El nebuloso camino del 2018. agotamiento.

Han transcurrido los procesos electorales más numerosos y sorprendentes de que se tiene memoria;
numerosos por la cantidad de gobiernos en juego, debido a la tendencia de hacer concurrentes con las elecciones generales los cambios en los Estados, comenzando por establecer una fecha anual, circunstancia que ha ocasionado juntar los tiempos de campaña y la correspondiente jornada el primer domingo de junio de cada año; por otra parte, los resultados y las experiencias que arrojan prácticamente eran inesperadas.
Sin duda, quien capitaliza y se fortalece con los triunfos obtenidos es el Partido Acción Nacional, en tanto que el PRI y la administración peñista se lleva un fuerte descalabro, Morena tiene avances y el PRD en términos generales se conserva. Los procesos por su magnitud de lo que estaba en juego, son estratégicos rumbo al 2018, por lo tanto, su importancia.
La lectura de los acontecimientos es a posteriori, pues las casas encuestadoras quedaron alejadas en sus mediciones de los resultados finales, lo que implica métodos de apreciación poco confiables, además de su poco impacto frente a un electorado que no se definió en base a las encuestas, pudo más el hartazgo de la gente decidiendo optar por las alternancias, que por quienes aparecían como presuntos punteros en las predicciones.
Es de destacar que diferentes analistas concluyen que se debió a un desgaste de la actual administración; de gobernadores convertidos en caciques y; de una fama pública del Partido Revolucionario Institucional carente de ética y de valores, ocasionando con ello un voto de castigo.
Me atrevo a incluir algunos otros elementos al respecto, pues al conjuntarse los procesos electorales en la mitad del país -cuando menos por el número de electores-, los apoyos que tradicionalmente otorga el partido oficial y el gobierno en las campañas políticas, ahora se vio en la necesidad de distribuirlos, cuando anteriormente los concentraba en la correspondiente entidad.
Por otra parte, colocó en calidad de víctimas a sus adversarios, pues sin piedad y con toda la fuerza del Estado los descalificó, calumnió e hizo toda una serie de acusaciones en su contra, circunstancia que culminó favoreciendo a los candidatos de Acción Nacional.
Sin restarles méritos a quienes se postularon desde la trinchera de la oposición, pues frente a la vista mayoritaria del electorado acreditaron templanza y tolerancia, no se doblaron en la adversidad y terminaron obteniendo el triunfo.
En realidad este ejercicio es un preámbulo y constituye la inicial acción de la campaña rumbo a la presidencia de la República en el 2018 y, si bien, se ha aprovechado una oportunidad coyuntural -que seguramente continuará-, la oposición no puede estancarse únicamente en esa realidad; el proceso de reconstrucción que requiere el país, además de llegar a la consciencia de las personas como ha ocurrido en las pasadas elecciones, necesita una etapa evolutiva vista desde una perspectiva estructural, tarea que debe culminar en la permanente lucha en el fortalecimiento de las instituciones.
Ese es el verdadero reto.