Novak, el amor. Kiki, la redención. Martina y Leander, la evolución. Muguruza y olé.

En París adoran a Novak Djokovic. Al menos así  lo hacen saber los muros de las calles y de los túneles del metro, que por miles adornaron con enormes pósters los aguados quince días de Roland Garros. «Pregúntele a Novak Djokovic cuál es el secreto de sus triunfos y le responderá – reza el póster-: ‘C’est l’amour’…El amor a mí mismo. El amor a la familia. El amor al mundo. El amor al tenis…El amor es potente. El amor es prudente. El amor es tenaz porque es el que puede llevarte a la victoria…»
El serbio número uno del mundo, alcanzó el Grand Slam de carrera y los cuatro en forma consecutiva al derrotar al machito inglés Andy Murray, molesto física y tácticamente y de plano irreverente con el público. En cuatro sets de 3-6, 6-1, 6-2 y 6-4 terminó la construcción del campeón coronado el domingo, pero en lo que mucho tuvo que ver lo hecho en los 15 días de acción… a pesar de la lluvia, el frío, las movilizaciones, bloqueos, inundaciones y hasta evacuación de obra de Le Louvre y del Museo de O’rsay.
KIKI, GENUINA PRINCESA POR CORONAR
La magia del tenis femenino, donde deja de ser sorpresa que una jugadora fuera del top 50 gane a algunas de las mejores del mundo y se plante en semifinales de Roland Garros, no deja lugar a la relajación y supone un obsesión-compulsión permanente de las top 10, que ven cómo su ránking no les asegura nada. Kiki Bertens llevaba tiempo avisando de lo que podía hacer, y eligió el mejor escenario posible para dar el tan ansiado salto cualitativo. Bertens lo tiene todo para triunfar y no se ha de encasillarla como una sacadora y cañonera. Y es que la holandesa ha demostrado poder hacer frente a todo tipo de rivales, disponer de una amplia gama de golpes, variar en velocidades y alturas y, ante todo, ostentar una gran inteligencia sobre la cancha.
A diferencia de un top 10 primero destruido y hoy en franco desbarajuste, la habilidad de Kiki para adaptarse a todo tipo de juego, y no ser presa del pánico escénico en los momentos cumbre, la mantuvo todo el Internationaux sumida en un estado de confianza absoluta, que le convenció de ser capaz de vencer a Serena. A pesar de las dudas que tuvo la bestia negra -como le dicen en los medios hispanos- con su juego al comienzo del partido, la estadounidense se encontró muy bien sobre la cancha en todo momento, y no dudó en llevar la iniciativa valiéndose de un resto muy agresivo. En un duelo de poder a poder, la de 38 años ganó por 7-6 (7) y 6-3 en un gran duelo donde por pequeños detalles el triunfo se decantó de lado de la norteamericana. La holandesa sigue ostentando el papel de tenista con mayor proyección del circuito, aunque en la última semi esa proyección se cortó…hasta Wimbledon y New York, nada más.
FRUSTRADA WILLIAMS, TRASCENDENTAL MARTINA
Garbiñe Muguruza venció por 7-5 y 6-4 a Serena Williams y se coronó campeona de Roland Garros 2016. Primer trofeo de Grand Slam para la nacida en Venezuela, que juega con los colores de España. Para la uno del mundo, otra frustración en el camino a igualar el récord de 22 títulos Major de Steffi Graf. De nuevo la magia: los más horribles días de lluvia, las miríadas de empapados parisinos y de enamorados del tenis de todo el mundo se agazapaban para ver, una y otra vez en las megapantallas de Roland Garros, aquella final de 1999 cuando Steffi arrebató la corona de la belleza y el saber a una entonces singlista Martina Hingins. La suiza estalló en llanto en público y no subió al podio por su plato de finalista. Hoy Martina, doblista uno del mundo, se burla de sus caprichitos, avienta el dobles de regalo al país anfitrión (las francesas Mladenovic y García son las campeonas) y se concentró en la no bien comprendida aún modalidad de dobles mixtos.
Poco les importó a la guapísima Hingins y a su pareja, el hindi Leander Paes, jugar en la desangelada Philippe Chatrier, tanto por el poco público presente como por el frío imperante en París, mientras llena, la Suzanne Lenglen se convertía, en acústica muy a la vulgata gallega, en plaza de toros con onomatopeyas de fanfarria y olés ante los quiebres que la Muguruza propinaba a la bestia del tenis.
La entereza alegre y divertida de Martina y Leander, aderezada con abluciones propias de la meditación trascendental ante cada punto, vislumbraban una evolución del tenis tipo el film del mexicano Del Toro «Titanes del Pacifico». Un film SF en el que gigantescos símiles de «transformers» requieren de pilotos sincronizados cerebralmente; alucine que, en la realidad de partidos de dobles en tenis, han demostrado los hasta el sábado invencibles hermanos Bryan, que cayeron por primera vez en un Grand Slam ante (faltaba más) los españoles López.
Volviendo a mixtos, el primer parcial se decidió en un mínimo despiste que tuvo Hingis al servicio, aprovechado con maestría por la dupla formada entre su partner Sania Mirza y el croata Ivan Dodig, que se movieron en cancha como quisieron, colocándose metros por detrás de la línea de fondo y disparando globos defensivos. El partido se puso más emocionante en el segundo set, donde Hingis y Paes sacaron a relucir su total entendimiento y presionaron mucho al resto. Tras un intercambio de breaks, la suiza y el hindi lograron la ruptura definitiva y equilibraron el partido.
Vino el Supertiebreak decisivo que podría haber caído de cualquier lado, pero fue la pareja con más confianza la que ganó. 4-6, 6-4 y 10-8 para Martina y Leander que tienen cinco Grand Slam en su haber compitiendo juntos, y Roland Garros era el único en el que no habían vencido.
Mientras, Garbiñe Muguruza hizo historia y se proclamó campeona de Roland Garros tras derrotar a Serena Williams en una auténtica batalla entre dos gladiadoras. La hispano-venezolana sustituye a Arantxa Sánchez Vicario como última campeona española de Grand Slam 18 años después, en lo que es apenas su tercera conquista de WTA y la primera en 2016. Desde el próximo lunes, será la nueva número 2 del mundo, su mejor ranking histórico, en tanto la uno sufre su tercer revés en la búsqueda del récord de Graf, luego de las derrotas en la semifinal del US Open 2015 (ante Roberta Vinci) y este año en la final de Australia (frente a Angelique Kerber).