El Congreso y la lógica electoral

Al inicio del recientemente extinto periodo de sesiones en el Congreso, los líderes de las diferentes bancadas en sendas Cámaras, dieron a conocer alentadoras expectativas, destacando la voluntad unánime en el afán de construir y confeccionar leyes y normas lo suficientemente adecuadas para la aplicación del sistema nacional anticorrupción; lo concerniente al mando único y; lo relativo al desarrollo de la economía.
Al transcurrir el tiempo los resultados saltan a la vista, las metas trazadas se quedaron en anunciadas intenciones, los consensos nunca llegaron y las resistencias se hicieron presentes, los cálculos en relación al costo beneficio alejaron la distancia del entendimiento, pues las posiciones entre el PRI-VERDE-PANAL y las del PAN-PRD cuando menos en los dos primeros temas son contrapuestas, decidiendo el Partido oficial por lo pronto congelar esos asuntos.
En otras palabras prefirió optar por el manejo de los tiempos, pues si bien en la Cámara de Diputados tiene el número suficiente de votos para aprobar junto con sus aliados sacar adelante sus propuestas, no es así en la de Senadores, razón por la cual está obligado a buscar acuerdos con otra fuerza política, sin embargo, en temas sensibles como las leyes anticorrupción o el mando único, al considerar que le podrían acarrear dolores de cabeza, prefirió dejarlos en el tintero y evitar con ello un costo mayor.
De la actitud asumida por el PRI se desprende una lógica que no es casual ni gratuita, por el contrario, es producto de factores estudiados y analizados, de donde surge una estrategia y ésta se subordina preeminentemente a lo electoral, todo gira alrededor de las elecciones.
Solo existe una cuestión que llama la atención, pues una de las grandes debilidades del PRI-Gobierno es el tema de la corrupción institucionalizada, colocándolo ante la ciudadanía en esa área bajo un aspecto negativo, en consecuencia, lo conveniente indica que para cambiar esa imagen estaba obligado a impulsar el sistema nacional anticorrupción, sin embargo, fuera de todo pronóstico, lo obstruyó.
En ese orden de ideas, según parece que su mapa de riesgos consideró un problema de mayor envergadura aprobar el paquete de reformas anticorrupción, decidiendo afrontar los posibles daños electorales que le puede acarrear la omisión, decisión demasiado audaz dada la competencia y los Estados en juego, aunado al descrédito de la actual administración, nos obliga a pensar que las cosas tienen mucho mar de fondo y son más graves de lo que a simple vista se ve.
En el Congreso no solo se hacen leyes, también se evita que estas se hagan.