Mexicano condenado a muerte en Texas pierde apelación

CIUDAD DE MÉXICO.

Una corte federal rechazó una apelación de un mexicano condenado a la pena capital en Texas por el asesinato de su esposa y dos hijos en su casa de Rio Grande Valley, perpetrados hace más de 24 años.

La Corte de Apelaciones del Quinto Circuito ratificó el fallo de una corte menor, que dijo que Robert Moreno Ramos, de 62 años de edad, no puede presentar otra apelación alegando que nunca se le dijo que podía obtener ayuda legal del gobierno mexicano, de conformidad con un tratado internacional, cuando fue detenido por los homicidios de 1992 en el condado de Hidalgo.

El abogado de Ramos argumentó también que su cliente tuvo asesoría legal deficiente durante su juicio y apelaciones subsecuentes.

En el 2004, la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Holanda, declaró que Ramos, originario de Aguascalientes, México, y más de cuatro docenas de mexicanos en espera de ser ejecutados en Estados Unidos, no fueron informados de sus derechos consulares amparados por la Convención de Viena al momento de ser arrestados.

La corte internacional exhortó a que se llevaran nuevas audiencias para determinar si el acceso consular podría haber afectado sus casos. El presidente George W. Bush estuvo de acuerdo y ordenó a los estados a reabrir los casos.

Pero la Corte Suprema de Estados Unidos desautorizó esa orden, determinando que solo el Congreso puede pedir a los estados que cumplan con fallos de cortes internacionales. Eso no ha ocurrido y, desde entonces, varios presos en Texas mencionados en el fallo de la corte internacional han sido ejecutados.

Todavía no se ha determinado la fecha de ejecución de Ramos, cuyo nombre aparece también como Roberto en algunos documentos presentados en corte.

Su abogada, Danalynn Recer, no contestó inmediatamente a un mensaje telefónico que se le dejó en busca de comentarios.

Ramos fue declarado culpable de matar a golpes a su esposa Leticia, de 42 años, y sus hijos Abigail, de 7 años, y Jonathan, de 3, en febrero de 1992. Según testimonios en su juicio, la esposa e hijos fueron aporreados con un martillo. Sus cadáveres fueron hallados semanas después, enterrados debajo de losas recién instaladas en el baño de su casa en Progreso, en el condado Hidalgo. Un familiar había reportado a la mujer y los niños como desaparecidos.

Ramos se volvió a casar tres días después de los asesinatos y le dijo a su nueva esposa que la mujer que vivía en su casa era una viuda y él le estaba dando albergue a ella y sus hijos.