«Comencé a cantar; poco antes este niño estaba vivo»

La foto ha dado la vuelta al mundo y ha conmocionado. «Parecía un muñeco cons brazos extendidos», ha dicho consternado el socorrista que amorosamente e impotente tiene en brazos el cuerpo de un niño de menos de un año ahogado en el mar. «Lo cogí en brazos para protegerlo, como si estuviera aún vivo, con sus ojos luminosos, amistosos y agradecidos, pero estaban inmóviles», ha contado el socorrista, llamado Martin. «Comencé a cantar, para encontrar consolación y dar sentido a este incomprensible y angustioso momento, porque poco antes, hacía alguna hora, el niño estaba vivo». Es la enésima tragedia del Mediterráneo, convertido desde hace tiempo en un cementerio: al menos 700 inmigrantes, entre ellos 40 niños, murieron en tres naufragios en la semana pasada, mientras a las costas italianas llegaban 13.800 inmigrantes.

Más de 2000 desaparecidos en el Mediterráneo en lo que llevamos de año
La foto del cuerpo de este niño, desnudo, envuelto en los brazos del socorrista desconsolado ha sido difundida por una organización humanitaria. El pequeño cadáver ha sido recuperado por la ONG Sea-Watch el pasado viernes frente a las cosas de Libia, poco después de que un viejo pesquero naufragara con 45 personas a bordo.

La foto de este niño vuelve a convertirse en un símbolo de la emergencia migratoria, como una llamada de atención contra los muros y la indiferencia frente a los desesperados. «Si no queremos ver más estas imágenes, debemos dejar de producirlas», ha explicado en un comunicado la ONG Sea-Watch, lanzado un duro ataque a las autoridades: «Tras estos acontecimientos desastrosos, resulta evidente, para las organizaciones que operan en este escenario, que los llamamientos de los políticos europeos a evitar ulteriores muerts en mar solamente son palabras». Confirma estas palabras el recuerdo de otra foto: la del pequeño sirio Aylan, que apareció ahogado y abandonado en una playa de Grecia el pasado verano. Su padre hacía unas dramáticas declaraciones este fin de semana lamentando que la muerte de su hijo no sirvió para nada, porque, a pesar de la conmoción que suscitó, los muros siguen existiendo.