidos por una falta de estímulo vital, levantarse por las mañanas pierde épica.

El fenómeno ha sido estudiado por diversos expertos. El psicólogo deportivo del Comité Olímpico de EEUU, Steven Ungerleider, explicó en el Washington Post el shock por el que pasan los deportistas.

» Estamos viendo un gran número de atletas, que ganan o no medallas, que cuando regresan casa se vienen abajo. Las luces se apagan, los medios de comunicación se han ido, y entran en un estado de shock, ya que han estado en lo alto del pedestal y ya no lo están. Sin su régimen de entrenamiento y sus entrenadores , es una transición difícil» , afirma Ungerleider.

Por su parte, el también psicólogo y director del Centro Psicológico de Rendimiento de la Universidad de Michigan, Scott Goldman, destaca la exigencia de los Juegos y el cansancio de los atletas.

«Hay que pensar en la montaña rusa emocional que son los Juegos Olímpicos, la rapidez con la que pasa todo», dice Goldman a The Atlantic .

» Cuando termina esta carrera de 120km/h que son los Juegos, los atletas están agotado s tras ese ‘ ataque’ a su cuerpo. Cuando todo está dicho y hecho, están agotados física y psicológicamente « .

Los casos de deportistas que han sufrido depresión post-olímpica son varios. Es el caso de Allison Schmitt, la nadadora estadounidense se derrumbó moralmente tras ganar 5 medallas en Londres’12. “Cuando me despertaba por la mañana, sólo pensaba en volver a la cama», dijo Schmitt en una entrevista para Today Show.

Schmitt perdió la ilusión por competir cuando volvió a casa, después de soportar la presión constante por ganar medallas en Londres. Sin embargo, supo salir del pozo en el que estaba atrapada y volvió a nadar en Río, ganando un oro y una plata.

Como su compañero, Michael Phelps.

El nadador más laureado de la historia anunció su retiro en 2012 para luego volver a competir en 2014 y ganar todo en Río. En los dos años de inactividad estuvo metido en una espiral de alcohol, marihuana y autodestrucción, siendo detenido dos veces conduciendo borracho e internado en un centro de rehabilitación durante un mes y medio. El suicidio le rondaba en la cabeza.

«Realmente estaba en un lugar oscuro, no quería vivir más», aseguró Phelps en Sports Illustrated.

Michael Phelps, el mejor nadador de la historia, también sufrió una depresión post-olímpica
Michael Phelps, el mejor nadador de la historia, también sufrió una depresión post-olímpica

No solo los nadadores sufrieron esta depresión, la gimnasta Shawn Johnson padeció un parecido trastorno después de Pekín’08. En un vídeo grabado para I am second -proyecto donde diferentes personalidades explican sus historias de superación gracias a Dios- reconoció que tras ganar dos platas en Pekín » la persona que me dio la medalla me dio un abrazo y dijo: ‘Lo siento’. Recibir una medalla de plata en los Juegos Olímpicos y escuchar eso fue algo así como un sentimiento de validación que ya tenía en mi corazón, que había fallado”.

Tras ese bache, Johnson se acogió a la fe religiosa para seguir entrenando, hasta conseguir la medalla de oro en Londres.

Pero no todos los deportistas salen a flote tras hundirse en una depresión. Suzy Favor Hamilton, una mediofondista americana, acabó siendo prostituta tras participar en tres JJOO. Después de no ganar ninguna medalla en Sidney’00 y de fingir una lesión en su última carrera, Hamilton cayó en depresión.

Los médicos le recetaron antidepresivos sin diagnosticarla correctamente como bipolar, haciendo que las drogas le desinhibieran por completo sintiendo hipersexualidad. Acabó afianzándose como prostituta de lujo en Las Vegas, llevando una doble vida. Su familia se acabó enterando y finalmente su bipolaridad pudo ser tratada.

Peor suerte corrió Jesús Rollán, jugador de la selección española de waterpolo y considerado mejor portero del mundo.

El campeón olímpico en Atlanta’96 tuvo problemas de adicción a las drogas durante varios años. Tras los Juegos de Atenas’04 decidió retirarse del waterpolo, sufriendo una gran depresión. Dos años después se suicidó. A los 37 años Rollán se tiró por la terraza del centro de rehabilitación en el que se encontraba.

Con la intención de ayudar a sus deportistas, las federaciones tienen desde hace años programas de readaptación para quienes lo soliciten. Las federaciones ayudan a los profesionales a buscar trabajo o les orientan para ocupar su tiempo libre mientras dejan de competir. El Comité Olímpico estadounidense, por ejemplo, ofrece a sus deportistas el Athlete and Career Education Program, que les ofrece salidas profesionales.

Sea como sea, el fin de los JJOO es sinónimo de un duro golpe emocional para muchos atletas, hayan triunfado o fracasado. Acabado Río’16, solo queda esperar que se cobre las mínimas resacas emocionales posibles.