Luz ‘mexicana’ mutó obra de Adolphe Lechtenberg

La energía del color emanando con fuerza y libertad de una superficie sin líneas, sin soporte, sin estructura, sin límites, como si fuera la piel misma del muro. Esta es la idea creadora que está detrás de la obra reciente del artista plástico alemán Adolphe Lechtenberg (1952).

Triángulos, medias lunas, círculos, cuadrados, semicírculos, rectángulos y una especie de rayos de luz que irrumpen y dividen las formas, integran la “geometría orgánica” que propone el pintor nacido en Düsseldorf.

Quien desde hace diez años vive a caballo entre su país natal y México, “cuya luz y colorido cambiaron por completo mi obra”, acaba de exhibir en el Foro R-38 de la Universidad del Claustro de Sor Juana 12 dibujos inéditos sobre papel de amate y cinco piezas sobre tela en gran formato, que han inspirado diversos platillos realizados por chefs y alumnos de la licenciatura en Gastronomía de esta casa de estudios.

“Mis cuadros pueden ser la piel de un muro o de una mesa, incluso de un platillo. Sus colores cálidos motivan un estado lúdico. La comida tiene que ver mucho con la creatividad. Siempre he visto una relación entre ésta y las artes visuales. Por eso me da gusto que inspiren nuevas creaciones”, comenta en entrevista. Con una cena la noche del viernes pasado, que recreó los sabores que han enamorado a Lechtenberg a lo largo de su vida y los colores de su obra, cerró la exposición Piel-mural-color-espacio que el artista concibió en tierras aztecas de 2012 a la fecha.

Un nómada de los colores

El color es energía creadora. El pintor y dibujante alemán Adolphe Lechtenberg (1952) descubrió en México, en 2006, la primera vez que visitó el país, unas tonalidades que “ya había soñado, que había intuido, que llevaba en mi subconsciente, pero que se materializaron aquí”.

Desde entonces, tras su primera residencia de seis meses apoyada por la Secretaría de Relaciones Exteriores, se volvió “un artista nómada”, dice, y cada año regresa a tierras aztecas para nutrirse de su luz, colores y su papel amate, uno de sus últimos hallazgos. “El color es un integrante auténtico de la imaginación, con él la experiencia y la sensación se vuelven genuinas. El color produce una expansión-emanación inmediata, ampliación de los límites de objetos y cuerpos“, afirma.

La emanación del color genera un espacio cromático y emocional, lo que define el espacio real, y esto es percibido por los espectadores. “Hay necesidades en el ser humano que son emocionales y estéticas; tienen que ver con el bienestar, sus deseos de ser libre, de conocerse, de sus reacciones y posibilidades creadoras. Mi obra se centra en pintar según la naturaleza“, agrega.

Esto significa, explica, “no pintar sólo los objetos que observamos, sino también los pensamientos, los sentimientos, las sensaciones, los estados de ánimo y los movimientos. Plasmo la naturaleza inmaterial. El color es un elemento-fenómeno tanto material como inmaterial de la naturaleza. No es simplemente bello, sino que atrae y genera confianza e impulsa tanto al ánimo como a la razón. Me interesa que la gente se encuentre con mi obra, que la perciba de frente, sin títulos ni guías, que se deje llevar”, añade.

En la exposición Piel-mural-color-espacio, que fue montada en el Foro R-38 de la Universidad del Claustro de Sor Juana, Lechtenberg propuso su concepción de geometría orgánica. “No hay simetría, siempre aparecen irregularidades en estas formas, que son más vivas que las formas geométricas perfectamente trazadas”.

El pintor destaca que, para él, la pintura es expresión inmediata de su cuerpo, ya que no la hace sólo con pinceles sino también con las manos. “Es decir, el ritmo de mi cuerpo, su constitución física y síquica se inscriben en la superficie del cuadro con el objetivo de entablar un diálogo”.

Estas imágenes y sensaciones fueron recreadas por los chefs Juan Pablo Torres y Andrés Álvarez Salgado para, con ayuda de más de 30 alumnos de la licenciatura de Gastronomía, dar vida a los colores y las texturas que identificaron los diversos platillos que se ofrecieron durante la cena del viernes pasado, como un homenaje a la obra de este alemán enamorado de México.

La comida integró los sabores que han cautivado al pintor en Alemania, México e Italia, su triple identidad.