Enrique Krauze, el arte de contar otras vidas

Un biógrafo debe tener dignidad literaria, no sólo estilo, sino un sentido literario. No puede haber una buena biografía sin ser buena literatura, porque ésta es como el enamoramiento de una vida”, afirma el historiador mexicano Enrique Krauze (1947).

Sin embargo, aclara en entrevista, no basta que haya buena literatura para ser un buen historiador. “Lo importante es apegarse a los hechos, a los documentos, a una búsqueda de la verdad objetiva. El brío o vuelo literario no es un capricho, un adorno, es algo sustancial. Hay cosas que no pueden decirse si no se dicen bien”.

El también escritor y editor ha elaborado toda una teoría sobre la biografía: “esa rama de la historia poco frecuentada en habla hispana y en particular en México”, y un método para realizarla, para acercarse a personajes que esconden “un enigma, una pasión o una zona conflictiva”.

Krauze plasmará su concepción de la biografía, género que cultiva desde hace 40 años, en un libro que publicará editorial Tusquets el próximo año. Por lo pronto, los ejemplos de su práctica –unos 83 perfiles y retratos de personajes históricos, artistas, empresarios e ídolos populares– se pueden leer en los dos tomos de Caras de la historia, que acaba de lanzar el sello Debate.

En el ejemplar en preparación, adelanta, reflexionará sobre “los puentes entre la biografía y el teatro, la biografía y la historia y la biografía y la novela; hablaré de los biógrafos de la antigüedad y del presente y sobre libros de biografía, entre otros temas”.

Biografías con empatía

Los historiadores intentan hoy en día hacer un ejercicio más narrativo y más cercano a las personas, por lo que “el enfoque biográfico ha tenido un primer auge”, considera Enrique Krauze.

El doctor en Historia por El Colegio de México destaca en entrevista que advierte una nueva historiografía mexicana. “Percibo que algunos autores se desprenden del tronco académico y están escribiendo biografías. Eso me gusta, porque hace unos años yo estaba habitando esa parcela de una manera más o menos solitaria. No es que no existieran otros biógrafos, pero me alegra ver que el género está proliferando”.

Reconoce que hay una vieja polémica entre la historia narrativa y una de carácter más conceptual. “Mi maestro Luis González decía que hay historiadores del verbo e historiadores del sustantivo. Los primeros hacen una historia de acción, más narrada, y los segundos se detienen y analizan. Yo privilegio la narración pero también he intentado detenerme y tratar de analizar. Es una combinación de ambas”.

El ensayista y editor ha practicado la biografía desde hace cuatro décadas, un ejercicio que ha evolucionado tras realizar un centenar de retratos, perfiles, ensayos biográficos y viñetas.

Para trazar, “a manera de un retratista”, los dibujos a lápiz, acuarelas, estampas u óleos de cada uno de los personajes históricos, artistas, ciudadanos, empresarios, constructores de la democracia e ídolos populares que ha biografiado, Krauze persigue la verdad, la pluralidad y el diálogo permanente entre el pasado y el presente.

“Se debe luchar contra la mentira y tratar de encontrar la verdad o al menos la verosimilitud. Me interesa saber verdades profundas sobre los personajes. Un historiador tiene que tener bien sus fechas, pero no es un notario. Es importante tener claro el dónde, el qué y el cuándo, pero el sentido de las vidas se descubre de otro modo”, añade.

El investigador que cumplirá 69 años el próximo 16 de septiembre ha publicado en los dos tomos de Caras de la historia (Debate) –el segundo de reciente aparición– unos 83 perfiles y retratos que, confiesa, en conjunto aspira que alcancen la armonía de un mural.

“Mis biografiados son personas que han despertado mi curiosidad, mi afecto, mi crítica. Todos de alguna forma construyen esa versión mía del mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central que pintó Diego Rivera en 1947.

“Es mi domingo en la Alameda. No es que me compare con Diego, sino que es ese mismo ejercicio de pensar que los he visto a todos con la misma sorpresa y gusto, que se reunieron conmigo como en un sueño”.

El director de la revista Letras Libres aclara que no ha hecho ningún análisis sistemático de por qué le han interesado las personas sobre las que escribe. “Ha sido algo espontáneo, no planeado. Nunca hice listas ni programas. A veces es el azar mismo, un premio a alguien o el fallecimiento de un personaje.

“O simplemente porque se me han cruzado en la vida, porque los he admirado, porque tuve la suerte de conocerlos de cerca o de lejos, porque leí sus libros y vi que sus vidas encerraban un enigma que valía la pena exponer, un nudo que hay que descubrir y cuidadosamente desmadejar”, asegura.

Verdad y pluralidad

El autor de El arte de la biografía y Octavio Paz. El poeta y la revolución señala que a través de sus retratos cuida de manera especial el interés por conocer a la persona en sus circunstancias y en su pasado tal como era.

“Hay que juzgar en sus propios términos. No se le pueden aplicar categorías intelectuales, políticas, militares, morales, religiosas de nuestro tiempo. Pero tampoco podemos evitar vivir en el tiempo en que vivimos. Entonces, tenemos que preguntarnos qué nos dice el personaje ahora. El pasado ilumina el presente y viceversa”, añade.

Krauze busca con paciencia la verdad en la vida de sus biografiados. “Hay quien dice que la verdad no se puede encontrar, que hay muchas verdades. Ese relativismo es peligroso. No creo en él porque en las ciencias sociales sí hay verdades, tal vez no como las que pudieron haber descubierto Newton o Einstein, pero hay hechos reales, comprobables, verosímiles”.

También procura la pluralidad en su ejercicio biográfico. “No quiere decir relativizar todo, que todo valga lo mismo, pero es verdad que en el sentido de la diversidad es un valor fundamental de una convicción liberal”.

Y acepta que incorpora vivencias personales. “Trato de ser objetivo, pero no puedo ocultar mi simpatía o empatía para comprender. Inevitablemente estoy yo mismo, porque soy quien escribe. Pero quiero creer que esa presencia no distorsiona, porque lo que me mueve es la voluntad de comprensión, más que la admiración”.

Concluye que se ha interesado, en el ámbito de la empresa, la cultura y el arte, en escribir sobre constructores. “Hecho de menos a los constructores. Quisiera que las generaciones jóvenes entendieran que, aunque tantas cosas están mal en México, la actitud correcta es ponernos a construir. Destruir es muy fácil, basta un cerillo”.

Los retratos:

En ‘Caras de la historia Krauze’ ofrece  perfiles de:

–          Juan Soriano.

–          José Luis Cuevas.

–          Joy Laville.

–          Arnaldo Orfila.

–          Heberto Castillo.

–          Salvador Nava.

–          Manuel Gómez MorIn.

–          Emilio Azcárraga Milmo.

–          Lorenzo Servitje.

–          Hernán Cortés.

–          Alejandro de Humboldt.

  • María Félix.
  • El Santo.