La cadena se rompe por el eslabón más débil

Ahora no solamente padecemos crisis de inseguridad, sino que además estamos ante la presencia de una serie de homicidios en contra de funcionarios públicos, entre los que destacan los asesinatos de numerosos presidentes municipales, algunos de ellos suscitados en plazas públicas como ocurrió en San Juan Chamula, cuando el alcalde y algunos de sus colaboradores fueron acribillados frente a la multitud de personas que se manifestaban en su contra.
De entrada estos lamentables acontecimientos son de llamar la atención y deben ser causa de preocupación en principio de forma destacada para las autoridades y por su trascendencia a todos en general. De acuerdo a los diversos datos públicos dados a conocer, un punto en común que se desprende de los diferentes homicidas consiste en que las causas provienen precisamente por desempeñar el cargo público para el cual fueron electos. Además según se puede dilucidar prácticamente en todos ellos existió la premeditación, circunstancia que implica una previa planeación por parte de los sicarios cometiendo los actos delictivos de manera concertada.
Cabe mencionar que los Presidentes Municipales son la autoridad más cercana a la gente, pues a ellos les corresponde la administración de los servicios públicos primarios que requiere la población, lo que implica contar con una fuerza importante en el territorio que gobiernan así como una gran influencia en la zona.
Es obvio que afectaron intereses, sin entrar a especulaciones y menos a calificar su conducta, por lo visto hubo delincuentes que se sintieron perjudicados con el actuar de los servidores públicos y decidieron quitarlos del camino, se fueron por la vía letal, la sentencia de muerte fue ejecutada brutalmente y el impacto social causado es enorme, seguramente es otro aspecto minuciosamente calculado para favorecer a sus fines, pues produce temor y puede llegar al sometimiento.
Los eventos cobardes derivados de esos hechos, no pueden ni deben tolerarse, es por demás obvio que provienen de delincuentes organizados que están dispuestos a todo para conservar lo que consideran sus logros, sin importarles la vida de las personas y menos aún la paz y tranquilidad social, por el contrario en su lógica creen que haciendo gala de fuerza, violencia y brutalidad les favorece, más aún cuando esos crímenes quedan en la impunidad.
Si están llegando a esos extremos significa que las cosas se encuentran en un punto delicado, susceptibles de subir el tono con escaladas sin fin o bien, si están previstas y a otros servidores públicos los tienen adecuadamente resguardados para evitar este tipo de acciones, estaríamos en consecuencia cuestionando ¿por qué no cuidaron a los privados de la vida?, y ¿cuantos más están bajo esos riesgos y que se hace para evitar el latente riesgo?
Se requiere una respuesta sobre el particular, no porque hayan sido servidores públicos, sino en virtud de lo que ello tiene consigo, que quienes deben responder al pueblo para mantener la tranquilidad, procurar el desarrollo y ser guardianes de la ley, se les priva de la vida impunemente, después de eso, ¿qué podemos esperar los demás?.