Disquecia; cuando defecar es una tortura

Aproximadamente 50% de quienes superan 65 años de edad padecen estreñimiento, problema que de no recibir atención producirá hemorroides, fisuras anales y deposición dolorosa. Esta última puede motivar al afectado a posponer las evacuaciones y causar retención de heces, problema que pudiera requerir cirugía de emergencia.
No es una exageración afirmar que todos hemos tenido alguna vez problemas para defecar; sin embargo, en algunas personas llega a transformarse en doloroso episodio que termina siendo motivo de visita al médico. Quienes con mayor frecuencia sufren esta desagradable experiencia son los miembros de la tercera edad, debido a alimentación baja en fibra, beber poca agua y falta de ejercicio, principalmente.
Para entender qué origina la disquecia o evacuación dolorosa es importante recordar cómo funciona el sistema digestivo, mismo que empieza en la boca y termina en el ano, y por cuyo trayecto el alimento recorre algo así como 11 metros de longitud.
En la cavidad bucal los dientes trituran los alimentos y las secreciones de las glándulas salivales los humedecen para iniciar su descomposición química. Luego, el bolo alimenticio cruza farin-ges y esófago hasta llegar al estomago, “bolsa” muscular que secreta el jugo gástrico que convertirá la masa en una papilla llamada quimo.
El camino de éste continúa hasta llegar el intestino delgado, donde se absorben los nutrientes y se trasladan a la sangre para que llegue a los órganos que lo requieren. El siguiente paso es el intestino grueso, cuya función principal es aspirar los líquidos del bolo alimenticio y empujar los residuos para ser desalojados.
Las partes que lo constituyen se ubican en este orden: ciego (cámara que recibe al quimo), colon (conducto flexible que sube por el lado derecho, rodea por arriba la cavidad abdominal y se dirige hacia abajo por el lado izquierdo) y recto (tubo corto que concluye en el ano).
Cabe destacar que el funcionamiento normal del colon se basa en movimientos en forma de ondas (motilidad) que sirven de impulso para promover la salida de la materia de desecho.
Entonces, si en el paso anterior se absorbe una cantidad excesiva de agua y/o hay problemas con la motilidad, el contenido intestinal tiene un traslado lento por el colon, propiciando heces duras y difíciles de expulsar.
Es importante hacer hincapié en algunos detalles; por ejemplo, la defecación resultará dolorosa cuando las estructuras que toman parte en la fase final de la expulsión de la materia fecal no tienen funcionamiento adecuado, sobre todo si la coordinación entre los músculos del suelo de la pelvis y el esfínter anal no es la que corresponde. Lo mismo sucederá si las heces están endurecidas, algunas incluso llegando a una consistencia pétrea (denominadas impactos), debiendo ser retiradas por acción digital del mismo afectado.
Pudor que agudiza el problema
Sucede a muchas personas, sobre todo a las mayores, que sienten pena de hablar de sus problemas en el ano o los genitales, incluso con el médico, y acuden al mismo cuando la molestia es insoportable; la disquecia es un ejemplo de ello.
La dificultad para evacuar a lo largo de varios días puede provocar úlceras (heridas sangrantes) en el recto o, producto del esfuerzo desarrollados por el enfermo al intentar la deposición, variados grados de prolapso rectal (parte del tejido del recto sale por el ano), así como hemorroides (inflamación de las venas que circundan el ano).
El facultativo hará una historia clínica minuciosa a fin de conocer la evolución del problema a lo largo de los años, hábitos alimenticios y síntomas asociados como expulsión de moco y/o sangre en la excreción, así como número y consistencia de las deposiciones. En particular, si se trata de una paciente deberá averiguar si hay antecedentes de incontinencia (salida involuntaria de orina o materia fecal por falta de control), violación, golpes o cirugías en genitales, así como abortos.
A continuación deberá hacerse inspección anal (mediante tacto y/o a simple vista) en búsqueda de lesiones, infecciones o impactos fecales. De igual utilidad será la realización de estudios:
Radiografías de colon. Utilizando un tubo delgado que se inserta en el recto, se coloca bario líquido (solución que se ve de color blanco brillante en las imágenes de rayos X) dentro del colon, a fin de delinear la superficie interna de esta parte del intestino, permitiendo la detección de cualquier irregularidad en las placas.
Manometría anal. Mediante una sonda especial que se introduce por el ano se valora la presión que pueden llegar a ejercer los esfínteres anales (interno y externo) durante el esfuerzo defecatorio.
Colonoscopia. Ayuda a determinar el estado del colon, así como a descartar que se trate de otro tipo de problema (como cáncer).
Esta prueba consiste en introducir por el ano un tubo delgado y flexible en cuyo extremo hay pequeñísima pero potente lámpara (colonos-copio), que ilumina todo el sector y que permite visua-lizar, a través de un visor especial que se halla en el otro extremo del tubo, el interior del órgano; hay aparatos que transmiten la imagen a un monitor, en cuyo caso tanto el médico como el paciente pueden contemplarla.